Kriss caminaba arrastrando los pies mientras se dirigía a su edificio. Volver sola en un vuelo que había tomado acompañada no fue una experiencia buena. Nada que ella sintiera en aquel momento se podía definir como una experiencia buena.
Hay dolores que hacen que el alma duela, arda, queme y agonice. Dolores que son una astilla clavada en la uña y se asemejan más a una pesadilla que a la realidad.
Ella no sabía ni en donde estaba parada. ¿A caso podía confiar en el suelo bajo sus pies?, ¿quién más le mentía?, ¿quién más la engañaba?
La traición de Noha se sintió como una puñalada por la espalda. ¿Debía llamarlo Noha o Dean?, ¿a caso alguno de esos hombres era el verdadero?, ¿quien era en realidad el demonio que habitaba en su pecho?
Tenía muchas dudas y misterios que no podía resolver por sí sola, pero estaba tan cansada de pensar en él, que hasta su alma le pedía un descanso al corazón roto que lloraba la muerte de las mariposas.
—Llega antes, señorita Archer—la saludó el portero cuando cruzó la puerta del edificio.
Intentó darle una sonrisa amable.
—El festejo terminó antes—la voz tuvo unos tonos bajos, así que apresuró el paso para evitar preguntas. Subió al elevador y puso el número de su piso.
Las piernas le temblaban y los dedos de las manos se aferraban a su blusa para que los ojos no siguieran llorando. Llevaba unos lentes negros puestos para ocultar sus párpados hinchados y respiraba profundamente para relajar los músculos de su cuerpo tenso.
Había quedado con Rubí de tomar el desayuno juntas antes de que ella entrara al trabajo. Seguramente no tardaría mucho en llegar. Se había puesto en alertar después de la llamada que le hizo donde el llanto no la dejaba formar una sola oración coherente y sabía que su instinto protector la haría estar en el departamento antes de que tan siquiera rompiera un huevo para avanzar el desayuno.
Salió del elevador arrastrando la maleta y metió la llave en su puerta.
El olor fue lo primero que notó.
No tuvo que dar un solo paso para entrar porque ahí, a mitad del recibidor se encontró a Noha de pie con la misma ropa que llevaba puesta en la fiesta de su padre, la noche anterior. La tela se veía arrugada y tenía los ojos rojos un tanto hinchados. Quizás, si ella se quitaba los lentes, podrían jugar a quien se veía más destruido.
—¿Qué haces aquí?—preguntó negándose a entrar.
La maleta tembló en sus dedos inquietos.
—Ocupamos hablar.
Una risa amarga salió de los labios de la mujer.
—¿hablar?—sonó con desprecio—, hubo muchas cosas que pudimos aclarar antes, pero no fue así y ahora no es el momento.
Noha apretó los puños. Se veía devastado, confundido y un poco perdido. ¿Había estado bebiendo?, se preguntó ella cuando lo vio morderse el labio con violencia. Entonces una mano tomó al hombre por detrás, y se dio cuenta de que había un segundo chico. Era igual de alto que Noha, pero un poco más fornido. Estaba segura de que no lo había visto antes con el equipo de seguridad, pero tampoco era como que hubiese conocido mucho sobre su mundo.
—Ocupamos hablar—volvió a decir él.
El hombre detrás suyo parecía calmarlo y retenerlo.
De pronto le entró un miedo extraño que le heló la sangre.
¿Qué tan peligroso podía llegar a ser Noha?
—Estás casado, ¿qué más quieres decir?
—¿Podemos sentarnos?—señaló el sillón junto a él.
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El Juego De Rubí | Juegos De Seducción II |
RomanceY cuando por fin se besaron, el mundo explotó. NO LEER INTRODUCCIÓN SIN HABER ACABO EL PRIMER LIBRO