Capitulo 3: "El pueblo"

108 13 1
                                    

[Roier]

Estaba intentando seguirle el ritmo a Celbit, él tenía razón. Era malo montando a caballo, ¿Cómo un caballero era malo en eso?, En realidad íbamos muy lento. Hasta que lo voltee a ver, sus facciones se veían agitadas y concentradas. Con el ceño algo fruncido. Sintió mi mirada y algo avergonzado se giró.
-¿Muy mal?, Disculpe Roier.-. Su voz se escuchaba agitada y áspera.
Asentí y él solo resopló.
-Trata de seguirme el ritmo-. Le dije mirándolo, y luego le dí un pequeño guiño de confianza.
Su cara de asombro se hizo presente a lo que fue rápidamente reemplazado por una sonrisa, en realidad no quería ganarle. Quería llevarlo al pueblo, claro que por él mismo no aceptaría. Tendría que hacer un poco de trampa.
-¿Ves aquí? corto un poco de camino, y siempre ganó-. Me giré un poco bajando la velocidad, asegurando que no se hubiera quedado muy atrás.
-Mi príncipe, ¿Me está dando ventaja? Que bondadoso.-. Después de eso Vi como se esforzaba por avanzar lo más que podía, su determinación era algo admirable, yo ya lo hubiera mandado todo a la mierda. Claro yo.
Aunque algo tonto al estar tan cegado en la competencia para no darse cuenta que no estamos yendo a ninguna meta, lo de menos.
No es la primera vez que uso está excusa para ir al pueblo, el instructor me ha mencionado el decírselo a mi padre Vegetta, pero lo convencí en que jamás volvería a pasar y que le daría un pequeño aumento.
Cualquier persona con aumento acepta, mágicamente Vegetta nunca se enteró. O eso creo.

