Capítulo tres

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El cielo había pasado de una eterna tranquilidad a una gran e inquietante guerra en contra de los simples mortales en la tierra, las enormes nubes cubrían por completo lo que alguna vez fue un hermoso océano azul flotante. Algunas gotas comenzaban a caer y golpear suavemente los techos de las casas que rodeaban un lindo y viejo vecindario.

La joven madre apenas había logrado alcanzar a preparar el desayuno de su pequeña y amada hija, eso sin contar que se duchó y arregló lo más rápido posible porque para su muy mala suerte, se había quedado completamente dormida. 

Maldijo por quinta vez en voz baja para después despedirse de su tesoro y su querida cuñada quien recientemente había llegado para cuidar a Hanni. Tomó su termo con café y suspiró viendo a la ahora pequeña llovizna, y formó una mueca con sus labios en el momento exacto que notó lo amargo del café, había olvidado el azúcar. Pero ese definitivamente era el menor de sus problemas. 

Suspiró nuevamente casi derrotada y salió despavorida en busca de un taxi para poder llegar lo más pronto y rápido posible al trabajo. No podía llegar tarde... O bueno, más tarde. ¡Era su primer día! y ya había roto la primera regla que le había impuesto su amargada jefa. 

Jeongyeon suspira aliviada en el momento que sus pies pisan la entrada del gigantesco edificio en donde trabajaba y al entrar saluda educadamente a Jisoo, la amable secretaria que la había atendido ayer. Nuevamente aliviada, subió al ascensor y para su buena suerte su jefa aún no había llegado, y en menos de un minuto ya se encontraba en el piso correspondiente. Entró a la oficina e inmediatamente comenzó a arreglar el no tan desordenado lugar, para cuando finalmente terminó se sentó en su silla a esperar a la alfa.

Su jefa llegó luego de unos diez minutos y Jeongyeon se paró con pesar para saludar a la malhumorada alfa, pero ésta simplemente se quitó su saco y se lo aventó al rostro, importándole muy poco el ser amable con su nueva asistente. 

Paciencia, Jeongyeon, paciencia. 

—Tráeme un café y que sea rápido que no estoy de humor, Yoo —ordenó la alfa dejando a una Jeongyeon maldiciendo por lo bajo y asintiendo a regañadientes. 

Suspiró y lanzó el saco de su jefa por algún lugar de la oficina, importándole muy poco la mirada con reproche de la alfa. Bajó en busca de Jisoo para preguntar por el tipo de café que bebía la alfa, pero no la encontró. Dió otro fuerte suspiro y se dirigió a la cafetería, pidiendo así un café americano con azúcar extra, pues para ella su jefa realmente necesitaba algo dulce que le quitará el exceso de amargura que se cargaba en el cuerpo.

Una vez listo el café, subió nuevamente hasta la oficina de la alfa, tocó la puerta, pero nadie respondió así que entró pensando que su jefa no se encontraba en la oficina.

—No te permití que pasaras —dijo la alfa tras ella.

—Toqué la puerta, no respondió. Así que eso ya no es mi problema, su café está aquí.

Jeongyeon respondió tratando de modular su voz, pues aquella alfa realmente la tenía irritada. Nayeon por su lado se apartó y se dirigió hasta su escritorio, tomando lugar en su costosa silla de cuero negro.

Observó nuevamente a la omega de pies a cabeza, con un exitoso disimulo, pues esta ni siquiera le miraba. Al parecer a la omega le parecía sumamente entretenido mirar la pared gris de su oficina. 

—¿De qué es? —Nayeon señaló la taza humeante y sonrió de lado al ver que la omega había puesto su atención en ella. 

—Americano con azúcar extra —Y Jeongyeon sonrió con satisfacción al ver el ceño fruncido de su jefa. 

—Odio las cosas dulces ¿de verdad crees que beberé esto?

—No sé y no me importa. Yo cumplí con traerle el café que me pidió —Le sonrió burlonamente— ¿Necesita algo más? Señorita Im 

Stupid Boss || 2Yeon Donde viven las historias. Descúbrelo ahora