Minie y Koo

38 8 0
                                    

J. Jung Kook

—Abriré la puerta, ¿vale? —Dije, pues no me contestaba.

Abrí, la vi llorando en su cama. Tenía las rodillas pegadas al pecho como una bolita y su maquillaje estaba corrido. Temblaba, intentando controlar su respiración. De sus ojos caían gotas saladas y su nariz se coloreaba de rojo al igual que sus mejillas. Sabía lo que había pasado, yo también había visto ese asqueroso vídeo y por mucho que me gustase o atrajera Jaemin, en ningún momento sentí placer al verlo. Solo sentí rabia, mucha rabia, incomodidad y con ganas de partirle la cara a muchos de los chicos que había en la universidad. Sobre todo, a Soomin.

—No me mires, no quiero que nadie me mire así, vete por favor. —Me destrozaba verla, me destrozaba ver como su voz se quebraba y echaba suspiros.

—No, Jaemin, no quiero irme. No voy a dejarte así. -Me acerqué a ella y me senté al lado suya en la cómoda cama— ¿Estas bien?

—¿Tu qué crees, idiota? —Preguntó cabreada. Sí, la verdad es que mi pregunta había sido un tanto estúpida, es obvio que no está bien.

—Tra-Traje chocolate, sé que te gusta.

—Gracias, pero, ¿cómo sabías que me gustaba el chocolate de menta? —Preguntó limpiando sus mocos con un pañuelo blanco.

Mierda.

—Pu-Pues porque a t-todo el mundo le gusta el chocolate de me-menta ¿no? —Solté una risita nerviosa.

No sé si a todo el mundo le gusta el chocolate con menta, pero a ella sí. Porque se todo de ella, sus gustos, aficiones hasta sus productos favoritos para el pelo. Sus comidas favoritas, sus marcas de lujo... Todo en ella lo sabía. Y sus gustos por la comida no eran una excepción.

Lo único que no se de ella es sobre su familia y su vida fuera de la universidad. O su verdadera personalidad. Su vida personal, en resumen.

Sus gustos los fui descubriendo poco a poco. Como el de su chocolate favorito: resulta que "coincidimos" en un bar "casualmente" y por cosas del "destino" mi mesa quedó cerca de la suya. Todo súper casual, ¿eh? Y entonces la escuché decir a uno de sus amigos: mi chocolate preferido es el de menta, es tan delicioso.

También descubrí su helado, su comida y su bebida favorita. Todo por casualidades y cosas de la vida. Solía chocar con ella por los pasillos o hablar muy alto en la fila de la cafetería para llamar su atención, pero nunca me hacía caso.

Cualquiera diría que los polos opuestos se atraen, pero, seamos realistas, eso solo pasa en las películas. Así que está claro que nunca podré llegar a ser algo más que un simple amigo.

Y un verdadero amigo está en las buenas y en las malas. No pretendía irme de esa habitación, y no lo haré. Me quedaré lo que haga falta.

—Gracias cerebrito, la verdad es que me encanta el chocolate de menta. —Sonrió apenada. Calló una lagrima de sus bonitos ojos y ni siquiera se dé donde saque tanta valentía, pero con mi mano acaricié su mejilla y limpie la gota salada con mi pulgar.

—De nada Jaemin, puedes contar conmigo para lo que sea. —Hice el esfuerzo de regalarle mi mejor sonrisa, aunque la verdad es que tengo bastantes complejos con mis brackets.

Nos quedamos unos minutos callados, yo jugando con mis manos y ella inspirando para relajar su respiración después de haber llorado tanto.

—Nunca había llorado delante de alguien... —Pasó su pañuelo por debajo de su nariz para limpiar sus mocos.

—¿Por qué? ¿No hay nada de malo en llorar?

—Pero si delante de las personas, te hace ver débil y vulnerable. Se ríen de ti, te humillan te hacen sentir peor de lo que ya estabas porque todos son egoísta y antipáticos.

—Tu no me pareces débil ni vulnerable, Jaemin. Al contrario, eres una mujer muy fuerte. El llorar y el sentir es lo que te hace humano. No te avergüences por serlo. No guardes tus sentimientos por pensar que eso te hará más débil porque hasta el hombre más fuerte llora.

