Kiara
Algo frío se desliza por mi cuerpo y abro los ojos de golpe. La cara de David me observa divertido desde arriba. Su sonrisa me da ganas de darle un puñetazo.
Me levanto de la cama y lo fulmino con la mirada; mi pijama de conejitos me hace ver mucho menos intimidante, pero aún así me cruzo de brazos.
—Oye tú —digo, enojada, y él se ríe.
—Oh, vamos, pequeña, es tu último día aquí. Tenía que hacerte una de las mías.
Me río, y él sonríe.
Sin aguantarlo más, me lanzo a los brazos de David sin pensarlo mucho. Mi hermano, sin dudarlo, me envuelve en sus brazos, y me siento en casa como siempre.
—Te voy a extrañar —él me aprieta más fuerte.
—Yo también, pero tengo que dejarte ir.
—Entonces suéltame y déjame ir a ducharme.
Él no se mueve.
—Dame otro rato para despedirme de mi pequeña.
Asiento y me quedo en sus brazos.
...
Después de un abrazo tremendo con mi hermano, me dirijo al baño. Odio las despedidas y, aunque sé que esta no es una despedida real, siento que lo es. Me meto al baño, me doy una ducha, lavo mi cabello y mi cuerpo. Después salgo, envuelvo mi cabello en una toalla y mi cuerpo en otra. Me siento en el tocador, desenredo mi cabello, aplico cremas en mi cuerpo, y, al terminar, camino hacia mi armario, que está casi vacío, excepto por algunos pijamas y otras cosas que dejé para cuando venga los fines de semana.
Ya lista, bajo las escaleras. Al final, opté por un top blanco y unos jeans. Al bajar, me encuentro a mi mejor amiga y a mi madre viendo la TV juntas. Sonrío y abrazo a mamá.
—Te voy a extrañar tanto —cierro los ojos e inhalo ese olor que para mí es el olor a hogar que desprende mamá.
—Y yo a ti.
Aunque no la veo, sé que mi madre sonríe y me aprieta más.
—Bueno, señorita, es hora.
Me separo de mamá y corro hacia mi padre.
Él me abraza. Cuando nos soltamos, agarra las maletas de Isabela y las mías. Isa sonríe y salimos de la casa.
Al llegar al aeropuerto, me despido de mis padres y los de Isa. Cuando llego a mi hermano, las lágrimas bajan por mis mejillas sin que les dé permiso. Él me aferra a su cuerpo y deja un beso en mi cabeza. Luego, Isabela se despide, y las dos agarramos nuestras maletas y abordamos el avión.
—¡Irlanda, allá vamos! —Isabela asiente, y el avión despega.
...
Al llegar a las puertas del internado, sonrío. Unos guardias nos observan de arriba abajo. Nosotras les mostramos las identificaciones, y ellos llaman a alguien por la radio.
Cuando una de las puertas se abre, una chica rubia aparece. Su cabello es rubio y le llega hasta la cintura. Lleva un maquillaje sencillo que supongo cubre algunas imperfecciones. Tiene unos ojos azules hermosos y largas pestañas; su cuerpo es bonito y su sonrisa perfecta.
—Bienvenidas al internado Málintón, chicas.
Isa sonríe y yo asiento.
No me culpen; sigo algo dormida.
—Me da gusto que hayan elegido estudiar aquí. Síganme, les mostraré un poco de la escuela.
Ella abre la puerta y nosotras la seguimos. Nos da un recorrido por la escuela: nos muestra las canchas de fútbol, básquetbol, tenis; la piscina donde se practica la natación; algunas tiendas donde podemos comprar comida; los diferentes pisos del internado; la biblioteca. Luego nos entrega una tarjeta para abrir nuestra habitación y nos guía hasta la misma.
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Internado Málintón, profecías#2 . *en edición*
WilkołakiKiara y Isabela viven en Londres desde que tienen memoria. Cuando están a unos 2 meses de cumplir los 16 las chicas deciden irse a estudiar al internado Málinton. Y entonces... Lo vi a él y mi mundo calló en picada. Supe asta lo que no quería saber...