Kumiho

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Dentro de la mitología coreana, los kumiho o gumiho son zorros mágicos de nueve colas que pueden tomar la forma de jóvenes y hermosas mujeres. Bajo esa apariencia, estos cambiaformas son capaces de hablar y actuar como humanos, no obstante, siempre retienen algunas de sus características de zorro, como por ejemplo, pueden tener patas de zorro en vez de pies u orejas de zorro. Más importante aún, el comportamiento malicioso de estas criaturas se mantiene siempre siendo el mismo, indiferentemente de la forma que adopten.

A diferencia de sus contrapartes chinas y japonesas, los kumiho casi siempre son malvados. Hipotéticamente, un kumiho podría ser moralmente neutral o incluso bueno, pero estos nunca parecen ser los casos; al menos de acuerdo con los mitos coreanos antiguos que han sobrevivido hasta el presente.

¿ESPRÍTUS, DEMONIOS, O ZORROS VERDADEROS?

En la mitología coreana, los kumiho son un tipo de espíritus, pero uno maligno. Asimismo, mientras que los kitsune japoneses son retratados como zorros de verdad que van creciendo más y más y adquiriendo más poderes a medida que envejecen, los kumiho son zorros de nueve colas desde que nacen hasta que mueren (sus poderes, como sus colas, tampoco varían).

Eso no significa que los kumiho no envejezcan, o que no puedan cambiar con el tiempo. De acuerdo con la mitología coreana, si un kumiho se abstiene de comer carne humana por mil años, podría convertirse en humano de forma definitiva. Aún así, no parece que transformaciones de ese tipo hayan ocurrido con frecuencia –al menos de acuerdo con el folklore coreano–, ya que la mayoría de los kumiho no pueden abstenerse de consumir carne humana por tanto tiempo.

¿LOS KUMIHO SIEMPRE ATACAN A AQUELLOS A LOS QUE HAN SEDUCIDO?

Usualmente las víctimas de los kumiho son hombres jóvenes que estos zorros han seducido y engañado para que se casen con ellas. No obstante, existen excepciones a la regla.

Por ejemplo, en el cuento "La nuera kumiho del Emperador", un kumiho se casa con el hijo de un emperador, pero en lugar de alimentarse de su carne y energía, el kumiho se dedica a atacar furtivamente a miembros menos importantes de la corte.

En esencia, este kumiho usa su matrimonio con el hijo del emperador para tener acceso a múltiples hombres ingenuos, y, por su posición, confiados de ella. Pero cuando resultó evidente que las desapariciones de hombres eran responsabilidad de un kumiho, el emperador le asignó al héroe del cuento la tarea de matar al zorro, lo que ocurre al final de la historia.

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