Capítulo 5

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Después de una tarde de pesca se recarga en un frondoso árbol, observando a sus dos lobos jugar con el pequeño zorro.

Brincar, girar, morder, esconderse entre los arbustos o pasto alto, suaves gruñidos, los fuertes lobos miden sus mordidas, cuidan sus pasos, para no lastimar, aunque parecen relajados se mantienen siempre atentos a su amo, disfrutan de la tranquilidad del bosque y del nuevo miembro del grupo.

Agitado, con la lengua de fuera para regular su temperatura corporal observa a su salvador. Cálido, amable, tranquilo, suave sonrisa, silencioso y paciente, solo hizo un par de preguntas a las cuales no dio respuesta ¿Cuál es tu nombre? ¿Sabes dónde queda tu clan?

Un ojo azul claro como el cielo y otro más oscuro, labios rosas como las flores de los árboles de durazno que tanto parecen gustarle, precisamente sus manos siempre tienen ese dulce aroma, cabello largo, un poco ondulado y claro, recogido con una peineta de jade, ropa clara que resalta su pureza, piel nívea y suave al punto de parecer delicada.

- Vamos a casa.

El camino a la montaña es largo, pero esta persona sube sin la mínima dificultad.

Una cueva justo aun lado de la cascada es su hogar, antes de entrar ve el basto paisaje, parece un gran mirador, desde ahí pueda ver cada punto alrededor, un águila chilla, el zorrito agacha las orejas y entra corriendo.

Un pequeño lago que tiene siempre agua caliente, una cama hecha de paja y cobijas de seda, es el lugar preparado para su descanso, una fogata para calentar sus alimentos. Aunque prefiere mil veces estar en su forma animal, gusta mas de la comida bien cocida, así solo mientras devora una trucha asada lo hace con sus dos manos.

Los lobos duermen, el negro cuida la entrada de la cueva y el gris descansa junto a los pies de ambos cerca del calor del fuego. Son ellos quienes cazan siempre la comida y son quienes primero se deleitan con un festín.

Un eructo tras tres pescados le hace saber, que el niño esta satisfecho. Sirve un poco de té de manzana colocando el tarro junto al plato vacío. Esto es otra cosa que ha notado, este amable hombre no hace contacto físico, tampoco parece dormir, solo meditar, come poco, pero lo hace con elegancia.

- Singto – la voz infantil acabo con el silencio. - Mi nombre es Singto.

- ...

- Mi clan, no se donde queda, tenia meses viajando con mi mami, pero ella – sus ojos se vuelven acuosos, rápidamente limpia sus ojos – ella dijo que debíamos encontrar al dios del bosque, porque es quien trae la paz entre los clanes.

- ¿Tu clan esta en guerra? – el niño asiente - ¿Cuál es el nombre de tu clan?

- Mi manada, a mi manada la llaman el clan de los zorros rojos, donde vivo cae mucha nieve, pero nuestro manto se mantiene rojo.

Conoce todos los clanes de cambia formas, en algún momento de su vida, cada clan le recibió como un invitado, le permitió dormir, disfrutar nuevos sabores y admirar la vida mortal, rara vez vuelve con un mismo clan.

Un fuerte bostezo le hizo salir de sus pensamientos.

- Ve a dormir.

- Pero aun es muy temprano, aunque aquí siempre esta oscuro.

- ¿Te molesta la oscuridad?

- No, me recuerda a mi madriguera.

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