N/A: En esta historia escrita en mis momentos más esquizofrénicos habrá mucho OoC. Podrían creer que Sukuna no actúa de ciertas formas, pero la mente se me va a otros lugares con él y mi simpeo es muy fuerte, le rezo como sea. Así que, espero que les guste, y sino, son libres de buscar algo de su agrado. Besos en la cola💓.
Ha pasado un largo tiempo desde que mi pecho no late, después de todo está vacío. Un cascarón que si emitiera un sonido saldría hueco o quebrado. No tendría motivo por el cual pulsar, sería completamente ilógico si lo hiciera.
Eso nunca me había preocupado, entonces, ¿por qué ahora sí?, ¿qué ha cambiado? Lo que solía satisfacerme, de repente ya no me llena, generando un sentimiento incómodo y fastidioso. No poseo emociones, así que, es absurdo. Yo, el gran Ryomen Sukuna, rey de las maldiciones; pensando en trivialidades mundanas. Es simplemente inédito.
Me molesta. Repugnante. Asqueroso.
Me digo a mí mismo que es porque estoy harto de tener el mundo a mi merced, que sea tan sencillo doblegar al resto para ejercer mi voluntad, pero, el significado irrevocable de algo intangible me falta y debo averiguar lo qué es, para detener la perturbación de mi tranquilidad; evitar que me hunda y devuelva al lugar que pertenezco.
Me paseo por un pueblo remoto, entre los insignificantes humanos que ignoran mi majestuosa presencia. Seguramente no tienen la suficiente energía maldita para hacerme visible ante sus ojos, aunque, quizá es más reducido el grupo de personas que puede verme actualmente. Tal vez, ya los demonios no son tan imponentes como antes. Y por extraño que parezca, no me apetece cambiarlo.
Un sonido sordo capta mi atención, después de sentir como si una pluma me hubiera rozado, es entonces cuando me encuentro con unos orbes molestos, que me observan desde el suelo.
Una mujer, frágil y etérea. No se parece a ninguna belleza que me haya tirado antes.
—La carne de burro no es transparente. Mira por dónde caminas—Bufa desafiante, poniéndose de pie, me analiza por unos segundos que se sienten la eternidad que he vivido y da media vuelta para marcharse.
Debo estar indignado, iracundo, degollarla por su insolencia, pero no lo hago, mi cuerpo difunde un sonido que espero provenga de mi garganta, estoy curioso. Para cuando lo noto, tengo su delgada muñeca envuelta con mi mano.
—¿Eres una hechicera o una maldición?—Inquiero, casi ordenando que responda.
—No sé de lo qué estás hablando—Me mira como si tres cabezas hubieran emergido a mis lados.
Doy un respiro innecesario.
—Puedes verme—Añado, un tanto inquieto. Es peculiar, pero me siento empujado o atraído hacía ella por alguna fuerza sobrenatural.
Ladea su rostro suavemente, su semblante ha relajado los músculos dejando ver unas finas facciones místicas, el viento balancea con cuidado su melena, acompasando sus delicados movimientos.
—¿No debería poder hacerlo?—Pregunta enarcando una ceja. Y me abstengo de reprimirme mentalmente por estar siguiendo hipnotizado cada una de sus acciones y actuando al igual que un inútil mortal.
—No. Mira a tu alrededor, todos te están viendo a ti—Desplaza su perfil de un lado a otro, dándose cuenta que cada par de ojos está sobre su minúsculo cuerpo.—Creen que estás loca por estar hablando sola.
Sin embargo, no parece molestarle. Vuelve a encararme.
—No es nada nuevo—Confiesa.—Estoy acostumbrada a ser tratada así. Desde niña he visto cosas que humanamente no podrían ser perceptibles.
—Ser diferente no es malo. Te hace única.
¿Por qué he dicho esa estupidez? Dejo de maldecirme cuando veo una leve sonrisa decorar su rostro. Escucho otro sonido proveniente de mi interior. Me estoy comenzando a volver loco.
Imposible.
—¿Eres un fantasma?—Sus ojos se entrecierran, tiene las líneas de la frente hundidas con sospecha.
Dubito, no sé porqué lo hago, meto mis brazos en el kimono, soltando reticente aquel agarre que ejercía sobre la fémina, ahora queda una ausencia de su tacto que cosquillea en las yemas de mis dedos. Podría decirle que soy un demonio, una maldición. El puto rey de las maldiciones, que tengo un ejercito a mi disposición, que debe arrodillarse ante mí y venerarme para que le perdone la jodida vida. Que es un privilegio el estar bajo mi mera presencia y tiene que besarme los pies.
¿Qué me detiene?, ¿miedo? Eso no existe para mí.
—Algo así—Me limito a contestar, extrañado de mi confuso actuar.
Sus vidrios acuosos se cristalizan.
—Eso quiere decir que estás muerto.
No, técnicamente.
—¿Y?, ¿cuál es el problema?—No entiendo porque debería llorar por esa tontería.
—Es la primera vez que alguien me habla con normalidad, sin tratarme como un fenómeno y resulta que ni siquiera estás aquí realmente—Su voz se quiebra y mi cuerpo quiere reaccionar, pero lo impido.
De hecho yo también estoy sorprendido de no haberle arrancado la cabeza ya. Giro en mi propio eje dándole la espalda y comenzando a avanzar. Por algún motivo esto no me gusta en lo absoluto. Lo que ella me transmite, es tan conocido que me da náuseas, si es que pudiera sentirlas.
—¡Espera!—Me grita y miro por sobre mi hombro—Al menos dime tu nombre.
Me quedo callado. Cada palabra se siente como un paso en falso, por un suelo agrietado que se desarma con el andar de cautelosas pisadas.
—Sukuna.
Respondo con simpleza, desapareciendo justo bajo sus narices, no sin antes dejar que el viento arrastre su nombre al igual que un murmullo endeble que se pierde bajo el barullo de los mortales. Quitando un peso que no me dejaba seguir adelante.
Ridículo o cómico, no lo sé, pero qué irónico es que recordándote; me de cuenta que te he olvidado t/n.
Esto será como de 5-6 capítulos cortitos. No tiene un propósito, solo escribir dependiendo de mis emociones, sin un libreto o borrador. Por lo que, leerán mis tonterías de primera mano JAJAJAJA
Estaré feliz si se quedan por aquí💜
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𝑳𝑨𝑻𝑰𝑫𝑶 𝑪𝑬𝑹𝑶 ❥ 𝑹𝒚𝒐𝒎𝒆𝒏 𝑺𝒖𝒌𝒖𝒏𝒂
FanfictionEl recuerdo se evapora en los confines de la mente, pero, ni las distancias, el cielo o infierno, evitan que dos almas destinadas a vibrar juntas, se encuentren. [Sukuna x Lectora] •El personaje de Ryomen Sukuna le pertenece a Gege Akutami, todos lo...