La noche era, fría, y oscura. El campamento no parecía tener mucha vida, podía decirse que había calma, quizás demasiada para los tiempos de guerra que asolaban aquellas tierras.El campamento no parecía ser militar ya que los hombres no estaban muy preparados para un posible ataque, se les veía calmados, orgullosos y quizá hasta alegres.
Pero algo más había en aquel paisaje oscuro, formado por una gran colina desnuda, rodeada por siniestros y espesos bosques hacia los cuales los soldados no dirigían sus miradas evitando así que su imaginación les truncara el sueño.
La llanura terminaba a los pies de montañas que formaban un muro atravesado por dos caminos estrechos. En aquella imponente masa de rocas algo se ocultaba. Una presencia imperceptible para cualquiera que me oyera sin saber a ciencia cierta de qué hablo, y también imperceptible para los soldados que sin quererlo estaban siendo espiados. Una mirada sin fondo, silenciosa y orgullosa de su posición estratégica, espiaba a los hombres del campamento, unos ojos negros como la muerte vigilaban el mínimo movimiento, median cada palmo del terreno, cada vida que palpitaba, vigilaba silenciosa y calculadora.
De pronto una sutil voz corto el aire de forma seca
- Su calma es nuestra aliada, mañana volveremos.
De la misma forma que las palabras surcaron el aire, siete siniestras sombras parecieron dejar sin vida ese acantilado al desaparecer por donde habían llegado.
Mientras tanto en el campamento cercano seguían cayendo en sueños profundos de uno en uno los hombres.
Yo contemple durante unos segundos el campamento, desde el mismo punto que los ojos oscuros, los habían estado analizando durante horas, entonces fue cuando entendí que esta historia iba a merecer ser contada, unos cinco mil hombres dormían mientras que otros bailaban y bebían, bajo mi atenta mirada.
El problema era, que esos hombres, bueno no era mi problema, iba a ser el suyo, nunca debieron de haber establecido ahí ese campamento, por ello, teníamos que castigarlos.
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Crónicas de Drazah
FantasyLa lectura es música, la lectura es coger un cuadro y pintarlo de paisajes, de retratos, leer es tener el poder divino de crear, leyendo no existe el dolor, ni la enfermedad, leyendo se descubre el mal y escribiendo se vence a todos los demonios. Es...