Un auto fue abriéndose paso entre una manada de personas despavoridas gritando por doquier en pleno embotellamiento. El conductor, Issei Isagi, al ver la dirección de la que provenía la aglomeración, supo que algo no estaba bien. A unas pocas manzanas se encontraba su casa y temió lo peor.
Ni bien se alejó de la multitud aumentó la velocidad de su auto para darse prisa. Iba tan descuidado que sus lentes negros se deslizaron ligeramente por la fuente de su nariz al derrapar en una esquina. Estaba cerca. El hombre miró más adelante y se sorprendió al ver como unas luces azules asomadas por la ventana de una casa se apagaron. Esa era su casa, y la ventana rota por donde aquellos destellos azules se disiparon era el cuarto de su hijo, su único hijo.
Su corazón comenzó a latir en sus tímpanos mientras estacionaba las dos primeras ruedas sobre la acera delante de su casa con apuro. Todo estaba tan tranquilo y solitario para su gusto. Los nervios lo hicieron palidecer, y sintió unos profundos deseos de llorar como si su vida estuviera siendo succionada ante la incertidumbre.
—¡YOICHI!, ¡IYO! —gritó Issei al bajar del auto—. ¡¿Están bien?! —Subió la mirada nuevamente a la ventana. Al no recibir respuestas, sus ojos comenzaron a dilatarse—. ¡¡YOICHI!!
Aturdido, Yoichi comenzó a abrir los ojos al parecerle escuchar que alguien gritaba llamando a dos personas. Se sentía tan desgastado que apenas podía ver o escuchar con claridad a su alrededor. Se encontraba en el suelo y eso lo extrañó. Débilmente se apoyó en sus manos y se levantó poco a poco. Su vista se fue aclarando entre tantos tambaleos sobre sus piernas temblorosas y se apoyó en un escritorio que se encontraba al lado de su cama. Sin recuperarse del todo, escrutó su cuarto desordenado y escuchó con más claridad la voz de un hombre gritando a todo pulmón.
—¿Papá? —dijo Yoichi al aire con la garganta adolorida, y asomó su cabeza más arriba del alféizar con lentitud.
Ni bien Yoichi miró a su padre, este se puso a llorar de alivio. Issei no sabía cómo agradecerle a los dioses el que su hijo estuviera bien.
—¡Yoichi!, ¿¡Estás bien!? —preguntó Issei.
—Sí... —respondió algo tartamudo, usando su mano como apoyo sobre su cien. El mundo le daba vueltas.
—¿¡Qué pasó!? —preguntó—. ¿¡Dónde está tu madre!?
<<Mi... madre...>>, pensó Yoichi y abrió los ojos con sorpresa al recordar lo que había pasado. Como si ese fuera su cable a tierra, el mareo se disipó y se volvió sobre sus talones. Al ver el cuerpo de su madre tumbado frente a su cuarto con su cien sangrando, apenas pudo mantenerse parado. Sus dedos se aferraron al borde del escritorio y sus ojos se desorbitaron de sus cuencas. Las imágenes se hicieron cada vez más claras y, sin poder controlarse, comenzó a hiperventilarse.
—¡Quédate ahí, voy por ti! —gritó Issei, y se adentró a la casa corriendo.
Yoichi no prestó atención al llamado de su padre. Estaba absorto en el pobre cuerpo de su madre, dañado por su culpa. Su culpa. Con la mirada perdida se fue acercando a paso lento a su madre, con sus pies arrastrándose por el suelo. ¿Él había ocasionado eso? No lo sabía, pero la sola idea lo hacía odiarse. No recordaba nada más que a su madre apoyándolo mientras el remolino azul florecía cerca de su nuca. Fue ahí cuando recordó la marca.
Inconscientemente se detuvo mientras escuchaba como unos pasos se detuvieron abruptamente por el pasillo. A su lado izquierdo estaba su espejo de cuerpo completo quebrado desde la altura del hombro de su reflejo. La curiosidad le ganó mientras se empezaba a conmocionar, y, estirando el cuello de su playera blanca hacia atrás, vio como un dibujo se asomaba sobre su omoplato. Con asombro, Yoichi apenas vislumbró por el rabillo del ojo como tenia un tatuaje de unas piezas de rompecabezas enlazadas en forma de espiral.
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BEAST LOCK || BLUE LOCK || Nagi x Isagi
FanfictionNadie sabe el por qué, solo se sabe que existe una maldición en Japón desde hace milenios que ha estado afectando a miles de ciudadanos por generaciones, tanto a japoneses como a aquellos desdichados extranjeros con descendencia japonesa, y, en raro...