Capítulo 3

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  Todos teníamos distintas fobias, nadie se quedaba atrás respecto a ese tema. Ya fueran ascensores, insectos o un simple gato

La mía era bastante rara, solo un ser podía erizarme la piel y lograr que descubriera el mejor escondite de la historia o bien desarrollar la capacidad de volverme invisible: Los vampiros

No recordaba mi niñez; solo tenía pensamientos borrosos y nada lúcidos, pero nunca faltaba ese, ese que convirtió de cada uno de mis sueños pesadillas:

<<Son producto de tu imaginación Estela>>

Los ruidos eran cada vez más fuertes, sí había alguien en casa.

<< ¡Querían hacerme daño!>>

<< ¿Cerrar la puerta con pestillo ayudaría?>>

Lo hice, e inmediatamente corrí a mi cama.

—Sé que estás ahí, pequeña—Habló una voz perturbadora que hizo que mi espalda chocara con el cabecero.

Lágrimas y más lágrimas caían en mi pijama.

<< ¡No!>>

TIC.

<<La.......puerta>>

Tapé mi boca con ambas manos y corrí al armario antes de que se abriera completamente, sentándome en él y enrollando mis manos con mis piernas, ningún ruido salía de mi aunque mis ganas de gritar y soltar sollozos eran descomunales.

— Huelo tu miedo, muñequita, no hay forma de escapar—Seguía esa torturadora voz, ahora con aires juguetones.

Mis extremidades dejaron de funcionar en el momento en que tenía su rostro a centímetros del mío.

—Pero mira cómo has cambiado.

Mi primer instinto fue gritar , era una niña.

Lo siguiente que vi fue su rostro conectarse con mi cuerpo a través de unos colmillos que dieron temblores por mi cuerpo, automáticamente perdí la conciencia.

Podía recordarlo como si fuera ayer mismo, miles de psicólogos insistieron en que era producto de mi imaginación o una pesadilla. Con el tiempo aprendí que era mejor darles la razón y seguir con mi infinita fobia hacia esos seres.

Desde que mi padre mencionó el hecho de tener que convivir con ellos, sólo he tratado de ignorar aquello relacionado a ese tema, pero sé que no funcionaría ahora, lo tenía más que claro.

Los invitados se encuentran alrededor de mi familia y yo, mientras papá expresa palabras en honor a mi presencia, solo puedo observar a la nada y reproducir mi "pesadilla" una y otra vez.

—Sabíamos que un día nuestra flor despertaría, brillante, esparciendo su aroma a todos aquellos que la rodean, siendo nosotros sus espinas, que la protegen de las malas compañías—Toma una pausa para mirarme y le ofrezco una sonrisa de boca cerrada— Ante ustedes... ¡La princesa Adrienne, del Reino de Veric!

La sala estalla en aplausos. La alegría emana de mis seres queridos, en tanto yo solo puedo ofrecer una falsa cara de felicidad. Todo me emocionaba, pero cierto detalle arruinaba eso.

El vino del que todos bebían animó a bailar a la mayoría canciones lentas, y una que otra movida. Ya iba por la quinta y mi estado de relajación era mayor.

Los jóvenes hablaban con sus grupos de amigos, de mí, tal vez, según las miradas, algunas de odio y otras de duda que me lanzaban. Nadie se acercaba, y eso me molestaba mucho ¿Qué les pasaba? Ni que los fuera a morder.

Imaginación [EN PROCESO] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora