Capitulo 4

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Es finales de mayo cuando piso otra vez en América. Hacen nueve años que me fui de aquí con Orion en el vientre y ahora vuelvo con él dado de la mano. Cuando salgo por el portón de embarque casi me caigo de la emoción. 

Allí de pie con una pancarta que pone: "bienvenidos a casa" esta mi madre, su marido John y mi hermano Paul. Se me empañan los ojos cuando los veo y es la primera vez desde que Tay murió que siento una pizca de alegría.

Orion corre a los brazos de mi madre y mi papa (es mi padrastro en realidad, pero siempre nos trató como sus hijos y él siempre ha sido nuestro padre, al fin y al cabo, padre es quien cría).

Les dan muchos besos y mi hermano viene directamente hacia a mí. Ya que sabe que abrazar a Orion será imposible, sus abuelos no le soltaran tan pronto.

"¿Hola bichito, que tal estas?" - me pregunta con su voz grave y me abraza.

"Estaré bien." - le contesto acurrucándome en su pecho y sintiendo la calidez de su cuerpo. Mi hermano mayor siempre me cuidó mucho y me siento segura en sus brazos.

Nos vamos al coche de mi madre, mi hermano va en su coche con papa y nuestras maletas. Aunque no he traído mucha cosa de Londres, tengo unas cuantas maletas con las cosas que tienen mayor significado emocional para mi o para Orion.

Después de cuarenta minutos llegamos a mi ciudad, Amberglow está en la costa, rodeada por montañas llenas de árboles y parques naturales. Solo se puede acceder a la ciudad por dos entradas que se encuentran opuestas. Es una ciudad pequeña, pero tiene todo lo que uno necesita para vivir. Tenemos cine, un centro comercial decente, bares y restaurantes, un teatro, es una ciudad pequeña, pero completa. Casi todos nos conocemos por aquí, o por lo menos los que viven aquí más de 20 años.

Es verdad que en la última década Amberglow creció mucho, pero no se ha perdido el ambiente de pueblo pequeño. 

Las calles son decoradas con árboles por todos los lados, no hay rascacielos, el edificio más alto, tiene cuatro pisos y es donde está el ayuntamiento y otras sedes públicas.

Bajo mi ventana y puedo respirar el aire puro y el olor a mar me trae muchos recuerdos. Cierro mis ojos y sin querer evoco a él. 

Mi primer amor, mi primera vez, mi primera decepción amorosa. Aparto de mis pensamientos estos recuerdos.

Llegamos a la casa de mi madre y bajamos todas las maletas. Sigue todo igual, la casa estilo costera, blanca, con su jardín y garaje abierto, se encuentra encima de un acantilado, la parte de atrás de la casa da con vistas al océano. 

Se escucha los niños riéndose y jugando abajo en la arena blanca y suave que es besada por un agua azul profundo. 

Pero lo mejor de todo es el atardecer, es lo más bonito de todo el mundo. Cuando el sol nos está dejando en manos de la luna, baña toda la ciudad de un color ámbar. De allí viene el nombre de nuestra pequeña ciudad. Amberglow (Resplandor ámbar). 

Ese resplandor ha visto muchas cosas. Muchas escenas de películas romántica y de drama también. Aparto otra vez los recuerdos que solo hacen daño. 

Sé que tendré que superar lo que me paso aquí, al fin y al cabo, puedo encontrarlo. O no. No sé qué es lo que fue de su vida, la verdad es que desde que me fui de aquí, no quise saber de nada, solo he mantenido contacto con mi familia, que iban a visitarme en Inglaterra. 

No quise saber nada más de nadie del pueblo, ya que mi única amiga de verdad, Vic fue a vivir en Londres porque quería estar cerca de mí y le surgió una muy buena oportunidad de trabajo.

Pero al final la he abandonado y he vuelto al pueblo. Aunque que ella me dijo que no se sentía así y que tenia su pareja y sus colegas del trabajo, yo si me sentía abandonándola allí.

En fin. Cosas de la vida. Pero ahora estoy de vuelta y esta vez no pienso dejar que las circunstancias me echen de donde quiero estar y de mi hogar, aunque tenga que enfrentar mis demonios del pasado, lo haré porque Orion y yo merecemos estar donde nos sintamos felices. Y este lugar es con mi familia, en el pueblo que he adorado toda mi vida y tiene el estilo de vida tranquilo que me gusta. 

Vivía en Londres porque era lo que necesitaba Tay. Me sorprendió darme cuenta de que lo único que me ataba a Londres era mi marido. No me había dado cuenta de que el lugar no me hacía feliz, la felicidad no tiene coordenadas geográficas, sino que se encuentra en los momentos de conexión con aquellos que amamos. 

No es que Londres sea una mala ciudad, de ninguna manera, lo único es que no era mi estilo de vida, no es lo que busco en un hogar. Y después de la muerte de mi marido, me di cuenta de que no quería estar allí. Por eso vendí nuestro piso y la parte del bufet que tenía mi marido a su hermano, quería dejarlo a él sin más, pero Matt insistió que me pagaría por la parte de su hermano y así tendría más ahorro para vivir hasta que encontrase trabajo o abriera mi consulta como psicóloga.

Tengo muy buenos ahorros, así que no tengo prisa en decidir nada. Lo único que haré será empezar a buscar una casa para no estar demasiado tiempo en la casa de mis padres, aunque mi madre está encantada, no es fácil volver a vivir con tus padres después de haber tenido tu propria vida. Sé que por ellos me quedo aquí toda la vida. 

John esta con mi madre desde que yo tenía ocho años. Me ha tratado siempre como a una hija, a mí y a mi hermano. John no era una persona que soñaba en tener hijos, pero cuando empezó con mi madre dijo que mi hermano y yo éramos sus hijos. Nos adoptó como suyo. 

Nuestro padre biológico murió cuando éramos muy pequeños, yo tenía seis años y mi hermano diez años. Nuestro papa se metió con gente que no debía y eso le costó la vida. 

Mi madre conoció a John dos años después y empezaron una relación, me alegré por ella ya que la muerte de nuestro padre la destrozo. A veces la vida nos brinda la oportunidad de reencontrar el amor, recordándonos que merecemos ser amados y valorados como hacen los personajes de los libros. 

Vic me dijo que en algún momento conoceré a alguien, pero ya le dije que Tay fue mi segunda oportunidad de ser feliz. Y ya se acabó.

El hilo que nos uneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora