Hacía calor, mucho, quizás demasiado como para plantar batalla, como para siquiera tener la idea de estar bajo el sol abrasador a medio día. Pero allí estaban todos congregados, compartiendo el calor en hermandad, muchos probablemente es lo único que compartían, y lo único que les haría iguales, aunque a vista de los carroñeros que se empezaban a concentrar en el aire sobrevolando el terreno en círculos y planeando a favor de las cálidas corrientes de aire, todos los allí presentes se veían igual.
Ambos bandos enfrentados, con un mismo propósito, sobrevivir a aquel infierno.
Los caballos relinchaban, los hombres de armas se acomodaban las armaduras, arqueros tensando sus cuerdas, los ingenieros revisaban los carros de combate.
Los capitanes alentando a sus hombres ante de la contienda.
El miedo era tan palpable en la cara de los más jóvenes, como el sudor en la de los veteranos.De entre los miles de historias, de experiencias, de momentos vividos, familiares, mujeres esperando en los hogares, hijos que pronto nacerían, sin ser conscientes que aguardan la esperanza de conocer a un padre que está ahí en su posición, por ellos.
Aquellos ojos negros, lo analizaban todo, la llanura le recordaba al valle de su primera batalla en aquellas tierras, calor parecido, pero sabía que tendría al menos un par de horas más de sol por delante, el enemigo era el mismo de aquella vez. Pero sabía que en aquellos tres años habían cambiado muchas cosas, la primera, él.
Los tambores primero, seguidos de los cuernos de guerra, el ruido ensordecedor de un ejército inmóvil que cubría todo el horizonte, un mar de plata que destellaba, hasta donde la vista podía alcanzar.
Enfrente como una oleada, los gritos comenzaron a avanzar, rezos, imploraciones, oscuros cánticos, alaridos de guerra, cada uno a un ritmo pero en una misma dirección, la del enemigo.
Se giró observó a sus hombres y grito.- Luchar como si no tuvierais nada, como si os hubieran arrebatado todo, sin miedo a perder, hoy somos lobos heridos, que luchan por los caídos, los que ya no están.
Comenzó su carrera, y comenzaron a aparecer en su mente todas esas imágenes. Su tierra ahora lejana, el recuerdo de sus padres, la traición de su tío, sus amigos, sus compañeros, cada uno de los fieles que ahora le seguían, la melena rubia que un día le causó más que emociones, también se acordó de la silueta danzarina, que le había devuelto la esperanza y por último, recordó a Brudal.
De repente volvió en sí, cuando apenas le separaban cincuenta metros de la primera línea enemiga, tras ver todas esas imágenes, recordó el miedo y la oscuridad que había sentido en el pasado, se dio cuenta que todo había cambiado, que su momento estaba llegando, que hoy tendría que enfrentarse a su mayor enemigo, el mismo. Tenía que demostrarse que tanto dolor y todos los entrenamientos habían merecido la pena.
Clavo sus negros ojos en un adversario, un palmo más alto que él, ojos azules como el cielo abrasador que los cubría, vio la gota de sudor resbalando por el yelmo, vio seguridad en su mirada.
Como un relámpago esquivo la lanzada que iba directa a su entrecejo, armó el brazo derecho, con un giro de cadera fue directo al escudo, lo arranco del brazo de su oponente que esperaba una arremetida de arma, y entre el estrecho hueco que quedó lanzó felinamente un directo con la izquierda, que impactó de lleno en una nariz ahora ensangrentada y hecha trizas.
El soldado cayó contra su compañero de la segunda fila, el siguiente movimiento, fue una mezcla de suerte, puro instinto y agilidad.
Cuando avanzó la segunda línea, las lanzas silbaban a la altura de sus ojos, se lanzó en plancha sobre sus brazos y cuando notó el contacto de la tierra caliente con sus manos, flexionó los brazos para acercarse al suelo y rodar pasando por debajo del siguiente escudo enemigo, reincorporándose de cuclillas, desenvainó su arma, y sesgo tibias, tobillos, y gemelos a placer. Los cuerpos no paraban de caer sobre él, pero sabía que merecería la pena intentarlo, sus compañeros ya empezaban a ver un claro en el muro de escudos, que enseguida fue aprovechado.
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Crónicas de Drazah
FantasyLa lectura es música, la lectura es coger un cuadro y pintarlo de paisajes, de retratos, leer es tener el poder divino de crear, leyendo no existe el dolor, ni la enfermedad, leyendo se descubre el mal y escribiendo se vence a todos los demonios. Es...