════ Capítulo 2 ─ Noche de caos ════

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PRESENTE

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PRESENTE

El ambiente del club atraía a todos los que se acercaban. Mis clubes no eran solo los mejor de la ciudad; eran sinónimo de lujo en cada detalle. Las luces bajas, el sonido de vasos chocando y risas que se perdían entre los murmullos. Era todo parte de la fachada, un lujo que ocultaba lo que realmente sucedía en los rincones donde las sombras se alargaban más de lo normal.

Dentro de cada club que poseía, había un área exclusiva. No se trataba solo de un espacio lujoso; era donde se tejían las verdades del submundo. Aquí se cerraban acuerdos que jamás se discutirían en una sala de juntas. No había juicios ni leyes. Todo lo que se decía en esas paredes moría allí mismo, cubierto por el perfume del dinero y el miedo.

Me abrí paso por la pista, un vaso de whisky en mano, pero mi mente estaba en otra parte. No en los cuerpos que se movían al ritmo de la música, sino en ella. La había visto a lo lejos, solo un instante, pero fue suficiente. Anastasiya. Después de tanto tiempo. Un destello de su mirada, y mi corazón se detuvo.

La chica percibió mi mirada fija en ella y, con una evidente expresión de incomodidad, se alejó de la pista. La distancia entre nosotros no era suficiente para ocultar mi interés en ella. Intenté seguirla, pero la multitud se cerró entre nosotros, arrastrándome en un laberinto de gente. Aún así, algo en mí sabía que no iba a perderla otra vez.

Al entrar en el área exclusiva, todo cambió. Las miradas, las sonrisas falsas, los saludos contenidos, pero sobre todo, esa hostilidad que se escondía bajo la superficie. No necesitaba palabras para entenderlo. Mi presencia incomodaba, y eso me gustaba. Los tipos como ellos jugaban a ser reyes, pero yo sabía que, en este lugar, el único trono era mío.

—Vitaly —dije, al acercarme a una mesa donde él conversaba con Maxim Ivanov, uno de los muchos que buscaban hacer tratos conmigo.

El aire se tensó con nuestra simple interacción. Maxim se levantó, un saludo educado y mecánico. No me interesaba lo que tenía que decir. Solo una cosa ocupaba mi mente ahora.

—¿Dónde está? —pregunté, directo, dejando el vaso sobre la mesa.

Vitaly me miró, sorprendido por mi urgencia. Sabía exactamente a quién me refería.

—Está aquí, en algún lugar del club. Vi sus movimientos en las cámaras. No escapará esta vez.

No respondí. Mi mirada ya estaba fija en otro punto del lugar. Los murmullos a lo lejos bastaron para llamar mi atención. Un alboroto en el fondo, algo que no cuadraba. Sentí la incomodidad de los invitados, y mi instinto me empujó a avanzar.

Los vi. Cinco hombres alrededor de una chica. Su risa era seca, venenosa, mientras la acosaban con palabras vacías que se mezclaban con el sonido de la música. 

—¿Hay algún problema aquí? —mi voz rompió el aire como el cristal.

Entonces, entre ellos, la vi a ella... Anastasiya, atrapada entre esos miserables. La furia que brotó dentro de mí fue como un fuego imposible de contener. Cinco contra uno, qué cobardes.

Mi Dulce y Peligrosa Devoción |EN EDICIÓN|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora