VII

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Tengo que decir que las clases fueron bastante aburridas. No preste mucha atención a nada y nadie pareció muy interesado en mi. Los maestros me miraban extrañados, pero nada más, para ellos era como cualquier chico.

Cuando caminaba por los pasillos de la escuela, rumbo a la salida, vi una puerta trasera. De inmediato una idea llegó a mi mente, sin embargo, no podré ejecutar nada ahora.

Cansado, descidi salir de la escuela, y allí ya estaba el chofer esperándonos.

José llegó un minuto después de mi, pero Germán no llegó hasta dentro de 10 minutos.

- ¿Porque tardaste tanto hermano?,- Pregunto José con cara de enfado.

- Lo que yo haga o deje de hacer no es tu problema José. Tu esperas a que yo llegue y punto,- Dijo Germán mirándolo con superioridad

- Tampoco tienes que hablarle así, solo te ha hecho una pregunta, descarado, - Dije mientras lo miraba amenazadoramente,- Si vuelves a hablarle así, te juro que me arriesgo a dejar de comer por unos días, si con eso logro partirte todo lo que se llama boca.

Germán me miro disgustado, pero no dijo nada. El chofer tampoco dijo nada, bueno, tampoco era como si lo escucharas hablar normalmente, ya que el era muy reservado, y no solía meterse en discusiones que conferían a la familia.

Llegamos a la casa y de inmediato me fui a la habitación, quería estar tranquilo un rato antes de que mi tía llegara a molestarme por lo que le había dicho a su hijo.

Y efectivamente, un rato después llegó mi tía y me regañó. Dijo que no cenaría esta noche y que mañana desayunaría sobras. Sin embargo, José me trajo un sándwich de jamón y queso junto a un vaso de jugo de fresa.

Después de comer, me dormí unas horas. Finalmente a media noche me desperté, y aproveché para guardar todo lo que pudiera en mi mochila, sin embargo, faltaban cosas, pero da igual, ya terminaría en la mañana.

Ya estoy harto. Harto de que me humillen, que me dejen sin comer como si fuera una basura, y sobretodo no voy a permitir que aquí me sigan dando las sobras.

Cuando termine de guardar todos mis trapos, volví a recostarme, y no desperté hasta la mañana.
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Me levante con la desagradable voz de mi tía.

- Vamos, es hora de levantarse,- Dijo Gloria mientras nos quitaba las sabanas.

-15 minutos mamá,- Dijo José mientras buscaba desesperadamente la manta con las manos

- Nada de eso, vamos, se bañan y se cambian,- Dijo mi tía mientras sacaba el uniforme de su hijo,- Y tú Mark, te bañas y te vas a esperar afuera, hasta que tengan que irse.

Bufé, pero así lo hice. Igualmente en ese tiempo que se tomaban desayunando, podría empacar las cosas que faltaban, y dejar por fin este horrible lugar. Sin embargo debía admitir que habían dos cosas que me importaban de todo esto, y esas eran mi primo José y el funeral de mi padre. Respecto a la despedida de mi padre, (que según mi tía era mañana sábado), pienso, que de todas formas ya no lo volvería a ver jamás con vida, y no quiero volver a observarlo de esa manera, mi corazón no lo soportaría. Sobre mi primo, admito que le tenía cariño, pero, este lugar no es para mi, no voy a aguantar esto un día más, aunque eso cueste un poco de sufrimiento de parte de José. De igual forma estoy seguro que en unos días se le pasará y se olvidará de mi, y si, se que soy un egoísta de alguna forma, pero, no nací para ser humillado, nadie va a pisotearme y a hacerme sufrir por un techo.

Finalmente, entre un montón de pensamientos y un poco de desorden, termine de empacar.

Guarde mi ropa en rollos para que se notara menos, y al final espere a mis primos junto al chofer.

Entre las tinieblasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora