-1- (No va a ver prologo)

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El sol calentaba las hojas de los árboles más grandes que proporcionaban sombra al bosque. Unos pequeños pasos fueron acompañados por un ratón que escapaba de un animal más grande que él: una gata. Ella saltó sobre el ratón y, antes de que pudiera chillar, lo mató de un zarpazo. La gata agarró al ratón y se fue rápidamente hacia unas hojas secas, de donde sacó más presas, que tomó como pudo.

-Manto Blanco va  estar orgulloso -pensó la gata- Ya caze demasiado para los veteranos.

 La gata llegó a un bosque más frondoso cuando percibió un olor. Dejó las presas en el suelo y se lamió varias veces el hocico para quitarse el olor.

-¡Sangre! -maulló. 

Su pelaje se erizó y empezó a correr, dejando sus presas. Pasó por un túnel y lo primero que vio fueron los gatos del Clan del Trueno peleando a muerte con el Clan de la Sombra. Vio un destello gris que rápidamente se acercaba. La gata saltó y el gato tropezó al chocar con el suelo. Ella aprovechó y saltó encima de él, reconoció a Salto Oscuro, el lugarteniente del Clan de la Sombra.    

-¡Cómo te atreves a atacar al Clan del Trueno! -la gata le clavó más las garras- Nunca podrán ganar. 

El gato intentaba escapar dándole pequeños golpes y, aunque ella era solo una aprendiz, tenía la fuerza de un guerrero.   

-¡No importa! Ustedes han causado que los ataquemos -el gato empezaba a menguar de fuerza- ¡No nos cansaremos!

La gata le mordió un omóplato con fuerza y lo dejó ir. Vio que los otros gatos del Clan enemigo se estaban yendo. Un gato marrón oscuro la atrapó entre su esbelto cuerpo dándole zarpazos. El gato mordió la pata de la gata alzándola por los aires. Ella cayó entre unas hojas secas y se quedó ahí, sin aire, pensando que su fin había llegado. El gato se acerco mas y mas y cuando iba a acabar con su vida vio cómo un gato blanco alzaba al gato marrón. Acerco su cara a solo un ratón de distancia de la del gato.   

-Regresen a su territorio -él mordió la oreja del gato enemigo haciéndolo volar por los aires- ¡Ahora, lárgate!

El gato salió corriendo, no sin antes dedicarles una mirada larga y amenazadora, como un mensaje mudo de que volverían, y estaban en guerra. La gata miró al otro lado del campamento y vio que la curandera ya estaba curando las heridas de los demás gatos. 

-Vamos, Zarpa de Miel -se puso de pie y empezó a caminar, dándole un empujón a la gata delicadamente- ¿Te ayudo?

La gata se apoyó en ella y le dijo que no con la cabeza. 

 -Con apoyarme en ti estoy bien -maulló- Si me lo permites, claro. 

El gato se pegó más a ella y empezaron a caminar juntos hasta llegar al claro. A la gata le escocía la pata y empezaba a cojear visiblemente. La curandera estaba enviando a los gatos con peores heridas a su guarida, mientras que los de menos heridas esperaban sentados en el claro. Se unieron a la fila de los gatos y se sentaron, esperando. El gato blanco le empezó a limpiar la pata, que sangraba. Zarpa de Miel lo miró atónita, pero dejó que su reconfortante lengua la tranquilizara. Al fin, la curandera terminó con todos los demás gatos y empezó a mirar las heridas de los dos gatos.  

-¿Manto Blanco? -maulló la gata. 

 -¿Qué pasó, Nube Negra? -

-Podrías ir a esa columna de gatos -señaló con la cola a varios gatos- Por favor.

El gato blanco miró con angustia a Zarpa de Miel. Ella movió la cola, indicando que estaba bien si se iba. Manto Blanco se puso de pie y empezó a caminar pesadamente hacia los gatos.  

-Zarpa de Miel, espera aquí, tengo que traer telarañas, ya se me acabaron. 

La gata se puso de pie y corrió a su guarida. Zarpa de Miel se sentía más cansada de lo normal. Sus sentidos estaban abrumados por el dolor. Se echó y puso la cabeza en sus patas. Estaba quedándose dormida cuando la curandera volvió.

-¿Zarpa de Miel? -preguntó la curandera con voz compasiva.

-Eh... Estoy bien -dijo la gata- ¿Ya trajiste la telaraña?

La curandera respondió moviendo las orejas y empezó a aplicarle las telarañas en los arañazos y en su pata, que era la que más le sangraba. Agarró una hoja de caléndula y la colocó en su pata.

-Ahora ve y descansa -maulló posando la cola por su omóplato al pasar.

-Pero... hay demasiado trabajo que hacer -protestó ella.

-Es una orden -maulló Nube Negra.

Zarpa de Miel suspiró y empezó a caminar hacia la guarida de guerreros. Al entrar, vio a Manto Blanco lavándose el pelaje.

-Zarpa de Miel -corrió hacia la gata y le lamió la oreja, restregándose en ella- Ve a tu guarida, te acompaño.

La gata siguió a Manto Blanco hasta su guarida y se acostó viendo como el otro gato se alejaba . Le costó reconciliar el sueño, pero al final se quedó dormida.

FUEGO A DISTANCIA -LOS GATOS GUERREROS-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora