El ángel levanta vuelo y desaparece frente al sol.

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Aquella noche habría sido el momento de consagración del esfuerzo de cualquiera que pudiera ganar. Sin embargo, mucho antes de empezar, quienes habían vivido las audiciones sabían, más o menos, lo que iba a pasar, quién iba a ganar. Pero, aunque estaban preparados, aunque estaban mentalizados, ninguno de ellos sabía qué era lo que esa noche iban a presenciar. Por eso mismo, por todo aquello, las miradas eran penetrantes, queriendo ver lo que esa chica podría ofrecerles como presentación final.

Así, la chica, con su mejor sonrisa, los miró a todos. A su alrededor todo el auditorio que, con su sola presencia, casi se había silenciado. Sin embargo, había murmullos, generados por el hecho de que ella llevaba vendas en la cara  y partes del cuerpo, y las palabras sobre ella y a su alrededor no dejaban de sonar.

—¿Es ella? ¿En serio es lo que tanto esperaban? ¿Eso? —Se oían palabras de ese estilo, sin ninguna consideración ni propiedad.

—¿No me dijiste que era como un ángel? Amor, no me dijiste que vendríamos a ver a un monstruo.

—¿Por qué son tan crueles? —También se oían esas voces, pero eran las menos.

Poco a poco ella bajó la cabeza, y su semblante cambió. En su cabeza no dejaban de pasar malos pensamientos: ¿En qué me he metido? ¿Acaso solo me veo como un monstruo? Tal vez No debería estar aquí.

—Eres el ángel de esta noche, ¿no? ¡Seguro que sí! ¿Te parece que cuando termines te invito a salir? —Entonces, entre la variedad de palabras y quejas, interrumpiendo sus fríos pensamientos, habló el joven de la banda de hace un rato y ella lo miró con cierto desconcierto.

Ante esto, el hombre mayor estalló en su asiento, ante el movimiento de ese audaz joven:

—¡Oye, amigo, deja a mi nieta en paz o te voy a reventar! —Ese grito, tan espontaneo de celos familiares junto con las palabras del joven, finalmente la hicieron reaccionar.

—Abue... ¡A-aquí estás! —dijo ella con una sonrisa en su boca, cuando al momento siguiente estuvo a punto de sollozar, pero se detuvo en el último instante pues en la hora, solo faltaban 2 minutos, si, su presentación estaba a punto de comenzar.

(Cierto, no puedo flaquear aquí).

Justo ahí se detuvo, se limpió los ojos, y su boca se movió levemente.

—Será solo una, solo una vez más —entonces, como cuando entró, con aquella seguridad, su sola presencia tomó el escenario, y esta joven procedió a apoderarse del micrófono que estaba en su base del publico que estaba al frente, era la única dueña del momento y del escenario.

Así, los ojos que antes estaban juiciosos, quejosos, asustados, curiosos e incluso ilusionados, vieron algo que en su vida jamás olvidarían.

Aquí iniciaría una leyenda...

...

La chica con vendas, que había asustado a algunos y asqueado a otros, abrió levemente sus labios color carmín. Entonces, en el momento siguiente, entonó notas que parecían incluso poder verse, notas que eran más que terrenales; si cualquiera allí lo definiera, serían incluso angelicales. Líricas parecidas al canto celestial, tanto era el poder de estas que, a cada paso que daba por el escenario, parecía dejar plumas en él, plumas que, a su vez, eran iluminadas por el la luz del mismo, dibujando en la imaginación colectiva el hecho de que unas alas de ángel salían de su espalda, engullendo completamente el espacio.

¿Era acaso un espejismo? ¿Locura o una alucinación colectiva? Era un misterio, pero todos lo vieron aquel día, tanto presencial como de manera virtual, por lo que debía de ser una realidad. En la historia de ese evento, estos sucesos quedarían marcados como un hito sin igual: aquel día en que un noble ángel se dignó a entonar una canción y a compartir espacio con los simples humanos.

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