3.

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El cuerpo de Paulina dejó de moverse después de unos segundos. Al ver mis acciones, me da temor sobre lo que me vaya a caer ante la ley. Dejo caer el cuchillo, tropiezo y termino cayendo en un charco de sangre.

El chico de suéter blanco se me acercó e hizo cuclillas, tomó su cuchillo y empieza a jugar con ella.

- Tú ira es grandiosa -habló el pelinegro.

- ¿QUÉ MI IRA ES GRANDIOSA? -le pregunté sobresaltando todo- ¡MIRA LO QUÉ LE HISE! -le señale el cuerpo sin vida.

- No hagas alterarme, niña -dijo poniendo la punta de la cuchilla en mi cuello.

Tragué hueso nerviosa, cierro los ojos y suspiro.

- Adelante, matame.

Dicho eso, él se sorprendió y alejó la cuchilla lentamente de mi piel. Su mirada me decía todo, mientras él no decía nada. Cuándo parecía qué se iba ir, es cuándo tomo valor y lo tomo del brazo.

Al sentir mi tacto en su piel fría, se voltea bruscamente y en un acto veloz me corta el brazo ligeramente. Ahogo mis gritos de dolor y lo dejo arder.

- No te conviene mi presencia -habló fríamente- Cuándo llegue la policia, dile que fui yo.

- ¿Quién eres?

El soltó una risita diabólica.- Jeff the Killer.

- Jeff... -susurre.

Al posarse en la ventana, me dice de forma fria.- Ve a dormir.

El desapareció dejando un eco de su voz en mi recámara.

Permanecí toda la noche tratando de limpiar la sangre de mí cuarto, y como dijo Jeff the Killer, la policía llegó. El forense se llevó el cuerpo de mi enemiga, dejando un peso de preguntas hacia mí. Contesté la verdad, toda la verdad, pero no sabía si decir que fui yo la que la mató, o si fue Jeff. Tomo fuerza de voluntad y contesto.

- Fui yo.

Eso fue todo para que me pusieran las esposas y me metieran al auto policial. Mi padre quería que me liberaran, yo ni siquiera sé lo que estaba pensando.

Al llegar a la cárcel, me quitan todo lo que tenía, y no era mucho. solo tenía mis gafas, un broche y dos pulseras. Me pusieron el apestoso uniforme color anaranjado y me metieron en una celda fría y humeda.

Esto será un largo medio año.

Me recoste en la colcha y me arquie para agarrar calor conmigo misma, ya que como dije anteriormente, hacia frio y era humedo, y yo no tenía ni una manta.

Miro al mi alrededor y estaba totalmente oscuro. Y lo único que me daba pistas para saber que no estoy sola, eran las voces de las personas "delincuentes" de otras celdas.

Mis tripas rugian del hambre, y mi boca sedienta.

¿Por qué mierda no comí y no tomé agua antes de venir a éste verdadero infierno?

Miro una esquina de la habitación y si mi vista no me falla, habían dos ojos que me observaban y unos labios que me sonreían macabramente.

-¿Jeff? -pregunté confundida.

El se me acerco y por la luz de la luna dejó verlo con más claridad.- Así es.

Yo sonreí casi sin aliento y cerré los ojos.

-Es hora de que me vaya a dormir.

-No.

Abrí los ojos para responderle, y lo que vi me sorprendió mucho. El chico con la piel blanca como la nieve se había quitado su suéter.- Pontelo.

Yo quedé anonada.- No, es tuyo.

-¡Qué te la pongas he dicho! -me ordenó.

Yo así lo hice y me puse su suéter salpicado de sangre. Me sentí tan bien sentir calor en ese momento.

-Ahora -habló el asesino-, ¿por que no me culpaste?

-Por qué tu no hiciste nada.

-Niña tonta, yo soy un asesino fugitivo, jamás podrán alcanzarme. Y tú, mirate. Yo te ordené que lo hicieras.

-Pero no me importa, lo hubiese hecho de todas formas.

El me miró con mucha atención y pegó su frente junto a la mía, me tomó de los brazos hasta quedar cara a cara. Yo me quedé congelada con las mejillas ardiendo como mil soles, mientras que Jeff sólo sonrió.

-Te sacaré de aquí.

Continuará...

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⏰ Última actualización: Mar 03, 2016 ⏰

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Face to Face ||Jeff the Killer||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora