- Único Capítulo -

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—Oye Satoru.. —Dijo el el pelinegro nervioso. Gojo volteo a verlo, sus ojos azul claro podían verle hasta el alma.

—Si, Sugs. —El albino le contestó con cariño.

—No es nada. —Geto depositó con cariño un beso en su blanquecina mejilla.
...

El sol mañanero se colaba por la ventana ubicada junto a la recamara, bañaba suavemente los cuerpos expuestos de dos jóvenes amantes abrazados uno del otro. Era un cuadro digno de una novela romántica como esas que solía ver la madre del albino.

Gojo había sido él primero en despertar (de puro milagro), Geto se encontraba abrazado contra su pecho, ambos estaban desnudos, habían hecho el amor la noche anterior y se habían quedado dormidos sintiendo el calor del contrario. Satoru observaba las finas facciones del azabache. Sus ojos se habían comenzado a abrir poco a poco, Geto levantó la mirada enfocándo sus orbes café en Satoru, curvó sus labios formando una gentil sonrisa.

—Buenos días. —Saludó el albino en un susurro. Surguru estuvo a punto de devolver el saludo pero entonces la puerta fue abierta con brusquedad por un azabache de ojos azules.

—Oye Gojo, ¿Dónde pusiste mi...? —Megumi se quedo estático, miró por unos segundos la escena, vió a su hermano mayor y su pareja (muy probablemete desnudos, pensó) abrazándose de muy cerca, demasiado cerca, estos se veían bastante apenados por su repentina presencia. Entonces algo hizo clik en la mente del menor.

—¡Lo siento! —Cerró la puerta de golpe. Los dos jóvenes se miraron avergonzados, estaban rojos hasta las orejas, el silencio abundó. Habían sido atrapados en una situación bastante comprometedora. Entonces Gojo fue el primero en romper el silencio.

—Perdóname, debí haber puesto seguro a la puerta. —Se excusó el albino. Ambos se encontraban sentados en la cama con las sábanas cubriendo de su abdomen hacía abajo. Gojo iba a vengarse de su hermano, sin duda, pensó. Geto sonrió comprensivo. —¿Te parece si continuamos? —Gojo le sonrió pícaro. El rostro de Suguru paso de uno amable a otro de decepción.

—No, gracias, ya es hora de que me vaya. —Dijo poniéndose de pie y tomando su ropa para ponérsela.

La había cagado ¿Verdad? Gojo se extrañó por el repentino comportamiento del azabache. Pues se supone que habían quedado de verse el día anterior ya que Geto le dijo que tenían que discutir unas cosas. Pero esas cosas habían terminado en un revolcón. Literalmente.

—¿Acaso surgió algo urgente del trabajo? —Preguntó Gojo con curiosidad.

—Nada, solo son... asuntos personales. —Le contestó a Satoru un tanto cortante.

—Está bien. Te veo en un rato supongo. —Gojo respetaba la privacidad de Suguru y sabía que aveces su manera de lidiar con las cosas era estar solo, seguro se sentía mal y dejarlo en paz era lo correcto ¿Esa era la solución, no? El albino le propició una sonrisa de amabilidad, la cuál Geto ignoró olímpicamente. Salió de la habitación y dejó a Satoru sonriéndole a la nada.

...

Gojo se sintió increíblemente estúpido. Había invitado a su casa a su mejor amiga de confianza para hablar sobre como su "relación" estaba comenzado a salirse de sus manos. Y ahí estaban uno al frente del otro sentados en su sala. Shoko Ieiri sabía perfectamente la manera de ser del albino, no era de extrañarse pues se conocían desde la preparatoria, sabía que Gojo a veces podía ser un narcisista, egocéntrico, o idiota (definiría su querida novia Utahime), también sabía que esto era debido en parte a no haber crecido en un ambiente familiar del todo "sano."

𝙰𝚗𝚝𝚒-𝚑𝚎𝚛𝚘 [𝚂𝚊𝚝𝚘𝚜𝚞𝚐𝚞] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora