Solo... Quédate Conmigo || Underworld Office

El principio del fin - Mudanza

¿Alguna vez te has mudado?

Se siente horrible ¿verdad?

No es lindo reiniciar tu vida e
Y menos cuando ni siquiera sabes por qué te fuiste.

Era una completa... No lo iba a decir, no había sido educada así.

Bien, no podía ser tan malo, aún tenía a su padre, y seguramente viviría en una linda casa, nada lo podría arruinar ésta vez.

—______— llamó Henry a la chica —Ayudame a bajar las cajas— pidió el hombre.

—Claro... Ya voy— Habló la joven algo adormilada aún.

La muchacha bajó del auto, para encontrarse con una casa algo pequeña, no se comparaba en nada a la anterior, pero servía.

Estaba bien, y ese sería su hogar desde ese día.

No había un camión de mudanza, al parecer tendrían que comprar todo desde cero.

Y aunque el dinero no fuera un problema, ______ no era tonta, había algo raro, pero prefería ignorarlo, no quería arruinar nada más.

Estaba anocheciendo, cada uno eligió su habitación y se separaron para "ordenar" lo poco que traían.

La pecosa no acostumbraba a dormir en el suelo, ni era algo que deseara, y tendría que ser así hasta que lograran conseguir camas.

Según su padre, todo tenía que ser anónimo.

Era raro, muy raro, pues el hombre era bien conocido por querer llamar mucho la atención.

Siempre usaba ropa extravagante, llevaba muchos accesorios de oro y a veces iba a restaurantes al azar para invitar comida a todos los que estuvieran ahí.

Una cosa que odiaba mucho de su padre.

Sin mencionar que la había obligado a dejar la escuela a mitad de semestre, no quería repetir el grado, se sentiría patética.

(...)

—______ sal de la habitación... por favor— rogó una voz femenina, una que reconoció al primer instante —Rojita— Odiaba ese apodo, pero de alguna manera lo extrañaba.

—vamos, sal... Es tu cumpleaños, si sigues así vas a mantener satisfecho a papá, lo sé— la mujer se escuchaba al borde del llanto.

—pero— guardó silencio unos segundos —si sigues estudiando de esa manera también te vas a perder de muchas cosas, te lo ruego, sal de la habitación y te prometo que te vas a divertir, hay... Helado, creo— eso de alguna manera la lograba convencer.

Pero aún así, la muchacha se mantuvo en silencio.

La mujer suspiró —Avisame si cambias de opinión— dijo mientras se retiraba de la puerta aún cerrada y bajaba las escaleras.