|Prólogo|

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- Hueles a sufrimiento -Dijo el niño frente a él.

- No sufro, solo estoy confundido -Le respondió Yoriichi con sinceridad.

- Tu si sufres, y mucho. En tu vida solo haz conocido el sufrimiento eterno -Le sonrió de manera adorable a pesar de sus feas palabras.

Iba a rebatir esa respuesta, pero sintió un tirón en la mano de parte del niño de pestañas rosas, el cual ya intentaba soltarse de su agarre desde hace varios minutos.

- ¡Suéltame!¡Secuestrador loco! -Le mordió la mano, pero apenas lo sintió.

Por lo general, los niños eran amables a su alrededor, y definitivamente no tan agresivos como este, pero entendía el porqué. No todos los días un hombre extraño te rescataba de un demonio y te llevaba agarrado de la mano, por lo que era comprensible el disgusto del niño.

Pero le gustaría que fuese un poco más... atento.

- No soy un secuestrador -Repitió por décima vez- Solo los estoy llevando a un lugar en el que pueden ayudarlos.

- ¡Mentiroso!¡Seguro nos llevas al distrito rojo para vendernos!¡Y te gastarás el dinero en alcohol para emborracharte!- Escupio enojado.

- ¿Qué es un distrito rojo? -Preguntó el niño rubio con falsa inocencia.

- Es un lugar para adultos, en la que hacen cosas raras -Respondió el tercer niño.

A su derecha llevaba al más revoltoso, frente a el iba el sonriente, y a su lado izquierdo estaba el más callado, y al que definitivamente no le quitaría el ojo de encima ni por un segundo.

- ¿Que tipo de cosas raras?

- Según mi padre, los hombres tienen sexo entre ellos.

- Aniue, ese no es el lenguaje apropiado para hablar.

- No me llames así -Se cruzó de brazos con el ceño fruncido- ¡Tu no eres mi hermano!.

Yoriichi suspiró muy abatido. Si eran hermanos, pero desde la perspectiva de Michikatsu, Yoriichi era un niño igual que el, y no el adulto que lo tomaba de la mano.

- ¿Los hombres tienen sexo entre ellos? ¡Que raro!.

- ¡Tu eres más raro!.

- ¡No!.

-¡Si!.

-¡No!.

-¡Si!.

- ¡Cállense!¡Los dos son igual de raros!.

- ¡Tu eres el más feo de los tres!.

- ¡No es cierto!¡Yoriichi, diles que se equivocan!.

Los tres se pusieron a discutir de nuevo. Si realmente eran así como niños pequeños, no se los podía imaginar como demonios adultos. Eran un pequeño terror.

Siempre había deseado tener hijos, pero por primera vez en su vida, se arrepentía de solo pensarlo.

Reencuentro || Demon Slayer Donde viven las historias. Descúbrelo ahora