Tal vez que se encontraran no estaba escrito.
Tal vez no estaban hechos el uno para el otro.
Tal vez si eran esas razones.
Marc y Alba.
Él en la cumbre de su carrera. Un ganador. Acostumbrado a la fama, al éxito, a las alabanzas, pero, siendo un sol...
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"El romance de Carlos Sainz con una joven repostera, se conoció cuando ambos llevaban seis meses de relación. Lo habían llevado de una forma discreta y solo los más allegados sabían que estaban juntos. Alba solo lo había ido a verlo a competir, en contadas ocasiones, pero, fue en Mónaco donde se hizo oficial, cuando se la vio a ella en compañía de la familia de Carlos.
Pronto las redes se hicieron eco del romance, y proliferaron las fotos de la pareja, hasta que Carlos decidió que no quería exponer más a Alba al Gran Circo de la Fórmula Uno y limitó sus apariciones solo en las carreras que tuvieran lugar en Europa.
Sus convincentes razones, a ella le halagaron en un principio, pero después, la agobiaron hasta el punto que sentía que no disfrutaban de su relación como debían.
Cumplieron un año de relación durante el parón de verano, y en esa Isla Paradisiaca donde él la llevó, Carlos le pidió a su novia dar un paso más en su relación, y empezar a vivir juntos. No les costó adaptarse el uno al otro. Alba era feliz. Muy feliz.
Pero, todo se truncó, meses después, una tarde de mediados de octubre cuando ella llegó a casa después de un duro día en las cocinas del restaurante del padre de Iria en Madrid. Esa tarde, ambos se iban a Mónaco a celebrar el cumpleaños de Charles Leclerc, el compañero de Carlos.
Se encontró Alba a su novio, en el centro del comedor con sus manos en los bolsillos esperando la llegada de la chica.
- ¡Hola, amor! Me cambio y nos vamos –le dijo ella muy efusivamente. Se dio la vuelta para subir escaleras arriba, cuando su voz la detuvo.
- Alba. Ven. Tenemos que hablar.
Él pronunció las palabras más odiadas por toda pareja que se precie. Alba entró en el comedor con un horrible presentimiento y con los latidos de su corazón, palpitando acelerados.
- ¿Qué pasa? –le preguntó ella muy preocupada al ver la seriedad en su rostro.
- Alba, yo... lo siento, de verdad que lo siento...no quería que esto pasara, pero, ya no puedo más...
- ¿De qué estás hablando, Carlos?
Durante minutos, él le expuso que necesitaba centrarse en el final de temporada y dar todo de sí, si quería mantener el segundo puesto en la clasificación. Esperaba que un tropiezo de Max Verstappen, pudiera darle la victoria, pero para eso, tenía que trabajar más y dedicarse completamente a ello.
- Tengo que concentrarme en ganar, Alba. Hay algunas cosas en mi vida que tú no entenderías y no quiero hacerte partícipe de ellas. Y ahora mismo no voy a poder darte lo que te mereces. No eres tú, soy yo.
Alba lo miró con una mueca de desagrado mientras mordía sus labios procurando no llorar.
- Desde luego que no soy yo. Tú eres el que quiere terminar con esto.
