Único.

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Pared blanca, un cuadro con margaritas, madera, luz, vacío. Parpadeó un par de veces para eliminar las lagrimas que se acumulaban en sus ojos, estaba solo dentro de su cuerpo, lo había perdido todo. La habitación que una vez le pareció su hogar, su lugar seguro, el espacio en el que el amor florecía y dejaba atónito a sol por su brillo, ahora era solo un cuarto solitario y frío; todo seguía igual, las pinturas, la alfombra, las lamparas, incluso sus pantuflas afelpadas que nunca usaba, pero de algún modo nada era lo mismo.

Se sentía vacío, ahora él mismo era un cuerpo frío, lleno de mobiliario pero carente de habitantes.

La puerta se abrió llamando su atención, el pelinegro apareció inexpresivo dentro de la recamara en busca de sus objetos personales. Lo perseguía con la mirada, él seguía siendo el mismo hombre encantador de siempre, el mismo del que un día cayó enamorado, incluso podría decir que se convirtió en una mejor versión de sí mismo. Pero algo era diferente, sus ojos tristes no lo llamaban agritos como antes, su piel no suplicaba por ser tocada.

Su corazón no le reclamaba su ausencia.

¿Había convertido al amor de su vida en una habitación vacía, de ventanas húmedas y un interior descuidado? ¿Lo había llevado a ser como él?

No pudo contener más las lagrimas dentro de sus ojos marrones, sus pensamientos ganaban una vez más. Changbin le escuchó sollozar desde su lugar, atendiendo a su llamado implícito en los jadeos; se acercó a su cuerpo pálido por la escases comida y sol, levantó su rostro con una mano para sostener su mirada con la propia.

- ¿Felix, qué sucede? - Le pregunta sin levantar la voz.

Entre susurros y lloriqueos, replica: - Te estás marchando.

Changbin gira un poco su cabeza en señal de desentendimiento, retira su mano de la barbilla contraria y aclara: - Es lo que me pides que haga, ya no me amas, Felix.

- Pero... - Musita - Te amo como nunca he podido amar a alguien, más de lo que mi cuerpo puede tolerar, tanto como las nubes aman al cielo. ¡Yo no amo a nadie que no seas tu, Changbin!

- No dudo de lo que dices, lo sabes - Afirmó sosteniendo sus manos para evitar un desborde. Besó sus manos con suavidad, como siempre hacía durante sus veladas a media noche en la terraza o en las citas a la heladería del parque central. Deseó que todo fuera un sueño por un momento, pero la verdad no se borra por un deseó, jamás lo hace - Ser el amor de la vida de alguien no implica ser el único, no implica ser eterno, no implica que sea el último. Felix, nuestro amor es el inicio de algo, es verdadero y es lo más puro, significas el todo para mí, pero es momento de dejarlo ir.

- No quiero que te vayas, pero no quiero obligarte a quedarte.

- Lo sé, bebé. Sé que lo nuestro es especial, sé que siempre serás quien me enseño a amar, siempre seré para ti, pero ya lo has dicho, ha sido suficiente.

- No quiero dejar de amarte, pero mi pecho... no se agita cuando estás cerca - Lloró aún más, se odiaba. Su mente siempre hacía estupideces, sabe que no puede controlar lo que siente o deja de sentir, pero no puede evitar sentirse miserable por dejar ir lo más bello que ha podido tener, a su único amor. 

Changbin es su calma después de la lluvia, el sol que sale en la madrugada, la calidez de un abrazo y el frío de las noches estrelladas. Changbin es su canción favorita, sus cartas hechas a mano, él es su vida entera. Y lo ha dejado de amar, el espacio que él ocupa se está encogiendo y le ha forzado a abandonar su lugar dentro de su cuerpo. 

Changbin y Felix fueron el eclipse que ocurre cada nunca, dos almas que se pertenecen mutuamente pero cuyo tiempo se ha agotado. El reloj de arena corrió más rápido por las palmadas del pasado, y aunque la arena aún caiga, es de saber para ambos que su tiempo ha terminado.

- Felix, ama mi recuerdo, ama la sombra de mi en tu vida, los regalos que te di, los momentos que compartimos, ama la persona en que te convertiste conmigo y lo mucho que aprendiste del amor. Ama eso toda la vida, pero acepta que ya no cabemos los dos en nuestro hogar.

- Te veré en cada noche, te escucharé en cada canción, te sentiré en cada baile. No puedo dejar de amarte, aunque me sienta vacío. - Sus cuerpos se fundieron en un abrazo de despedida, sería la última vez en que sus corazones latieran al unísono tan cerca el uno del otro -Te amo, Binnie. Lo siento, en verdad.

 - No te preocupes, todo estará bien, Lixie.

Felix cerró los ojos un momento, sintiéndose a salvo nuevamente. Abrió los ojos en varios parpadeos, deseando parar de una vez su llanto. 

La frialdad de su cama, su habitación, su vida, lo golpearon sin anticipo. Estaba ahí, seguía ahí frente a la pared blanca, frente a las malditas margaritas, con esas feas pantuflas tiradas en el suelo. Tiró su cuerpo hacia atrás, dejándose caer en la cama de cualquier manera.

A veces desearía que todo fuese un sueño. También desea dejar de crear esos escenarios, desea dejar de crear finales distintos para su patética historia. Ojalá todo hubiese sido diferente, ojalá por una vez pudiese hacer que el tiempo retrocediera y así dejar de soñar despierto entre lagrimas.

A veces realmente quisiera haber tenido ese abrazo de despedida.


Trabajo mediocre pero honesto :D

Abrazo de despedida.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora