呪われた魂 NOROWARETA TAMASHII.
❝Estamos hechos de forma y materia, si una deja de funcionar pereceremos. ¿Pero qué pasaría si la mitad de cada una se pierde? Ambas se maldicen❞
Aunque el clan Oda había sido relegado por sus actos crueles e inhumanos, nu...
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CAPÍTULO TRES: perspectiva. «Si cambias el filtro o giras la cámara... todo cambia».
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Maki.
Maki se sentía extraña con la presencia de la nueva maestra.
No sabía cómo explicar a detalle el revoltijo de estómago que le había generado escuchar aquel apellido; los movimientos suaves de Narue, su acento de provincia y su forma de ser tan atemporal se le acercaba a la palabra inquietante.
Narue no lucía como Maki esperaba que luciera una persona como ella. Su porte, sin duda, no era el de alguien que presentara las discapacidades que ella tenía, mas bien, era de alguien cuyo orgullo y confianza permanecían plenas: lucía tan segura de sí misma que era casi imposible creer que llevara consigo un bastón de color blanco y unas gafas redondas y negras. Maki no lograba concebir que no ver los ojos de Narue le brindara tantos conflictos en su cabeza, tantas preguntas.
¿Cómo podía existir alguien como ella? Se preguntaba Maki mientras caminaba con sus compañeros hacia el comedor de la escuela. Narue dirigía la caminata, los pasos que daba eran lentos y el sonido de su bastón lo único que se escuchaba de ella. Era la primera vez que Maki veía algo como eso, y mientras más lo pensaba, más se interesaba.
Desde siempre Gojō ha dicho que en los colegios técnicos de magia abundan los «casos especiales»: técnicas malditas que no se ven en los días modernos, consecuencias que el usuario puede sugerirle al mundo con dichas técnicas, líneas de sangre o maldiciones por exorcizar; Maki recuerda que ella forma parte de uno de esos archivos de «casos especiales», así como sus compañeros de clases, Okkotsu Yūta y Panda. Sin embargo, sus propios niveles de «especialidad» no se comparan con los de aquella nueva maestra.
O eso es lo que piensa Maki.
Oda Narue.
Maki no recordaba en dónde había leído aquel apellido, pero sabía que el escalofrío de su espalda al escucharlo no había sucedido por nada. Las sospechas de Maki incrementaron luego de la batalla en el campo de atletismo de la escuela; si bien la emoción de Maki había logrado superar las barreras de lo común y el interés se había convertido en lo más representativo de sus ojos, la lógica le decía que si continuaba embriagándose de esas sensaciones dejaría de ver los hechos como en verdad sucedían.
