- " Matrimonio infeliz "

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Ya han pasado 130 años desde que Crischvell y Zesklar se casaron.

Un niño de apenas 108 años, Lurzko, veía a su linda hermanita bebé, llamada Minrua, de 102 años.

El niño quería ir al parque y llevar a su hermanita a conocer el exterior, pero.. había algo que se lo impedía, sus padres estaban aventando cosas en el otro cuarto.

—¡¡Siempre nos dejas!! ¡Siempre estás en otros lugares! ¡No te importamos nunca! ¡Solo buscas fiestas!

—¡Cállate! Cómo mujer tengo mis derechos.

—¡Si, tus derechos! ¡Pero olvidas que eres madre de dos niños! ¡Me dejas todo el trabajo a mi!

—Para eso eres padre, ¿No?— Salió del cuarto y azotó la puerta, corrió a la salida y se fue de la casa, la mujer tenía un vestido muy extravagante para fiestas.

Zesklar apoya las manos en su cama mientras respiraba agitado, tratando de calmarse y no sentirse miserable, intentando pensar que su matrimonio era lindo, solo era una etapa e iban a superarla juntos, mientras él no se rinda.

Lurzko tocó la puerta de la habitación de Zesklar y la abrió.

—¿Papá? ¿Estás bien?

—¿Huh?- s-si hijo.. estoy bien, ¿Qué necesitas?

—¿Podemos ir al parque?

—Mm.. claro.. alistate y alista a tu hermana..— Sonrió para su hijo, el niño devolvió la sonrisa más alegre del mundo y fue con su hermanita para prepararse e ir al parque.

Una vez estando en el parque, Lurzko fue a jugar con su hermanita a los pequeños juegos que habían ahí, donde habían otros niños, Zesklar sin embargo, se sentó en una banca solitaria, viendo a sus hijos con una leve sonrisa, pensando en que ellos son lo único que está disfrutando de su matrimonio.

Hasta que Lurzko vió a un niño de apariencia seria y triste, estaba echo bolita en un rincón de uno de los juegos, lurzko se acerca junto a su hermanita.

—¡Hola! Me llamo Lurzko, ella es mi hermanita menor, Minrua.—Se señalaba así mismo y luego a su hermana respectivamente.— ¿Cómo te llamas?

Ruvyvzat..— Dijo con amargura.

—Oh.. ¿Por qué estás aquí?

—No tengo con quien jugar.. y me siento algo solo.. ya quiero irme a casa pero papá fue a ver algo de su trabajo..

—...¡juguemos!— Ruvyzvat vió a lurzko con ojos brillantes.

Y así pasaron el día jugando, hasta que un hombre que tenía cabello largo atado con una trenza, un abrigo y sudadera color gris, era alto y fuerte.

—¡Ruv! ¡Tenemos que irnos!— Dijo el hombre, llamando a su hijo. Pronto el niño aparecería pero llevaba con él a otro niño un poco más alto que él, y a una nena pequeña.

—Papá, ellos son mis amigos, Lurzko y Minrua.. Veníamos a pedirte permiso si me dejas ir algún día a su hogar!

—....Tendríamos que hablarlo con su padre.

—Hablemos con él!— Dijo lurzko con alegría, guiandolos con Zesklar, quién, estaba mirando a su anillo de matrimonio, y luego dirigió la mirada a ellos.— Él es mi padre! Papá, ¿Podemos llevar a Ruv a casa un rato?

—...— Se quedó callado y miró al que parecía ser el padre del niño que su hijo mencionó.— Hablaré con el padre de tu amigo, si quieren jueguen y les hablaremos en cuanto lleguemos a un acuerdo.

Y así fue, los niños fueron a jugar otro poco, Zesklar miró al hombre.

—Mi nombre es Zesklar, un placer, ¿Usted es..?

—Krusveto, el placer es todo mío, entonces, ¿Qué acuerdo podríamos tener?

—Mire, nosotros tenemos mucho tiempo libre, así que no tenemos problema con que su hijo vaya a nuestro hogar, ya vendria siendo su decisión si lo deja ir o no.

—Iremos, pero lo estaré acompañando hasta la hora de irnos.

—Muy bien.— Krusveto y Zesklar llamaron a sus hijos luego de unos minutos y finalmente Zesklar guió a todos a su hogar, el cual era grande y lujoso, los niños entraron primero y luego los padres, los niños empezaron a jugar, mientras tanto, Krusveto y Zesklar se quedaron solos en la sala de estar.

—¿Apetece un café?

—No, gracias, estoy bien, dígame, señor Zesklar, ¿Dónde está su esposa?

—Ella.. salió de fiesta.

—¿En serio? ¿Y por qué no fue usted?

—No le gusta que la vean conmigo, por alguna razón.

...Tenemos la misma situación.. mi esposa siempre se va y me deja a cargo de mi hijo.

—Oh.. lo lamento tanto.

—Da igual.. solo espero resolver esto, ojalá que usted y su esposa resuelvan ese problema también.

—Le deseo lo mismo..

Ambos sonrieron para el contrario, sus miradas eran muy fijas entre ellos, se quedaron admirandose por un buen tiempo, sus rostros se empezaban a acercar lentamente, hasta que reaccionaron y rieron, luego de un silencio incómodo, siguieron tratando de charlar sobre otras cosas.

┊┈ 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑒𝑙 𝑎 𝑙𝑎𝑠 𝑖𝑛𝑓𝑖𝑒𝑙𝑒𝑠 ┈┊Donde viven las historias. Descúbrelo ahora