P R E F A C I O / I N T R O D U C C I Ó N

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La única manera de saber la identidad de un monstruo que se mezcla entre la gente, es estando a punto de morir a manos de él.

—Dayessi Piedra P.

Skailer es mi nombre, Dust mi apellido, y desde que fui adoptada vivo en el pequeño pueblo Wingstone, con mi padre y mi hermano mayor

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Skailer es mi nombre, Dust mi apellido, y desde que fui adoptada vivo en el pequeño pueblo Wingstone, con mi padre y mi hermano mayor.

Dejando a un lado las presentaciones, les diré cómo todo empezó.

Andy Stanley era líder del equipo de Basketball de la preparatoria. Él me gustaba bastante, y grande fue la sorpresa cuando se me declaró delante de todos. Ni siquiera titubeé, y comenzamos a salir.

Nos teníamos mucha confianza. Habían caricias y besos las veinticuatro horas del día, citas semanales, yo iba a ver sus partidos, él me pasaba a recoger en su auto para ir al instituto, y así nuestra relación nunca era aburrida; él siempre traía algo novedoso.

Aunque Andy nunca me presentó a su familia, yo sí le presenté a la mía. Era tan amigable y amable que logró dos cosas que ningún otro de mis novios habían logrado; a) sacarle una sonrisa a mi padre, y b) obtener la aprobación de mi hermano. Así que todo estaba bien...

Hasta que llegó nuestro aniversario de cuatro meses...

Verán.

Wingstone no es como los pueblos que ustedes conocen Está lleno de misterios, desapariciones, muertes y muchas reglas como, por ejemplo: «No salir de casa luego del toque de queda», a las diez con treinta minutos de la madrugada. U otra como: «Los menores de dieciocho años no pueden salir del pueblo, si no es en compañía de un adulto».

Entre todas hay una que realmente no comprendía: «No pasar por la calle octava».

Esa calle estaba abandonada y descuidada. Era raro, casi nadie se atrevía a poner un pie ahí, ni después de esa hora, ni en ningún otro momento. Se habían dado muchos casos de adolescentes con ansias de hacer este tipo de retos ridículos y pasar por esa calle; todos desaparecieron sin dejar rastro. Y lo peor es que las autoridades nunca se hacen responsables porque «para eso están las reglas, ¿no?».

Psicópatas.

Por eso mismo, todos cumplen las reglas al pie de la letra.

Andy Stanley me dijo que vivía cerca de esa calle y que tenía una sorpresa para nuestro aniversario. Pero tendría que ser cuando sus papás no estuvieran... en la madrugada.

Y yo acepté porque confiaba en él. Lo peor que hice. Porque después de ese día todo cambió, solamente por el hecho de saber que ellos están entre nosotros.

Están aquí justo ahora...

Y tienen hambre...

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