IX

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La desesperación comenzaba a apoderarse de mi mente. Historias aterradoras invadían mi cabeza sin contemplación alguna, sin embargo esto no era un simple relato, esto era mi realidad.

De repente, al observar todo el denso bosque que me rodeaba, note los cambios que este acontecimiento me había traído.

Mi alrededor lucia mas claro que nunca y podía ver y oír cada cosa a mi alrededor, nada parecía lo suficientemente lejos.

Realmente, cuando me hablaban del sonido de la naturaleza, nunca me imaginé esto, todos estos años de mi vida me había perdido del verdadero sonido de mis alrededores. Es como si ningún ruido sobrase, cada uno es una pieza en un caótico y hermoso rompecabezas que debe estar completo para existir.

Todo tipo de miedo abandonó mi mente sin darme cuenta al instante. Me sentía libre, más fuerte, más seguro.

*Mierda, esto es genial*

Salte y descubrí la poderosa y nueva capacidad de mi cuerpo para saltar de forma sobrehumana. Sin embargo, después de experimentar un poco más, comencé a sentir un hueco desesperante en mi estómago.

Esta sensación revivió mi supuesto desaparecido miedo de hace algunas horas, no obstante me tranquilice y intente pensar con claridad.

Después de un largo tiempo, en el cual es cielo se tornó de un tono oscuro, se me ocurrió probar lo que realmente mi cuerpo no quería, pero era lo más seguro.

Debía buscar comida en algún lugar, a ver cómo reacciona mi cuerpo al ingerirla, después de todo, no pierdo nada con intentar, quizá la tolere.

Así comencé a guiarme por la vaga luz que se veía a lo lejos, y los gritos y risas de los borrachos que paseaban por las calles, lanzando botellas y vomitando por doquier.

Finalmente, después de unos minutos llegue a la cuidad, y buscando que comer, intentando localizar comida de humanos normales, encontré una tienda de ropa. Parecía muy elegante, así que decidí entrar.

*Joder, porque compran malditas puertas de tan mala calidad*

Tire la manija de la puerta a una esquina y entre sí problemas. Afortunadamente nadie me vio.

Me adentre en el local y algo de inmediato llamo mi atención.

A la luz de los faroles, vi mi reflejo en un espejo cercano. Me sorprendí. Era yo, Mark, pero estaba diferente, tipo los chicos que salen de la escuela militar luego de dos años de quien sabe que practicas. En fin, parecía más alto, musculoso, estaba pálido, y mis ojos verdes ya no existían, estos eran de un tono amarillo pálido.

*Lucia como un modelo de revista, a uno al que el no descansar le estaba cobrando factura*

Salí rápido de la tienda, llevándome algo de ropa, ya que la mía estaba sucia.

Mientras caminaba por la oscura calle buscando un baño para cambiarme, un olor inundó mis fosas nasales, un aroma fuerte al que me resistí. Esa esencia metálica que me traía loco desde hace horas.

Escuche pasos, pasos que coincidían con ese bálsamo que me traía loco.

Corrí lo más rápido que pude y finalmente localicé el espacio de donde provenía el esplendido olor que me estaba haciendo perder la cordura.

Vi velozmente una silueta femenina siendo seguida por un hombre con insistencia. Esta aceleraba el paso. El sonido de sus tacones era tan fuerte que me desesperaban y los latidos de su corazón iban tan rápidos que producían una sensación de desasosiego en mi.

Algo en mi me decía que debía ayudarla, sentía que debía salvar la vida de esa chica porque si no lo hacía, mi mente y mi corazón no tendrían descanso.

La chica daba un paso más rápido que el otro, pero el hombre no se quedaba atrás, daba un paso tres veces más acelerado que el siguiente. No tardaría en alcanzarla.

Sus suspiros desesperados me dolían. Nose algo me impulsaba. Pensar que ese maldito podría hacerle algo. No lo soportaría, me daba una rabia inmensa.

El olor de la mujer era fuerte, me desesperaba.

Cuando estuve lo suficientemente cerca me lancé sobre el despiadado, usando mi fuerza y mi velocidad, las cuales apenas conocía. Sin poder contenerme lo agarre del cuello, y corriendo me aleje con el hombre en brazos .

Llegando al mismo bosque en el que había despertado, lo lancé con toda mi fuerza contra un árbol. Se golpeó la cabeza, y lanzó un gemido ahogado.

La rabia consumía mi mente. El no hubiera perdonado la vida de esa chica, el no merecía que tuviera piedad. Si yo no hubiese interferido, ese maldito bastardo no se lo habría pensado, ahora mismo estuviera lastimando y posiblemente tocando a esa inocente fémina.

Pensar eso nublo mi mente y con la cordura perdida temporalmente, tome el brazo del hombre y lo quebré en pedazos.

Entre mi confusión escuché el grito desesperado de ese mal nacido.

Sin embargo de forma abrupta y sin razón alguna, volví a la realidad y me detuve en seco.

Impactado conmigo mismo, asustado por mis actos, me quede allí parado, escuchando cómo el corazón del hombre dejaba de latir lentamente.

De su boca comenzó a brotar sangre. No olía tan bien como la de la mujer, pero su aroma seguía siendo atrayente. Ese era el olor que mi cuerpo me pedía. Estaba tan cerca de lo que necesitaba que no me resistí y clave involuntariamente mis dientes en su cuello.

Esto era un acto vil y animal, pero no me importo, luego tendría tiempo y me sentiría culpable por lo que estaba haciendo.

Absorbí con fuerza su sangre. Perdí la noción del tiempo, de la mujer, del latido de su corazón. Me olvide de todo en ese momento.

Cuando estuve completamente satisfecho, me fui. El peso de lo que había hecho comenzó a molestarme. Me dolía el pecho, aunque la rabia seguía allí.

Mi único consuelo era pensar que la víctima era un maldito, uno que seguramente había violado a muchas mujeres. Pero eso no cambiaba nada. El crimen estaba hecho y yo era un delincuente, eso no cambiaria nunca.

No podía ir a casa de mi padre con esta condición, no quería hacerle daño. Prefería que pensara que lo había dejado, prefería que creyera que era un malagradecido, a que supiera lo que era. Ya ese no era mi mundo, aunque ciertamente, en ciertos aspectos anhelaba que lo fuera.

Mitos y leyendas de los que me reía. Ya no eran sólo mitos y leyendas que se iban olvidando con el tiempo, con los cuales los niños gozaban o se asustaban. Ya no eran solo historias. Porque está era la más pura de las realidades. Mark Sprouse, se había convertido en un vampiro.

Entre las tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora