capitulo 1

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esparta. un lugar sangriento donde la infancia de cada niño, era una existencia brutal. a los niños fuerte y aptos, se les entrenaba para ser guerreros, los protectores de esparta. los niños mas debiles, eran enjaulados y enviados a las montañas, donde se les abandonaba, nadie esperaba que sobrevivieran.

kratos valiente y joven general espartano, usaba tacticas que  eran crueles, pero eficases, embriagado de poder, era temido por todos, excepto por una persona. su mujer era la unica con el valor, para hacer frente a su furia.

"¿Hasta cuándo tendras suficiente, Kratos?", cuestionó con dulzura una voz femenina y decidida. una bella peliroja, observando al general con mirada cargada de preocupación y firmeza.

Kratos la examinó intensamente, antes de responder con una voz enérgica y plena de convicción: "Amada mía, la gloria de Esparta es un fuego inextinguible en mi interior. No cederá hasta que el mundo entero conozca nuestro nombre".

2 años antes.

 el profundo silencio de un espeso bosque, Kratos se encontraba solo, entregado a su entrenamiento. Sus movimientos eran precisos y mortales, su espada relucía bajo los rayos del sol que se filtraban entre las hojas de los árboles.

De repente, como si la naturaleza misma hubiera susurrado un secreto, Kushina Uzumaki, malherida y exhausta, abrió los ojos cerca de donde Kratos estaba entrenando. Sus heridas sangrantes y su ropa rasgada eran evidencia de que había sufrido grandes adversidades. Confundida y desorientada, sus ojos buscaron desesperadamente ayuda.

Kushina, debilitada y sin fuerzas, logró arrastrarse hacia donde Kratos estaba entrenando. Justo en el momento en que lo encontró, agotada y herida, sus ojos se encontraron con los de Kratos antes de que finalmente se desmayara en sus brazos.

Kratos quedó perplejo por la llegada súbita de esta desconocida y herida mujer. La tomó en sus brazos con cuidado, sin entender completamente lo que había sucedido, pero una cosa estaba clara: esta mujer necesitaba ayuda.

Después de su encuentro en el bosque, Kratos asumió la responsabilidad de cuidar a Kushina mientras ella se recuperaba. El general espartano, conocido por su dureza y ferocidad en el campo de batalla, ahora se encontraba en una posición completamente diferente. Cuidar de Kushina no era una tarea que hubiera previsto, pero algo en ella lo había intrigado desde el principio.

Kushina finalmente comenzó a recobrar la conciencia. Sus ojos parpadearon lentamente, ajustándose a la luz de la habitación. Notó un cambio en su entorno de inmediato. No estaba en la ropa que recordaba, sino en una nueva y limpia que la cubría. Esto la hizo mirar a su alrededor con desconcierto.

En la habitación, vio a un hombre sentado en una silla cercana, observándola con calma. La sorpresa y el asombro cruzaron su rostro mientras trataba de entender lo que había sucedido.

Sin embargo, antes de que pudiera articular una pregunta, Kushina, sintiéndose incómoda y avergonzada por la situación, agarró una almohada de la cama y la arrojó hacia él con enojo. "¡Pervertido!", exclamó con indignación.

El hombre, sin inmutarse, atrapó la almohada antes de que llegara a él y la dejó a un lado. "No soy un pervertido. Solo trato de asegurarme de que estés cómoda y bien cuidada mientras te recuperas", respondió en tono firme y decidido.

Kushina se sintió aliviada de haber expresado su molestia, pero también consciente de que estaba en deuda con este extraño. 

Kushina, aún sintiéndose incómoda y avergonzada por la situación, no pudo evitar lanzarle una mirada inquisitiva al hombre. "¿Quién eres?", preguntó con cautela.

La sombra del dios ninjaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora