"Pasajeros con destino a Seoul, Corea del Sur. Favor de abordar por el portal No. 6"
Escuchar el altavoz lo había sobresaltado, respiró ondo y soltó un sonoro suspiro, decir que se encontraba nervioso era poco, talvez estaba en medio de una crisis de pánico y ansiedad, nunca había viajado sólo y mucho menos en estas circunstancias.
Tomó la extensión de su única maleta y sostuvo bien su mochila sobre su hombro para caminar apresurado hacia la puerta indicada, volteaba a todos lados asegurandose que no ser perseguido o que no quisieran detenerlo, su estomago se había revuelto de tanto soprepensar.
Pero contrario a su pronóstico paso el área de seguridad y abordó su avión sin problema, al llegar a su asiento se avento como si hubiera corrido un maratón, agradeció al cielo que le haya tocado estar sólo porque no quería incomodar a nadie.
Acomodó sus cosas, sacó su iPad pro y su laptop, coloco sus audifonos y se dispuso a concentrarse en su trabajo mientras corren las proximas 14 horas de vuelo.
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El dia anterior.
11:40 pm
Se encontraba el menor trabajando en su iPad en la sala de la casa, había preparado una cena para dos, pero como era de esperarse, su novio no había llegado otra vez, siendo que su turno había terminado hace 4 horas.
Por lo que tuvo que cenar solo una vez más.
Las luces estaban apagadas, sólo la pantalla y una vela de aromatherapia junto a él iluminaban su rostro, ajustó sus anteojos sobre el puente de su nariz con un dedo y checo la notificación que había llegado a su reloj. Era el acceso a la privada en donde vivian, su novio apenas estaba llegando a casa.
Ignoró cualquier pensamiento y continuó trabajando con la pluma sobre su Ipad, ya habían peleado, gritado y hablado muchas veces, hacer un mínimo esfuerzo más no cambiaría nada, así que no le quedaba más que dejarlo pasar.
El mayor era su única "familia" en Los Angeles, vivía comodamente en su departamento y todo lo que tenían eran ingresos de su novio, por lo que él no tenía necesidad de gastar un centavo de sus ingresos, ahorrandolos para su futuro, incierto hasta hace unos meses.
La clave de la puerta fue puesta y el pitido sonó dandole paso a un chico alto, vestido semi formal con la cara menos amistosa que alguien pudiera ver, estaba visiblemente estresado, el menor ya lo sabía por lo que ni se inmutó cuando empezó a escuchar los movimientos bruscos en la cocina.
