CAPÍTULO 16

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Los sueños también son pesadillas


Sharif miraba por la ventana como de nuevo su hermana, o mejor dicho mediohermana, se preparaba para partir de nuevo

Era un buen día, soleado y sin muchas nubes. Era evidente de que a pesar de las frías temperaturas en el resto del continente, en Dinia las cosas no eran igual. Belisa esta vez se iba sola, le gustaría pensar que así sería más fácil de matar pero las cosas no eran así. La gata se convertía en leona a la primera oportunidad.

Su padre estrechó entre sus brazos a su hermana y le sonrió. No había nadie más para despedirla. No era el primer viaje que hacía sola, no se preocupaban mucho por la seguridad de la princesa, sabía defenderse perfectamente. Y para Sharif, era mejor que su medio hermana se fuera lo más lejos posible, así tenía una cosa menos de la que preocuparse.

Belisa se subió a su caballo y partió desde la puerta del palacio hasta la ciudad y después hasta solo donde el Supremo sabría. El Supremo, ese Dios por encima de ellos que le había provocado tanta desdicha en su vida desde su nacimiento gracias a su hermano Orev.

Si Ayla y Alan eran el sol y la luna de su majestad Zafir, Orev y Sharif eran aún más contrarios. Uno era el propio desierto cubierto de llamas y el otro era el agua que tanta vida brindaba a la humanidad.

Solo podía pensar en su plan, en como se desearía de todos y de todo. Pero, había un inconveniente, pues a pesar de haberlo planificado tantas veces nunca conseguiría que tuviera éxito. Siempre el propio Sharif encontraba un punto débil para su plan. En todos encontraba algún fallo, y en todo acaba muerto a manos de alguien.

Sharif suspiró y empezó a caminar hasta llegar a su cama y dejarse caer sobre esta. Era grande, con cojines acolchados de diferentes colores y tamaños. El príncipe abrió un poco los ojos y se vió allí junto con Nut hacía tantisimos años. Corría el año 234 después de la unificación del rey Uriel, y los príncipes del desierto se habían casado en el 140, un año después de que su pequeña hermana, Belisa, naciera.

Recordaba como era Nut. Con el pelo siempre recogido de manera tan elegante, un pelo tan negro y largo que hacía que su piel clara se viera aún mejor. Nut e Ilia eran unas gemelas identicas que eran muy díficiles de diferenciar, eternas y bellas. Eran perfectas como futuras príncesas, pero lo que no se tenía en cuenta esque ambas iban detrás del mismo rey.

Sharif hundió la cabeza en el colchón recordando a su antigua amante y apretó los puños. Su hermano siempre se lo arrebataba todo. Nut lo había engañado por ambición pero seguía defendiendo que lo amaba, que amaba a su marido sobre todas las cosas de este mundo y del siguiente, pero para Sharif la traición sólo podía pagarse de dos manera, y era la muerte o la esclavitud. Nut nunca habría aceptado dichos destinos para ella misma ni para su hijo y como no, fue su padre el rey Rajesh quien interfirió. Maldito viejo eterno, siempre hablaba por su hijo mayor y se olvidana del pequeño. Maldito padre y creador que nunca había pensado en él.

Cuando Sharif se enteró que Ander no era su hijo, el pequeño contaba con dos años de edad y era imposible tocarle un pelo. Sharif era solo Sharif, y Ander tenía como defensa a más de una familia entera. Familia, lo que nunca Sharif había tenido.

El calor era algo que no salía de él. La sensación de fatiga era cada vez mayor. La noche no tardó en tenderse sobre el mar del desierto y el príncipe no tardó en caer dormido.

Sharif estaba de nuevo en su habitación, mirando por la ventana. Dio un sorbo a la copa que tenía en su mano derecha y sonrió gustoso de sus vistas hacía la capital. Alkaina brillaba, su mercado rebosaba de vida, el sonido de las fuentes apaciguaba a las más feroces bestias y por supuesto, no le faltaba al nuevo rey de una buena compañía.

Casta: Dulce VenganzaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora