Capitulo 4

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Habían pasado cuatro años desde la partida del Dragon Slayer de rayo y cierta kunoichi pelirrosa se había dado cuenta de que se estaba sintiendo estancada, como si ya su vida no tuviera sentido, a pesar de ser reconocida como la mejor ninja médico del continente shinobi tras finalizar la cuarta gran guerra.

Al amanecer y al atardecer se la pasaba contemplando la entrada de la aldea, hecho que no tardo en llamar la atención de las personas de la villa, pero a todos los que le preguntaban ella solo les respondía dándoles una pequeña sonrisa antes de darse la vuelta. No se atrevería a decirles que extrañaba a Laxus, que quería ir a verlo ya que lo más probable es que comenzaran a circular rumores en la aldea y ya bastante tenía con los actuales, no pensaba contribuir en la creación de nuevos chismes para esas personas que no tenían nada más que hacer que estar pendientes de la vida de los demás, incluso si eso significaba tener que tratar de engañar a su mejor amiga que resultaba ser la Reina de los chismes.

Suspiró por tercera vez esa mañana, no le gustaba estar sin hacer nada ya que comenzaba a hacerse la misma pregunta una y otra vez ¿qué le habrá pasado a Laxus?, la kunoichi no entendía cómo era posible que este no se hubiera comunicado con ella en todo ese tiempo, por esa razón a su mente llegaban cientos de escenarios, cada uno más macabro que el anterior y terminaba optando por abarrotarse en trabajo, al menos así no tenía tiempo para pensar en el rubio.

Pero, la cruda realidad para ella era que, su voluntad estaba mermando, no encontraba un objetivo por el cual seguir esforzándose, ya había logrado superar a su maestra, pero eso parecía no ser suficiente, necesitaba algo más, pero no entendía que. Cada vez que miraba a su alrededor se daba cuenta de que todos los demás avanzaban, su maestra se encontraba viajando por las naciones elementales, sus amigos ya estaban haciendo sus vidas ¿y ella?, ella se la pasaba día y noche en el hospital, trabajando, su vida social era prácticamente nula, solo salía con sus amigos cuando Ino venia por ella y la arrastraba hacia los lugares. No tuvo tiempo de seguir pensando cuando la puerta de su oficina se abrió.

- buenos días doctora Haruno - la saludo una voz bastante conocida para ella - buenos días Itachi-san, ¿qué te trae por aquí? - Uchiha Itachi, el hermano mayor de Uchiha Sasuke y el que efectuó la masacre de su propio clan, ella lo había encontrado al borde de la muerte tras su combate con su hermano menor y había decidido salvarlo ya que su maestra le había enseñado los documentos donde se encontraba la misión de eliminar al clan. Lo trajo a la aldea y junto a Tsunade lo mantuvieron oculto hasta que hicieron pública la verdad detrás de todo. Unas semanas después de la guerra y debido a su apoyo en la misma fue liberado y perdonado, por lo que ahora era un ciudadano más, ya que había dejado casi totalmente de lado las misiones, excepto las que eran proporcionadas directamente por el hokage.

- vine a ver cómo estabas, me han dicho que casi no sales del hospital y que cuando lo haces te ves realmente agotada - le dijo el pelinegro mientras tomaba asiento frente a la mujer - oh, ¿fue idea de Kakashi no es así? - el Uchiha asintió ganándose un suspiro frustrado por parte de la pelirrosa - puedes decirle en mi lugar a nuestro hokage que estoy bien -
Ante el silencio del pelinegro la rosada solo pudo dejarse caer en la mesa - no puedo creerlo, ahora vas a ser mi niñera - el pelinegro solo pudo reír suavemente ante lo dicho por la joven - vamos Sakura-san, tu más que nadie sabe que debes cuidarte, después de todo eres la doctora aquí -

El comentario sólo logró hacer que la mujer murmurara por lo bajo - es de mala educación murmurar frente a una persona - le dijo el Uchiha mientras le sonreía inocentemente - por lo que más quieras quita esa sonrisa de tu cara, das miedo - este comentario hizo que el Uchiha le diera una mirada de cachorro lo cual hizo que la rosada se cubriera el rostro - ¡no, no pienso caer en tu trampa! - le dijo mientras trataba de no mirar su rostro, pero fracasó grandemente cuanto este tomó sus manos forzándola a mirarlo - ¡muy bien, muy bien me rindo! Tú ganas - le dijo con un suspiro de decepción antes de colgar su bata y tomar su bolso, después de todo no tenía nada más que hacer ese día.

You Belong with MeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora