LA ALTA MURALLA CAPITULO 2

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Reshel

Cerré la puerta de casa con cuidado, dándome la vuelta para echar un último vistazo antes de marcharme. La maleta me pesaba un poco en la mano, aunque estaba lista para esta nueva etapa, no podía evitar sentir pena. Mi madre me observaba desde la ventana, pero había aceptado mi decisión de irme sin demasiadas preguntas. Sabía que no volvería en un buen tiempo.

—Tengo que ser fuerte —me dije en voz baja, mientras caminaba hacia la calle en busca de un taxi.

No tardé mucho en ver uno acercarse. Alcé la mano y se detuvo junto a mí. El conductor, un hombre de mediana edad, con barba descuidada y ojos que denotaban cansancio, me miró por el espejo retrovisor mientras subía al asiento trasero.mn 

—¿A dónde se dirige, señorita? —me preguntó.

—Voy a la Alta Muralla —respondí, mientras me acomodaba en el asiento.

Lo vi fruncir el ceño, claramente sorprendido por mi destino.

—¿La Alta Muralla? —repitió, alargando las palabras—. Es un lugar bastante lejos, le aviso unas cuatro horas, más o menos.

—No hay problema, tengo tiempo. Necesito llegar hoy.

—Como guste, pero es un viaje largo —dijo mientras encendía el auto.

Nos pusimos en marcha. Al principio, las calles eran familiares, el bullicio de la ciudad se desvanecía poco a poco mientras avanzábamos. Miré por la ventana, viendo cómo los edificios altos iban quedando atrás y eran reemplazados por pequeños comercios, hasta que finalmente entramos en calles más estrechas y vacías. Sin embargo, pronto el ambiente comenzó a cambiar, las luces de la ciudad se desvanecieron por completo y nos adentramos en una zona desolada.

—Esperé, ¿a dónde me está llevando? —pregunté, sintiendo una molestia creciente.

El conductor no respondió de inmediato. Lo vi consultar el GPS frente a él.

—Estamos en el camino correcto —respondió después de un momento, sin apartar la vista del mapa.

Fruncí el ceño. Una sensación de inquietud comenzaba a crecer en mi interior.

—No parece el camino correcto —insistí—. Este lugar está muy oscuro, desolado. ¿Está seguro que no me está llevando por un atajo raro?

Lo vi suspirar, como si estuviera acostumbrado a lidiar con pasajeros paranoicos.

—Señorita, mire el GPS —respondió, con un tono calmado—. Aquí está todo. Es el camino más rápido y le aseguro que no tengo malas intenciones. Si estuviera haciendo algo raro, créame que no le estaría mostrando el mapa.

Me crucé de brazos, aún alerta.

—Eso es lo que diría alguien con malas intenciones —le espeté—. Este lugar no me gusta, evite estos caminos oscuros. No me siento segura aquí.

El taxista se encogió de hombros, sin dejar de mirar la carretera.

—Entiendo su preocupación —dijo con voz neutral—, pero este es el camino que lleva a la Alta Muralla. Es un lugar aislado, y las rutas no son las más agradables.

Suspiré, intentando calmarme. Tal vez estaba exagerando, pero la sensación de incomodidad no desaparecía del todo. Me recosté en el asiento, aunque no dejé de observar el entorno con atención. Las sombras de los edificios bajos y las luces débiles de las farolas hacían que el paisaje parezca aún más siniestro.

—Disculpé la desconfianza antes es solo que... nunca he viajado tan lejos.

—Lo entiendo —respondió el conductor—. No se preocupe, pronto verá que todo va bien. Este lugar puede parecer raro de noche, pero no es nada peligroso.

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⏰ Última actualización: Sep 25 ⏰

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El contrato de un prisioneroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora