Complicaciones

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Todo el mundo nos observaba mientras nos dirigíamos hacia nuestros asientos, Kurt ya no se sentaba lo más lejos de mí como lo hacía antes, al contrario, lo tenía a tan solo unos cuantos centímetros de distancia. Sam se encontraba en la ultima mesa de la derecha, el me dedico una sonrisa y yo se la devolví. Me costaba creerlo pero ya no parecía tan enfadado como antes lo hacía cada vez que estaba con Kurt, incluso lo saludó.

-¿Que le hiciste a Sam para que dejara de odiarme de la noche a la mañana?- Susurró Kurt confundido.

-Solo fui sincero con él y le dije que...-

-Quiere que seas feliz aunque no estés con el.- Me interrumpió, lucía muy concentrado por lo que supuse estaba leyendo los pensamientos de Sam.-El en verdad te quiere.- Parecía sorprendido, al igual que yo. Me quede sin habla, me sentía un poco mal por no corresponderle como él hubiera querido pero las personas no deciden de quién enamorarse. Yo no decidí enamorarme de Kurt, sin embargo, lo hice.

-Sam es un chico divertido, inteligente, talentoso. Tiene defectos al igual que todos pero aún así es una gran persona, cualquiera se sentiría feliz de tenerlo a su lado pero yo no lo quiero de la misma manera en la que él me quiere a mí, el es solo mi amigo.- Le aclaré.

-Tal vez si nunca me hubieras conocido le habrías dado una oportunidad, el es lo mejor para ti.- Dijo en voz baja, pero lo suficiente como para que yo escuchara. Su rostro era serio pero en sus ojos veía dolor y rencor.

-Pero el hubiera no existe.- Lo contradije, no quería que se sintiera un monstruo o alguien peligroso porque para mí no lo era, Yo me encargaría de aliviar todo ese odio hacia si mismo porque aunque el no lo haya notado yo ya sabía que se sentía así, siempre lo veía en sus ojos. El me necesitaba tanto como yo a el, me encargaré de hacerlo feliz y ya no estará solo nunca más.

Nunca más.

 Le hice esa promesa en silencio y era una que planeaba cumplir sin importar que. En momentos como este anhelaba tocarlo con toda mi alma pero como siempre, me contuve.

-Tienes razón, el hubiera no existe.- Dijo con una leve sonrisa, su rostro tomo un aspecto más tranquilo. Ninguno de los dos dijo nada en los próximos minutos.

El Sr. Stirling entro por la puerta jalando una mesa con ruedas, en la cual había una gran televisión y un reproductor de DVD, al parecer la clase constaría de una película. La mayoría se relajó un poco ante eso. El profesor apagó las luces mientras introducía el disco en el reproductor.

Entonces, cuando el salón se quedo a oscuras, me di cuenta de que Kurt se sentaba a menos de 3 centímetros de mí. Mis ganas de tocarlo aumentaron, estuve a punto de no controlarme y extender la mano para sentir sus manos o su perfecto rostro en medio de la oscuridad pero crucé los brazos en mi pecho y cerré mis puños con fuerza. La película comenzó y dio un poco de luz, solo así pude verlo. Sonreí al ver que su postura era idéntica a la mía, el me devolvió la sonrisa, sus ojos aun brillaban en la oscuridad. Desvié la mirada, me sentía muy aturdido estando tan de cerca de él.

La hora se me hizo eterna, no pude concentrarme en la película, ni siquiera supe de que se trató, estaba más concentrado en remitir las ganas que tenía de tocarlo, por eso apretaba mis puños cada vez más. Le echaba un vistazo a Kurt de vez en cuando, el también parecía tenso. De alguna manera existía una corriente eléctrica en medio de nuestros cuerpos, mi brazo casi rozaba con el suyo.

Solté un suspiro de alivio cuando el señor Barner encendió las luces al final de la clase. Estiré mis brazos ya que los tenía entumidos. A mi lado Kurt parecía más alegre.

-Valla, que interesante.- Me dijo con una sonrisa.

-Si.- Solo asentí, no sabía de que hablaba. Supuse que de la película pero no tenía idea de que trataba.

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