La desgracia de la fé ciega.

0 0 0
                                    

-El día amaneció de buen humor, tranquilo, con brisa agradable y un sol tibio- Lavo mi rostro en el cuenco de agua de mi habitación -Es raro ver mi rostro en el agua- si bien mi rostro al reencarnar no cambió mucho, siento que este rostro no es totalmente mío. ¿Tal vez las escamas?

Bajo por las escaleras y encuentro a mi padre hablar con un hombre quien parece ser un sacerdote.

-Escuchen, si esa criatura del mal con el que viven no se marcha cuando cumpla dieciséis, el pueblo y yo tomaremos cartas en el asunto.

-No vuelva a hablar así de mi hija sacerdote, lo respeto mucho, pero, como madre sé que mi hija no está maldita.

-¿Cómo explica las marcas de su "hija" al nacer? Cuyas marcas se tornaron más oscuras mientras fue creciendo. De seguro ni es hija del señor Tham, esa muchacha debe ser el engendro de una catástrofe.

-¡Fuera de mi casa! ¡No insinue que mi esposa me ha sido infiel y mi hija no está maldita! Deje de calumniar a mi familia sacerdote y fuera de mi hogar- Gritó mi padre empujando al sacerdote.

-Me iré, pero, tienen dos días para que esa abominación de hija se vaya y si yo fuera ustedes también huiría, temería que otro hijo también este maldito- El hombre dio la vuelta y se fue triunfal.

Mis padres preocupados cierran la puerta para apoyarse en ella dándose cuenta de mi presencia, me observan sorprendidos.

-Hija, nosotros... tú.

-Lo siento por ser así...volveré a mi habitación.

-Nero, no es tu culpa, debe haber otra razón de tus marcas, no le creas al sacerdote, tranqu- No dejé terminar a mamá y me encerré en mi cuarto hasta el día siguiente.

¿Por qué me afecta tanto? ¿Por qué los tatuajes de mi vida pasada...por qué nací con ellos? No debería darles problemas a unos padres tan amables como ellos.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por el golpe en la puerta de mi habitación, es mi madre.

-Hija, no hay que creerle al sacerdote, está viejo, ya no sabe que dice. Esas marcas en tu cuerpo deben ser algo especial, los dioses deben haber planeado algo para ti, algo mucho más grande es parte de tu destino.

¿Por qué quiero llorar? No quiero que les pase nada a mis padres ni a mi hermano que está por llegar... creo que tendré que hacer lo correcto.

Abro la puerta de mi cuarto y veo a mi madre encogida de hombros y nerviosa

-Mamá ¿Por qué no me empacas las papas rellenas para mañana?

-¿Y eso hija? - Preguntó mi madre desconcertada.

-Como mañana seré adulta me iré por la mañana

-Oh, dios hija ¿Esto no es por lo que dijo el sacerdote?

-Algo así, no me gustaría que les pasara algo a ti a papá y a Mayoi, pero también es porque quiero salir a ver el mundo, quiero disfrutar de el (ya que en mi vida pasada no pude ni disfrutar de mis propias decisiones).

Mayoi: apodo del bebé ya que no se sabe su género.

-Está bien hija, vamos a decirle a tu padre y celebremos -Dice aun preocupada.

Desde el mediodía hasta las tres de la tarde jugamos en familia, pasamos tiempo en el jardín, me enseñaron lo último que debía saber; más que nada me reforzaron lo que me enseñaron todos estos años, a luchar, manejar el dinero y como ganar más, lo poco y nada de magia que ellos saben y juzgaron si estaba lista con mi transformación primal. Luego de eso cocinamos la cena juntos, mamá me ayudó a preparar las cosas para el viaje.

Nero y el laberinto celesteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora