Parte 1

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Cuando se dieron cuenta, estaban atrapadas. Se habían enredado entre ellas, y no existía nada más. Los dedos tecleaban en modo automático. Los días y las noches se daban siendo testigos del intercambio de información delicada que recibieron la una de la otra, al abrir sus almas, tan dañadas y hermosas a la par.

Sarah y Diana habían conectado desde el sufrimiento, que derivó en una admiración mutua y, una noche, al éxtasis de oxitocina.
Sarah estalló en el clímax y se durmió irremediablemente al instante. Diana, sonriente en su burbuja hormonal, colgó la videollamada.

A Sarah quisieron casarla aún siendo adolescente, pero estaba enamorada de la hermana de su prometido. Cazada y por lesbiana, fue violada. Robó varias de las joyas del regalo de bodas del que nunca sería su suegro y huyó sola de su país.

Llegó a España, abortó, y padeció miserias para procurarse la estabilidad financiera que ostentaba actualmente.

Hay situaciones que dejan heridas que nunca pueden cerrarse. Ni a atracones de alcohol.

Diana soñaba con el día en que se encontrasen en persona, pero un día despertó y Sarah le había dejado un texto de despedida, seguido de un bloqueo.

La llamaba, entre lágrimas y desesperación, pero no respondía.

SARAHDonde viven las historias. Descúbrelo ahora