Ahora era Celbit quien iba un poco adelantado, ¿Cómo se sabía la ruta?
Él en realidad estaba decidido a llegar a dónde sea con tal de ganar.
-Te estás desviando, sígueme-. Le dí una palmada en la espalda y él se quedó estático por un momento.
- Creo que debemos volver, su majestad. Podría ser peligroso.
-¿Ya tan rápido te rindes? ¡Anda!-. Hice que se detuviera un poco el caballo, él tenía una mirada dudosa.
-Mi Señor nos estamos alejando del castillo.
-Es un atajo, confía en mí.-. torció un poco la boca y siguió a paso lento, muy precavido.
Me moví un poco para que él se pusiera a lado mío, en realidad no quería estar vigilado de un caballero y menos uno de ese porte, siendo sinceros Celbit es de llamar demasiado la atención, su caballo, su armadura y no olvidar la espada que tiene, ese wey no es discreto, y no da para menos debido a que Vegetta es muy cuidadoso por no decir obsesivo con el cuidado, Sí así de sobreprotector es conmigo, no me imagino con la pobre Leonarda. Aún pensando en esto siento como Cellbit me toca el hombro cuidadosamente.
-Estamos yendo al pueblo.-. Dice al fin, joder, creí que este chico nunca se daría cuenta.
-Sí.
-Roier.
-¿Sí, Celbit?-.
-Debemos regresar Roier.-. Mi nombre salió de su boca con un suspiro pesado.
Era demasiado tarde para volver y encima ya era momento de dejar los caballos y pasar "desapercibidos": cosa que nunca logré bien. 'Principe visita el mercado' Lalala, por esas y muchas más mi padre ya estaba harto, lo puedo entender. Pero duele.
-Ya llegamos Cells, ¿No vienes?
-No. vamos, es enserio.
-Bien, no vayas. No me molesta.-. Honestamente sabía que mi comportamiento era irresponsable, pero pronto tendría un viaje probablemente largo, y necesito ir a ese pueblo, no lo puedo simplemente abandonar. No a ellos.
-No mi señor, debemos volver. El rey Vegett-
-Sí lo sé, sólo será un ratito.-.Me baje del caballo y lo agarre de la cuerda, había un pequeño lugar donde mis padres o los caballeros dejaban sus caballos para hacer algunas labores en el pueblo o solo salir a comerciar.
-Bien-. Tiró con un bufido seguramente agotado.
-mi príncipe, necesitamos estar encubiertos.-. Nuevamente abrí mis ojos con sorpresa, no me sorprendía. Pero feliz estaba.
-Sí. No te preocupes por eso, lo tengo bajo control. Esto es importante, gracias.-. ni siquiera tuve que mirarlo para saber que se venía la pregunta.
-¿Puedo preguntar porqué?
-Pues, hay gente aquí que me importa demasiado. Tendré un viaje pronto y no quiero dejarlos solos tanto tiempo.
-¿Dejarlos?-. Sonaba tan intrigado como confundido, él necesitaba una razón válida para no pedir refuerzos o quizás arrastrarme de vuelta al castillo.
-Amigos... Niños. Hay mucha gente aquí que le guardo cariño y estando en el castillo no tengo tiempo de comunicarme con ellos-. Solté un suspiro y lo miré, su mirada estaba en un revoltijo de dudas. Solté un risa pequeña.
-No te preocupes por mí, te juro que no es la primera vez ni tampoco será la última. ¿Tú quieres volver?
-Yo-o... Mi señor, Roier-. Corrigió volviendo a su semblante sereno-. será un breve momento, ¿Verdad?-. Su mirada esta vez se veía estoica.
-¡Claro!, Trataré de no tardar para no dar más problemas. Lo prometo-. Hice una reverencia, alzando un poco la cara y mirarlo a los ojos.
-Lo prometo.-. Repetí.
-Lo que usted diga, mi deber es protegerlo.-. Su típica frase, solo que ahora estaba adornada por una linda sonrisa. Celbit es alguien muy, muy impredecible eso es algo atractivo de él.
-Lo sé, ¡hay que darnos prisa entonces!-. Lo jale de la mano.
-Ten, ponte esto.-. Celbit miro dudoso la capa, pero apesar de eso lo agarro y rápidamente se lo puso, el suyo era verde oscuro con detalles dorados, combinaba extrañamente con él.
-¡Sé te ve genial!
-Gracias, mi majestad.
-No, no. Estamos encubiertos, Recuerda.
-Claro, Roier.-. Sus respuestas cortantes solo hicieron que asintiera y me pusiera mi capa.
-Deja la espada, se nota demasiado.
-Eso no puedo permitirlo. Sin esto no podría protegerte.
-Te prometo que dónde vamos no hay nada de que protegerme, es un lugar tranquilo.
-Perdone pero no puedo.-. Celbit me miró firme y supe que no podía hacer mucho con eso.
Cuando por fin cedí, empezamos a caminar por el mercado, le mostraba mis frutas favoritas y él parecía realmente cómodo en este lugar.
-¿Que opinas?-. Le mostré una anillo.
-Se te ve bien.
-¡Perfecto!, Me lo llevo.
-¡Ey!, Culero.-. El folclórico abecedario de Aldo, cómo no reconocerlo. Enseguida veo a Celbit aletarse y ponerse en guardia.
-Cuidado, príncipe.-. Dijo. Lo tome del hombro y le dí ligeras palmadas, su tensión se fue un poco y yo sonreí.
-¡Aldo!-. Corrí hacia él cuando lo ví abrir sus brazos en señal de un abrazo.
Creo que conozco a Aldo hace casi 5 años, lo raro, nadie de mi familia lo conoce, ni su nombre, ni su apariencia y menos como 'plebeyo', si bien Vegetta lo llamaría así.
-¡Mi Roier!, Pensé que irías a tu viaje y no volverías jamás.
-¿Eres idiota?, Cómo me iría sin un beso tuyo.-. Aldo cambia su gesto y levanta una ceja.
-¿A poco?, Ven. Hay que ir a otro lugar.
Usualmente cuando estoy con Aldo, rivers y Mariana hablamos en lugares algo aislados, para tener mayor libertad de hablar, en esta isla. Literal todos conocen a todos. Claro, menos los que no son de aquí. <Celbit>
-bien. Y... ¿Quién es él?

-Yo puedo ayudarte. [Guapoduo]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora