Me encontraba acongojado y muy nervioso, las manos me sudaban y los pensamientos que tenía se me hacían confusos, no podía ordenar mis ideas, ya tenía el anillo, lo único que me faltaba era buscar la manera de hacer la proposición de una manera muy especial, después de tanto pensarlo, ya lo había decidido, le pediría que fuera mi esposa dentro de una semana.
Cuando ya me encontraba tranquilo sobre ese tema, la vi, ella aún no me había notado, nos encontrábamos en una linda plaza, lo misma en donde la otra Antonela conoció a Eleazar Miwor, cuando se dio cuenta de mi presencia caminó en mi dirección, por reflejo escondí la cajita de terciopelo en uno de mis bolsillos, me sonrió amenamente.
-No pensé encontrarte en este lugar, pensé que estarías trabajando, eres una persona muy ocupada.
-Quise tomarme un poco de tiempo libre, mucho trabajo me haría daño, también pensaba llamarte para que saliéramos hoy- Antonela se sentó a mi lado colocando sus manos sobre su piernas- pero como ya estás aquí no será necesario que te llame ¿a dónde quieres ir? Puedo llevarte al lugar que desees.
-No es necesario, me gusta este parque, sería bueno quedarnos aquí, no me gusta tanto la extravagancia a la que tú estás acostumbrado... Si no te parece mi idea podríamos ir a cualquier lugar que tú digas.
-No te preocupes, aquí está bien- me levanté, le extendí mi mano, ella la sujetó con firmeza y me sonrió.
Caminamos tomados de la mano por todo el parque mientras hablábamos de cosas triviales, una chica que venía muy distraída chocó conmigo haciendo que las cosas de mis bolsillos salieran junto con la cajita de terciopelo, cuando me giré para ver a la chica que había colisionado conmigo, me sorprendí al ver a Gisel, estaba en el suelo, el choque la había hecho caer, entre sus dedos sostenía, la tan preciada cajita, vi un atisbo de tristeza en sus ojos, pero no lo pude atribuir a nada. Gisel no dejaba de ver la lo que tenían en sus maños, lo sujetó con más fuerza como si fuese a irse, Antonela le ayudó a levantarse, cuando Gisel se levantó su boca produjo un sordo gemido de dolor, se sujetó de Antonela para no caer.
-¿Esto es lo que creo que es?- preguntó Gisel retomando la compostura y esbozando una mueca en forma de sonrisa, no esperó a que yo le respondiera para que me contestara con otra pregunta- ¿ya le propusiste matrimonio?
Antonela que en todo ese tiempo no se había fijado en ese objeto, por estar ayudando a levantar las cosas que se salieron del bolso de Gisel, lo miró sorprendida. Gisel me miró con una sonrisa burlona borrando su anterior semblante, llevó dos de sus dedos de la mano derecha a sus sienes, rió por lo bajo antes de volver a hablar.
-Creo que arruiné la sorpresa, creí que ya se lo habías dicho, lo lamento mucho Antonela, no fue mi intención que descubrieras su propuesta de esta manera, me siento tan apenada- llevó su mano a su pecho demostrando lo mal que se sentía- soy una estúpida, me siento como si fuese la peor persona del mundo...
-No, no te sientas así, no fue tu intención- dije para no hacerla sentir tan mal- creo que a Antonela no le ha molestado ¿verdad?
Antonela se sobresaltó, estaba absorta en sus pensamientos mirando fijamente el anillo, Gisel la miró con sorna y luego me vio a mí., sacudió su vestido, lanzó su cabello hacia un lado y dijo:
-Creo que no le gustó que le arruinara la sorpresa...
-No es eso- dijo recobrando la compostura Antonela- s-solo que me tomó por sorpresa, no me esperaba esto- su nerviosismo se hizo notorio, jugaba con sus manos mientras hablaba- es algo...
-¿Qué dices? Antonela ¿Te casarías conmigo?- me arrodillé y le mostré el anillo, se sonrojó de manera muy dulce y sus ojos se llenaron de lágrimas.
ESTÁS LEYENDO
Amor artificial ©
Romance¿Serías capaz de desafiar a la muerte por amor? Devolverle la vida a esa persona especial puede no ser una buena idea y traerá malas consecuancias. Robots con sentimientos no son una buena opción. Amor artificial - (c) - Susana Delgado Andino Cód...