Mañana En La Batalla Piensa En Mí • KookV

II.

Tal y como lo prometió, TaeHyung regresó cada dos días, dónde se encontró a JungKook esperando, cada uno de esos días para verlo, incluso en los días lluviosos.

Había aprendido mucho acerca de TaeHyung, que tenía 15 años como él, que estudiaba por su cuenta en la biblioteca del pueblo y a veces recibía educación del bibliotecario, SeokJin, que era el único con estudios en el pequeño pueblo, que sus ojos eran casi plata líquida, demasiado hermosos para su propio bien según JungKook.

Su mayor sueño era ser un gran bailarín, por eso adoraba pararse en la orilla del lago para soltar sus pies y dejarse llevar, sabía que su sueño estaba cerca de ser imposible de lograr por su situación, aún así, eso no le impedía disfrutar de la danza.

Aprovechando el gusto de TaeHyung por la enseñanza, y verlo tan hambriento de conocimiento, JungKook comenzó a reunirse con él para enseñarle sus libros, con los que él mismo era preparado para ser rey, esto con el objetivo de convertir a TaeHyung en su candidato perfecto para volverlo parte de su corte, y posteriormente, su consorte real, a la vez que satisfacía la necesidad de TaeHyung acerca de educarse.

Incluso comenzó a llevarlo a casa de su tía para enseñarle a tomar el té, y su tía se ofrecía a enseñarle lo que sabía acerca de baile, siendo ella antes la hija de un rey, tenía como parte de su educación la danza, TaeHyung estaba encantado con las atenciones de su amigo y su tía, sin embargo, la duquesa cada día le recordaba a JungKook que debía contarle la verdad a TaeHyung acerca de las intenciones con las que el chico le enseñaba tanto y por supuesto, que era el príncipe heredero.

El príncipe no era muy obediente, tenia miedo, un sentimiento traicionero y que de verdad no era digno de un príncipe como él, realmente no solo era su deseo caprichoso de volver a TaeHyung un candidato perfecto para él por culpa de una pintura, de verdad había aprendido a apreciar al jovencito de bonitos ojos.

El tiempo sin embargo, no esperaría a que el joven príncipe decidiera qué era mejor para él y su interés romántico, y fue olvidando el recordatorio de su tía, 3 años para ser exactos.

Como cada dos días, JungKook caminaba silbando con las manos metidas en los bolsillos para su encuentro habitual con TaeHyung, su mente iba en otro lado porque pisó un falso piso de hojas que activó una trampa casera que evidentemente lo alzó hasta el tope de un árbol cercano en una jaula de cuerdas de la que no podía liberarse puesto que acostumbraba dejar sus atuendos elegantes y su espada en casa de su tía.

— Parece que pisaste el lugar equivocado, JungKook, — la voz que tanto amaba escuchar llegó a sus oídos, causándole un tipo de alivio que lo hizo relajarse y buscar al dueño de la voz.

— No me digas, ¿Tú crees? Bájame de una vez, — exigió, tono que disgustaba a su acompañante, el cual detuvo su andar para ayudarlo a bajar.

— Creí que habíamos quedado en que no me gusta recibir órdenes, que pocos modales para ser un chico tan educado, — Negó con la cabeza luego de tragarse su enojo momentáneo.

— Tienes razón, lo siento

— ¿Y...? — Los labios de TaeHyung se curvearon hacia arriba, JungKook sabía lo que quería y no lo dejaría bajar hasta que lo dijera.

— Por favor, — Contestó, dejando contento a su amigo, que sacó una daga y cortó la soga, dejando caer a su amigo sin cuidado. — Maldita sea, Tae, ¿Qué crees que haces? — Reclamó, el chico al notar al otro permanecer en el suelo, se acercó a auxiliarlo, tal vez se había pasado un poco.

— Es para que aprendas a ser educado, que malos modales, — Espetó con su orgullo intacto, no iba a expresar lo apenado que se sentía.

El incidente había ocultado el opaco estado de ánimo del chico de ojos plateados, quién se sentó a la orilla del río junto a su amigo, un comportamiento extraño ya que en esos años, JungKook era deleitado por la burbujeante voz de TaeHyung contando algo nuevo sobre su vida, o le daba un pequeño espectáculo con su técnica de baile ahora más pulida.