Cuarta parte

275 5 0
                                    

Cuando S/N observa que tus piernas ya no tiemblan tanto, sus manos abandonan tu cuerpo y se separa un poco de ti.

No te gusta el sentimiento de miedo que te invade cuando se aleja, pero este no dura mucho ya que, con un movimiento, él os da la vuelta y te hace sentarte a horcajadas sobre su cintura o, más bien, sobre una protuberancia y debes apoyar tus manos sobre la camiseta que cubre su torso para mantenerte erguida.

- Escúchame bien, princesa - Te sonrojas al ver cuán húmedos están su barbilla y sus labios - Por el bien de los dos, voy a prohibirte que me beses.

- ...Cállate. - Y una amplia sonrisa se instala en su boca al escucharte replicar, como si hubiese estado esperando esa respuesta.

- Si eso es lo que deseas por mí genial, yo aún sigo hambriento.

Entonces, agarra tu culo con sus dos manos, te alza y te posiciona sobre su barbilla.

- ¡Oye!

Vuelves a ser presa de su lengua, que chupa y se abre paso por tus pliegues.

Lloriqueas porque los temblores aparecen otra vez azotando todo tu cuerpo y él abre tu trasero con sus manos para comerte mejor. Casi al instante, acaricia tu sexo con sus dedos para lubricarlos con una mezla de su saliva y tus jugos para volver a deslizarse dentro de ti.

Tú espalda se arquea violentamente. En esta posición sus penetraciones son más profundas que antes y te obliga a apoyar tus manos en la pared para no caer.

Tu primer orgasmo te ha dejado tan sensible que cada caricia suya que roza tu clítoris se siente con tanta intensidad que varias veces estás a punto de caer, por lo que es él quien te inmoviliza con un brazo alrededor de tu cintura de nuevo.

- Ugh. Hmm...

Mueves tus caderas hacia delante, y su mano azota una de tus nalgas.

- Eso es, preciosa. Folla mi cara.

Mueves tus caderas atrás y adelante y el te estruja una nalga a la vez que empella sus dedos profundamente dentro de ti.

Crees desfallecer. No tienes más remedio que aguantar sus duros roces una y otra vez hasta que llegas por segunda vez a tu límite y te caes sobre la pared.

Él besa tu muslo pero no saca sus dedos de ti.

Acaba de descubrir lo mucho que ama estar dentro de ti, de moverse y sentir lo apretada que estás. Su polla palpita dolorosamente de la anticipación.

Su agarre se afloja y te ayuda a deslizarte hasta tumbarte sobre él.

Subes y bajas al son de su respiración mientras sus manos acarician tu espalda, jugando de vez en cuando con la última pieza de lencería que marca tu cintura.

Te mueves un poco cuando sus dedos se arrastran por tu costado, provocándote cosquillas, y él sisea bruscamente como si al moverte le hubieses hecho daño. Te preguntas qué es lo que ha podido ocurrir hasta que te das cuenta: tu coño ha rozado su endurecida entrepierna.

- Perdona, no quería...

Haces ademán de erguirte para darle espacio pero tu cuerpo no responde como quieres y te desplomas sobre él.

Sus brazos te rodean con firmeza, encadenándote a su cuerpo.

- En realidad, - Su voz es grave cuando habla. - preciosa, te agradecería que no te movieras.

Apoyas tus manos en su pecho - ¿Estás seguro? - Le preguntas sintiendo el bulto presionando en el borde de tu culo. - Además, aún no hemos...

- T/N...

MINE Donde viven las historias. Descúbrelo ahora