Cap 019. Luces y sombras

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Kiara
Despierto luego de un sueño terrible, mis manos temblaban y mi corazón latía a mil por hora. Intenté reunir mis pensamientos, intenté respirar tranquila pero no podía
El sudor caía por mi frente como gotas de agua. Mi respiración estaba agitada, mi cuerpo temblaba, el aire me faltaba. El corazón seguía latiendo a mil y sentía una debilidad en todo mi cuerpo que no  era normal. Me levanto de la cama y me paro frente a la ventana intentando regular mi respiración
— ¿Ki estás bien?— susurra Isabela
— Yo... n... no puedo respirar.— murmuro  con la respiración agitada. Isabela me abrasa y pone su cabeza en mi hombro, con una mano acaricia mi pelo
— está bien.— ella susurra.— Respira.— ella  susurra
Ella comienza a contar del uno al 10 y de vuelta, yo le sigo el ritmo y cuento junto a ella con los ojos serrados mientras regulo mi respiración. Las manos dejan de temblarme y me enfoco en respirar poco a poco, abro y sierro los puños mientras inhalo y exhalo. Abro los ojos y me permito ver el resplandor de la luna
Mi hermana  me aprieta contra si
— ¿Estás bien?— ella susurra pasando sus dedos por mis brazos
— Tube una pesadilla.— susurro y muevo el cabello que se pega como agua en mi rostro
— Es un poco raro que tengas estas pesadillas.— ella se sienta en la cama, analizándome
— Tube una pesadilla pero creo que es una visión.— susurro perdiéndome en la vista de la luna
Isabela me mira pensativa mientras juguetea con un mechón de cabello entre sus dedos
— Puede que tus sueños ayuden a encontrar dónde está mamá y papá.— ella susurra
Entonces, algo en mi cabeza hace clic
— Alístate Bela, saldremos.— sonrio  y camino al armario
...
—¿Me explicas porqué me levantas a las 2 de la mañana?— se queja Liam. Isabela lo fulmina con la mirada
— Deja  de quejarte.— ella se crusa de brazos con el ceño  fruncido
Santiago y yo nos miramos y el resopla
— ¿puedes manejar?— el  asiente y hace caso
Al menos no es tan gruñón
— Tengo ambre.— Santiago se queja
— A la próxima voy con otra persona.— Liam la fulmina con la mirada
— siempre quieres cambiarme.— ella lo mira mal
Yo hago una señal para que se callen y gracias a Dios ambos hacen caso
Me fijo en la luz de la luna. De repente, un caballo blanco aparece entre las sombras y mi corazón se detiene, se pausa
El caballo era totalmente blanco, tenía un aspecto listo para ser cabalgado pero estaba solo. El caballo se paró frente al auto y Santiago trató de evitarlo, con una mano lo detengo
— Para.— digo seria
Me bajo del auto y me acerco al caballo. Al principio se ve algo asustado pero cuando paso mi  mano por su nariz el caballo se relaja. Se pone frente a mí y yo asiento
— ¿Tengo que ir sola?— lo miro  a los ojos como si pudiera entenderme
_Solo tú y Isabela_
Una voz calmada susurra en mi mente y en ese momento me doy cuenta que es una yegua. Asiento y señalo que se bajen todos del auto. Los chicos lo hacen y se acercan a mí
— Iremos  con el caballo, ustedes se quedan.— susurro, Isabela asiente pero los chicos dudan.— No hay tiempo, si pasa algo tocamos la pulsera.—
Ambos asienten sin estar del todo convencidos pero vuelven al auto y desaparecen en la oscuridad. Yo me subo primero al lomo del precioso animal y luego se sube Isa
La yegua toma camino rápido. Mi cuerpo se tensa al ver como nos perdemos en la oscuridad de la noche. Las calles estaban vacías y el silencio reinaba en ellas, no sabía a dónde íbamos
...
Llegamos a un bosque en medio de la nada, mi cuerpo se tensó, pero aún así nos bajamos del lomo del animal con los ojos entreserrados

En la oscuridad del bosque

Las sombras se alargan entre los árboles, y el susurro del viento entre las hojas suena como voces lejanas. Miro a Isabela, quien parece igual de nerviosa.

— ¿Estás lista? — le pregunto, intentando infundir un poco de valor en nuestras miradas.

Ella asiente, aunque sus ojos brillan con una mezcla de miedo y determinación.

El ambiente se siente denso, como si el bosque mismo estuviera conteniendo la respiración, esperando. Un crujido a lo lejos me hace girar la cabeza, el corazón latiendo aún más rápido en mi pecho.

Internado Málintón, profecías#2 . *en edición* Donde viven las historias. Descúbrelo ahora