El silencio y la incomodidad inundó la sala rápidamente. Y reteniendo nuestras miradas sin apartar la vista uno del otro, vi que su cara era indescriptible y la mía era roja como un tomate. Me arrepentí al segundo de haberle soltado ese pequeño sermón. Había sonado tan dramático, tan de película que fue inevitable la vergüenza que sentí al ver su cara.

—Eres un completo friki... —Dijo riendo débilmente y mirándome para luego negar con la cabeza y resoplar. Había cortado mi momento épico después de ese pequeño discurso. Así que solté una risita floja.

...

Después de todo ese momento tan melancólico ella se fue a duchar y yo me quedé cocinando la cena. Hoy por fin cenaremos juntos pues todas estas semanas ella desaparecía todo el día y solo la llegaba a ver por la mañana.

Hoy la demostraré mis dotes de cocina que aprendí. Mi madre es chef de un restaurante y desde pequeño me interesó saber cocinar para sorprender a mi futura esposa. Desde pequeño mi mamá me decía "hijo, a todas las mujeres nos gusta un hombre que sepa cocinar. No queremos un niño al que cuidar, queremos un adulto que nos cuide a nosotras." Y entonces yo le preguntaba "¿Papá cuida de ti, mami?" Y ella contestaba. "Pues claro, tu padre es un hombre ejemplar, espero que tu seas igual que él"

Y si, la verdad es que mi padre es todo un hombre, no podría quejarme de mi familia, casi nunca discuten. Problemas familiares no tengo, solo discuto alguna vez con mi hermana mayor, que siempre se ha encargado de dejarme claro lo inmaduro y estúpidamente tímido que soy. Desde siempre he sido un chico muy tímido e impopular, en cambio mi hermana era conocida por todo el instituto. Recuerdo que la mayoría de estudiantes ni siquiera sabían que éramos hermanos y cuando se daban cuenta de que lo éramos, sus caras de asombro eran indescriptibles.

—Ya estoy lista. —Dijo. Todavía tenía levemente roja la nariz y los ojos seguían llorosos. Supongo que habrá llorado un poco más en la ducha.

La ducha es un buen sitio para llorar, tus músculos se relajan y mientras que enjabonas tu cuerpo uno empieza a sobre pensar las cosas y entonces las lágrimas caen y los sollozos se camuflan por el ruido que hace el agua al caer al suelo. Así que nadie te puede oír llorar, solo eres tú, tus pensamientos y el agua.

Yo también lloro en la ducha...más de lo que me gustaría.

—Toma, aquí esta tu plato, lo preparé yo, espero que te guste. —Sonreí nervioso. No me quiero imaginar lo incómoda que sería la escena si mi plato no le llegará a gustar. Me muero de vergüenza, en serio.

Tomo el plato y sin decir nada se llevó una cucharada a la boca, lo masticó unas cuantas veces y tragó la comida.

—¿Qué tal? ¿Te gusta? ¿E-Está mal? —Pregunté con miedo a su respuesta.

—Está delicioso, en serio. No sabía que cocinabas tan bien. —Contestó contenta y asintiendo varias veces con la cabeza viéndose adorable.

Es que, es tan bonita...

—Me alegro, Jaemin. —Solté un suspiro.

—Por cierto, Jungkook. —Dijo ahora de repente— No hace falta que me llames Jaemin, somo amigos y somos roomies. Puedes llamarme Jae o cualquier otro apodo. Me gusta poner apodos a la gente, es como si pudiera tener un poco más de confianza con aquellas personas. Cerebrito está bien, pero siento que es un apodo muy largo...pensaré otro apodo para ti.

—¿Y qué apodo podría ponerte? —Pregunté.

—El que tú quieras, por ejemplo, con Taehyung, yo le llamo TaeTae y él me llama JaeJae. Nosotros dos también podríamos tener algo así.

"También podríamos tener algo así" esas palabras duelen y a la vez causarían algo en mi en otro contexto, no en poner apodos, pero sí de forma romántica... Tener "algo" con Jae sería maravilloso.

—No soy muy original en estas cosas, Jaemin. Déjame pensar... Tu nombre acaba con "min" así que Minie me parece bastante bonito, no crees

—¿Minie? Me gusta, pues a partir de ahora tú serás Koo y yo Minie.

🪻🪻🪻

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Aug 26 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

BGGB: a bad girl and good boy |J.JK (PAUSADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora