El frío del desierto

3 0 0
                                    

Felizmente es jueves. ¡Ah! qué poco falta para el fin de semana. Quiero dormir, Mi Nino. Durmamos. Aunque sea un poco. Dormir, para no pensar. Para no sentir. Y más importante, para no llorar. Y es que aunque llorar ayuda a desahogarse, era tanto el dolor que a veces el llanto comenzaba a ahogarme. Ya ni eso bastaba para poder calmar mi dolor. Un dolor quizá justo ante la vida, por haberme arrebatado tanto, cuando yo a la propia vida, le quité a algunos de sus miembros por ser tan pero tan estúpida. No lo digo por ser mojigata, no. Lo digo porque creo que cada quien es feliz mientras haga lo correcto dentro de lo que quiera creer: Dios, Buda, Alá, el universo, la masonería, el orden cósmico, las más de 3mil divinidades indias, los cerros benditos, los árboles mágicos. etc. Y bajo mis creencias...yo hice varias cosas no correctas. Y ese era mi martirio. El error. Ya que, algunos pudieron ser corregidos, pero otros no. Y pagué muy caro el precio de los que no se pudieron corregir. Y es que el tiempo no vuelve, no vas a la tienda y lo compras ni hay forma de regresar en el tiempo (ya quisiera) y volver a empezar sabiendo qué camino es el que se tiene que tomar. La vida me cobró literalmente, ojo por ojo y diente por diente y yo solo estaba condenada a existir con todo lo que me arrancó. Condenada a vivir con el dolor, mas no con el sufrimiento porque cierto es que me llené de mil actividades por hacer para distraerme y así solo vivir con el dolor, mas no con el sufrimiento. Si yo me hubiera permitido tener tiempo libre..hubiera acabado en un hospital mental. Y es que el dolor corroe, Mi Nino. Hasta los huesos, así como el óxido corroe el metal. Te duele en partes que ni sabías que podían doler. Mientras descubría mi voz conforme pasaban los años, también descubría cuanto más podía doler a veces algo que creías superado. Cómo sentías las piernas temblarte, la inteligencia, abandonarte; la sonrisa, huirte y la fortaleza, dejar de acompañarte. En el abandono y en la soledad más genuina y más auténtica que podía existir. Un hoyo profundo, que me llevaba al centro de la tierra a hundirme cada día más y más.

No consigue entender este ser humano, mi estimado Mi Nino, cómo llegó a tener una realidad totalmente opuesta a todo lo que soñó. Calderón de la Barca decía que "La vida es sueño y los sueños, sueños son" pero mi realidad no era como mis sueños y mi existencia estaba muy lejos de poder ser llamada vida. Enfermedades, deudas, precariedad, tristeza, soledad, traición, decepción, incertidumbre...¿en qué se parece eso a la salud, a la abundancia, a la tranquilidad, a la felicidad, a la lealtad, a la ilusión y a la certeza? Te diré: ¡En nada!

Simplemente me sentía como un humano al que dejaron abandonado en mitad del desierto con una venda en los ojos. Caminando, dando tumbos, sin saber hacia dónde estaba el norte. Hacia dónde ir o cómo empezar la ruta que me llevase por el camino correcto hacia todo aquello que quise ser. No estaba ni a medio camino de serlo. Nadie me daba información precisa, yo la buscaba por mi cuenta y tampoco la encontraba. No tenía rumbo o meta planificada y  organizada porque tenía mucha carga que llevar y poca ayuda para llevarla como debía llevarse. Y lo más odioso: tenía que hasta depender de alguien, de su humor, de su voluntad y de su decisión. NO podía tomar decisiones por mí misma porque siempre tenía que pensar primero en si tendría los medios para decidir sin que venga alguien que me trunque todo porque me canceló el contrato, porque decidió pagarme menos o porque simplemente, no me tomaba en serio y porque no creía en mí. Y eso dolía. Y dolía mucho. Porque ese alguien, o esas personas desdeñaban todo lo que yo hacía a pesar de que les entregaba a diario prácticamente mi vida y para colmo...lo hacía con amor. En mi vida, menos de 5 personas lograron realmente valorarme. Y eso dolía, confundía, me aturdía. Me bloqueaba, me paralizaba y menos aún me dejaba avanzar. Me estancaba. Y como el agua estancada por varios días me sentía: apestada, incorrecta, inservible, llena de moscos que la hacían más y más hedionda. Eran esos los momentos en que la idea de abandonar esta exigencia y dejar de torturar a mi cuerpo y a mi mente, volvía a mí. Este ser humano ya no deseaba más de nada y al mismo tiempo, dentro de sí, aún lo quería todo. Porque se dio cuenta, de que se lo merecía. Cada una de las cosas bellas que soñó, se las merecía. Y dentro de su alma, algo clamaba justicia. Algo decía, que no era justo acabar así, harta y aburrida y pegándose un tiro en la sien. No era dable. No era justo. ¿Por qué yo tendría que terminar así? Sin embargo, seguía en el desierto con la venda en los ojos sin poder despegármela de la cara, sin saber qué era lo mejor y cuál era el siguiente paso a seguir. Imagínate Mi Nino, si tu estuvieras de pronto sentado solo en la Luna. ¿Cómo te sentirías? Lo dejo a la imaginación, pero no creo que bien. Hasta náuseas sentía por la desesperación de no encontrar una salida. Llegar a tocar fondo...deprimida y sola. Ya me había curtido tanto por el dolor, que aunque con signos vitales, por dentro me sentía muerta. Luego de todo lo que me quitaron, luego del tiro de gracia que me dieron. Yo, ya no era yo. Yo, había dejado de existir y solo mi cuerpo andaba por la simple razón que aún no moría. Ya no podía ni llorar como antes, estaba tan seca, partida en pedazos que ya ni las lágrimas internas brotaban. Ya mis ojos no las dejaban salir aunque sentía que llevaba muchas por dentro y eso era porque...porque...porque...ya no sé porqué. 

Me robaron hasta el derecho de llorar. Los ojos no funcionaban ya para eso. ¿sería que no tomaba suficiente agua? Quién sabe. Pero tú sabes Mi Nino, que aunque yo ya no estaba bien, SU partida, cuando se fue, se llevó todo de mí con sus maletas. Todo. Me dejó rota, vacía, aniquilada. Se lo llevó todo. Quizá algún día recupere la capacidad de llorar. Es tanto lo que tengo por llorar...quizá algún día, mi alma deje de sufrir estreñimiento y pueda llorar con libertad y expulsar todas las lágrimas estancadas, antiguas y podridas que yacen en ella. 

 En contraste, todos los días era la chica que se veía más joven de lo que era, con la sonrisa en los labios, bien vestida con prendas compradas hacía años, en la empresa de modas donde laboraba. La misma chica graciosa, elegante y que hacía reír a todos con su monólogo y que también hacía voltear a todos, con su voz cuando le tocaba cantar en aquel oscuro lugar. Pero nada era suficiente porque nada de lo que ganaba cubría todas las deudas que llegaban mes a mes, como si fueran período menstrual. Quería viajar, irme a otra ciudad o mejor aún, a otro país, pero no sabía cómo. Ninguno de la gente que yo conocía me daba realmente la mano para empezar de cero. Yo hubiera querido hacerlo sola, pero...recuerda Mi Nino, estaba en el desierto, sola, abandonada y con una venda en los ojos que no me podía sacar porque me la cosieron al cabello y solo daba vueltas y vueltas sin rumbo, sin destino y en algunas ocasiones, ya sin esperanza. Lo único certero a corto plazo, parecía ser la muerte.

El no pertenecerWhere stories live. Discover now