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Jacaerys tenía que admitirlo, estaba nervioso.

Justo ahora se encontraba a un par de pasos de la habitación de Aegon, el guardia que resguardaba la habitación de su prometido, y a quien reconoció como a Ser Criston Cole, le hizo una reverencia y procedió a tocar la puerta por él.

--¡Adelante! -pudo escuchar la voz de Aegon dentro de la habitación.

El guardia abrió ligeramente la puerta. --Mi príncipe, el príncipe Jacaerys está aquí.

--Está bien, dile que pase.

Jacaerys ingresó a la habitación cuando el guardia se hizo a un lado, encontrando a Aegon con una sonrisa en el rostro, el cabello bien peinado y vestido con una túnica larga color verde oscuro, casi negro, con detalles dorados en las mangas y en las costuras, la parte de arriba estaba hecha en forma cuadrada, lo que permitía ver el pálido cuello y parte de la clavícula de su prometido, así como su marca.

No se apreciaba mucho, pero ahí estaba.

La cicatriz tenía un tono lila rojizo, no era muy grande, teniendo en cuenta que la hizo cuando tenía doce días del nombre, pero aún así, si se prestaba la suficiente atención podía ver la forma de sus colmillos en el pálido cuello del de ojos violetas.

Era un contraste extrañamente hermoso.

--Yo ... tú ... -exhaló de manera temblorosa- te ves hermoso.

La sonrisa de Aegon creció. --Gracias, Jace, tú también te ves muy guapo.

Seguido de eso se acercó e inclinándose un poco hacia arriba, dejó un beso en su mejilla.

Aegon había hecho de eso una costumbre cada que se encontraban, y Jacaerys sólo podía concentrarse en encontrar fuerzas que lo ayudaran a evitar girar su rostro para que en lugar de su mejilla, el platinado bese sus labios.

--Humm ... -el suaves carraspeo de alguien hizo que girara en esa dirección y diera un paso atrás.

Encontrándose con la elegante figura de la reina Alicent.

--Majestad. -la saludó, inclinando un poco su cabeza.

--Príncipe Jacaerys -la reina le respondió el saludo, mientras se acercaba a ellos y acomodaba un pequeño mechón que se había salido de su trenza-, mi hijo me comentó que darían un paseo.

El príncipe de cabellos marrones asintió y vio de reojo a su prometido, quien aún tenía una ligera sonrisa en el rostro. --Así es, majestad. De hecho, planeaba extender nuestro tiempo juntos hasta poco después del almuerzo.

La reina dio un pequeño asentimiento, mientras pasaba su mirada de entre su hijo a él, frunciendo un poco el ceño en el proceso. --Bien, bien ... me gustaría que tengan un chaperón.

Oh ...

--¡Mamá ...! -escuchó al rubio quejarse.

--Aegon -la reina miraba a su hijo con una expresión que decía que no estaba disponible a réplica-, aún son prometidos, no se vería bien que estén los dos solos en un lugar donde no haya supervición, no es correcto e incita a las habladurías.

Jacaerys se sonrojó, sabía a qué tipo de habladurías se refería la esposa de su abuelo.

--Ayer estuvimos solos -mencionó Aegon-, el rey lo autorizó.

--Precisamente por eso, -el disgusto era evidente en su rostro- tiene que dejar de ser así, al menos hasta la celebración oficial de compromiso.

Jacaerys vio como su tío parecía querer volver a replicar, así que se le adelantó. --Está bien, majestad, Ser Erryk puede acompañarnos.

Una Marca Para el Bastardo - JACEGONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora