════ ∘◦❁Prólogo❁◦∘ ════

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Hace doce años

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Hace doce años

Los motores de las motocicletas rugían en la calle rompiendo la quietud de la noche, haciendo vibrar las paredes cercanas. Voces de hombres comenzaron a extenderse a través de las ventanas, mezclándose con el olor intenso del cigarrillo que flotaba en el aire.

Tenemos que llevarle su cabeza de trofeo. —Una voz gruesa se escuchó cerca de la puerta principal.

Mis sentidos se empezaron a alarmar.

Sí, debemos demostrarle de lo que somos capaces por meterse con nosotros. Se arrepentirá toda su vida. Mencionó otra voz.

De repente, la puerta estalló con una violencia aterradora, como si la misma furia del infierno se desatara sobre mí. El estruendo resonó en mis oídos, dejándome aturdida. Instintivamente llevé mis manos hacia ellos, esperando a que el zumbido producto del estallido se desvaneciera lentamente.

El silencio que siguió al estruendo era casi más aterrador. El pánico comenzó a extenderse por mi cuerpo. Mi corazón comenzó a latir con fuerza, cada pulso enviaba una oleada de adrenalina a través de mi cuerpo. Intenté moverme, pero mis piernas parecían haberse convertido en plomo.

Cuando creí que nada peor podría pasar, un grupo de hombres armados ingresaron por la puerta. El fuego de sus armas comenzó a iluminar la habitación, convirtiendo cada rincón en un escenario de caos y desesperación. No hacía falta palabra alguna para comprender sus intenciones; el rastro de devastación que dejaban a su paso hablaba por sí mismo.

Mis manos querían aferrarse a cualquier cosa a mi alcance en busca de estabilidad. Intenté controlar mi respiración, tomar aire profundamente y exhalar lentamente, pero cada intento se sentía insuficiente. La desesperación se arremolinaba en mi pecho, amenazando con ahogarme.

El estruendo de las balas a mi alrededor me hizo volver a la realidad. Cada disparo era una delgada línea entre la vida y la muerte, debía moverme a un lugar lejos de la lluvia de balas. 

Mis piernas temblorosas mostraban indecisión en cada paso. Mientras intentaba calmar a mi tembloroso cuerpo, que no colaboraba con una simple tarea, un individuo se interpuso en mi camino. Su imponente figura proyectaba una sombra que envolvía mi pequeña silueta, y sus ojos revelaban la malicia que ocultaba. Era como ver a un demonio atrapado en un cuerpo humano.

—Hola, pequeña —dijo con un tono amigable, pero su mirada parecía devorarme—. ¿Qué haces aquí sola?

A pesar de mis esfuerzos, ninguna palabra lograba salir de mi garganta, como si el terror hubiera robado la voz que una vez fue mía.

—Acompáñame, si quieres seguir con vida —añadió, ahora con un tono completamente distinto, lleno de autoridad, dejando al descubierto sus verdaderas intenciones.

Mi Dulce y Peligrosa Devoción |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora