ÚNICO

311 52 7
                                    



Por lo general una fiesta para recaudar fondos organizada por la élite de la sociedad, se llevaba a cabo en el salón de algún hotel lujoso, con champaña de la más alta calidad acompañada de unos pequeños refrigerios preparados por las manos de famosos chefs traídos de algún país extranjero. Sin embargo este año, a diferencia de los anteriores, la fiesta se estaba llevando a cabo en la mansión del fundador, y magnate CEO de WS industry's, y su esposa la ex modelo y ahora dueña de una de las marcas más prestigiosas de moda. Ambos eran la pareja soñada y perfecta, siempre apareciendo en portadas de revistas juntos o de forma individual.

La casa era innegablemente hermosa. Con una decoración exquisita ambientada en la época de oro, acompañado del entretenimiento perfecto, todo parecía ir de maravilla. Las conversaciones siempre acompañadas de negocios, los malos chistes que provocan risas solo por compromiso y ni hablar de la descarada hipocresía entre los cumplidos. Esto es común entre las personas de alta sociedad.

Pero no para ellos.

Mientras todos aparentaban disfrutar el derrochar su dinero para guardar las apariencias, hay dos personas que, sin duda alguna, disfrutan de verdad la velada.

Al final del gran corredor de la residencia se podrían encontrar unos pocos escalones que llevan a una habitación subterránea. Dicha habitación, fue diseñada para el disfrute del magnate. Es su habitación de entretenimiento, todo un piso solo para él, y por supuesto, sus socios o amistades de su íntimo círculo de confianza. Como era de esperarse, el buen gusto del empresario era impecable; a la derecha se encontraba un mini bar repleto de bebidas exclusivas y cristalería fina, en el lado contrario se apreciaba una gran pantalla, donde seguro los deportes se verán en la más alta de las resoluciones. También se encuentran varias mesas de juegos; cartas, ajedrez, entre otros. Pero hay una que es el centro de atención, es el juego favorito del señor de la casa y se nota por la madera brillante y el aterciopelado de edición limitada que la adorna. Esta mesa de billar está ubicada en el centro de la habitación para que toda persona que entre al lugar la admire y envidie. Cualquier conocedor lo haría. Sin embargo, las dos personas dentro no, al contrario, parecen empeñadas en ensuciarla, tal vez incluso, busquen profanarla.

Una habitación en penumbras. Una mesa de billar en el centro. Y una pareja sin ningún tipo de vergüenza sobre ella.

Los sonidos de chasquidos resuenan en la habitación parcialmente vacía seguidos de respiraciones desesperadas y gemidos incontrolables. Una de las personas se encuentra semi recostada sobre la mesa, camisa abierta y pantalones en las rodillas mientras sus labios son atacados por la otra persona frente a él mordiendo y succionando con fuerza provocando una queja.

—Silencio, alguien podría escucharte, bonito. Y no queremos eso, ¿verdad? —le susurró el alto chico mientras lo bajaba de la mesa para darle la vuelta y ahora inclinarlo boca abajo sobre la misma.

El chico soltó un suspiro cuando sus pezones rozaron con la suave tela de terciopelo, de pronto todo quemaba, su cuerpo se sentía raro, sin embargo era una sensación conocida, era un hormigueo que se extendía por todas partes y solo se apagaba con el toque del otro chico. Nunca había experimentado esto con otra persona, tal vez porque no ha habido otra persona en primer lugar. El problema radica en que no deseaba a nadie más tampoco. No quería que nadie más lo tocara, no deseaba que nadie más lo sujetara de esta manera, estaba seguro que nadie nunca podría besarlo y hacerle ver las estrellas, se negaba creer que había otra persona sobre la tierra que lo hiciera estremecer al entregarse, que le diera el mismo placer y que a la vez, le mostrara el mismo cariño.

Las manos que recorrían su cuerpo y dejaban rastros de fuego bajo su piel en forma lenta eran irreemplazables igual que los labios que se negaban a soltar los suyos como si quisiera guardar su babor. La respiración agitada que se mezclaba con la propia y los susurros incontenibles. Todo se sentía tan correcto.

𝕻𝖔𝖔𝖑 𝖙𝖆𝖇𝖑𝖊 || BibleBuildDonde viven las historias. Descúbrelo ahora