(Advertencia: A continuación leerán contenido adulto, habrá mucha violencia, se recomienda precaución.)
Mi mente dio vueltas al escuchar esa voz ronca y sexi como el de un adolescente en pubertad.
Solté un grito ahogado del miedo. ¿Él es el asesino que tanto cuentan en el noticiero? Pues no me quedaré aquí a averiguarlo.
Salté de la cama y corrí hacia la puerta, pero el me tomó del pie y me arrastró hasta quedar en medio de la habitación. Tragué hueso nerviosa.
Nuestras miradas se cruzaron sin pensarlo. Y no mentire, me enamoré.
La luz de la luna entró por la ventana, permitiendo ver mejor al asesino. Su cabello era negro, su rostro era increíblemente blanca, los labios rojos y carnosos sin olvidar la enorme sonrisa hecha por un cortada y lo más impactante. No tenía párpados.
Seguía observándome, y después de dicho tiempo cara a cara se fue.
***
Toda la noche quedé pensando en ese misterioso chico. Su mirada para muchos era perturbador, pero para mí era perfecta.
Noche tras noche después de aquella noche de terror, lo esperaba en mi habitación. Sí, se que aunque suene como una loca maníaca, quiero volverme a encontrar con esos oscuros ojos penetrantes.
Era último día de clases, y cómo cada mañana hacía mi rutina para ir a la escuela, o para mí, mi condena.
- ¡Hija, apresurate! -exigió mi padre. Sí, hoy por primera vez me llevará a la escuela en esa carcacha.
- ¡Ya voy! -contesté tomando mi mochila. Me vi por el espejo antes de irme. Seguramente quieren saber mi aspecto, ¿no? Fácil, soy fea.
Bajo por las escaleras corriendo, cerré la puerta con seguro y por último me senté como copiloto en el auto de papá.
***
Al llegar, sólo me hise la más bajita para que no me vieran las hipócritas de las lechuzas.
- Te cuidas, princesa -dijo mi padre.
Lo voltee a ver y le dediqué una sonrisa algo forzada. No soy una princesa, soy una friki- Igual papá.
Me bajé del auto y corrí hacia el salón para que mi papá no se diera cuenta de las burlas que vivo cinco días a la semana.
***
Al llegar, me siento en mi lugar y en ves de leer, me quedo pensando aún en ese misterioso chico.
- Hola pedazo de mierda -dialogó la jefa de escuadrón de zorras.
Esas palabras fue lo que me sacó de mis profundos pensamientos.
- No molestes, Paulina -le dirigí la palabra por primera vez. Me levanté de mi asiento para irme a tomar agua, pero aquella estúpida me empujó con gran fuerza, haciendo que chocara con otra chica muy popular.
Bueno, lo que pasó después de eso lo resumiré. Me golpearon como nunca lo habían hecho. Pero...después de 5 minutos de dolor se convirtió en placer. En simples palabras me considero una masoquista.
***
Corrí a mi casa llena de energía, ¡Mi condena de tres años había finalizado! Llego a mi casa, cierro la puerta con seguro, a viento mi mochila a no se dónde y canto.
- ¡Y diré, ya no más escuela!
Subí a mi habitación contenta aún cantando esa pegajosa canción que inventé. Entré a mi baño y me dí un largo y relajante baño caliente. Al salir, me veo por el espejo y aún eran notables las marcas.
Suspiré rendida y me puse mi pillama.
Ya en mi cama, me arrope entre las sabanas. La ventana se abre cuidadosamente para no hacer ruido pero lo estava notando a pesar de su entrada. ¿Será el chico?
- Levántate -habló fríamente.
Yo a sentí confundida.
- Hola -saludé amigablemente- Me llamo Carolina.
Dicho eso, el me miró extrañado. Ninguno de los dos decía nada, hasta que él cedió.
- Te traje una sorpresa -dijo con voz escalofriante.
Yo me quedé parada, mientras lo único que podía hacer era observar cómo me entregaba mi supuesto regalo sorpresa.
Él metió un objeto por la ventana. Era muy largo pero igual regordete. Lo lanzó al suelo con fuerza para patearlo.
Miré extrañada al objeto. ¿Soy yo o tiene forma de un cuerpo?
- ¿Qué es? -pregunté con poco aliento.
- No preguntes, solo ábrelo.
A sentí atemorizada, me inqué y empecé a romper la bolsa negra de plástico que lo cubría. Poco a poco se podía ver color, hasta que llego al punto de encontrarme con el auténtico cuerpo de la zorra de Paulina.
Cubro mi boca con ambas manos para no gritar de horror. Ella estaba conciente con el cuerpo atado y un pañuelo en la boca.
- ¿Qué es esto? -le pregunté en susurros horrorizada- ¿Qué clase de sorpresa es ésta?
- Es tú venganza -respondió con voz seria pero a la vez juguetona- Te dejé el pez más grande.
¿Cómo que me dejó el pez más grande?
- No entiendo.
- Yo me encargué de matar a sangre congelada a las otras colegialas con poca dignidad.
Retrocedi a rastras, ahora todo me queda claro. El es él asesino.
- ¿Qué les hiciste?
El soltó una risa tan exagerada y diabólica.
- Lo que merecían. Sufrir hasta morir. Ahora, quiero que hagas pagar por todo lo que te hizo ésta ofrecida sin vergüenza.
Mi sangre se congeló al escuchar tan frias palabras. Yo, por lo qué más quisiera, no lo haría. Ella empezaba a moverse como una lombriz mientras hacía el mayor esfuerzo par gritar. Una parte de mi quería golpearla pero por otro parte quería asesinarla.
Le pateo la cabeza lo más fuerte que pude, pero sin dejarla inconsciente. Él chico de suéter blanco con sangre me ofreció un cuchillo; se la quité de las manos y la apuñale en varias paryes del cuerpo, dejando los órganos para el final. Ella gritaba desesperada, me encantaba escucharla y ver como sufría. Me sentí llena de vida al hacerlo, pero aún no acabo. Le apuñalo el estómago y le hago un corte vertical haciendo que viera sus órganos. Le empecé a quitar parte por parte y pronto mi cuarto parecía una matadera. Y así lo hise, hasta dejarla vacía. Tomo aire y jadeo a la misma vez, la volteo a ver y me encuentro con la enorme sorpresa de que seguía viva.
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Face to Face ||Jeff the Killer||
RandomSiempre sentí un escalofrío recorrer por mi espina dorsal al sentarme y ver la luna, pero no me importaba, por que de alguna forma me sentía segura. Soy la típica chica timida y reservada. Pero, ¿saben qué? no soy tan cliché, después de todo, en mi...