CAPITULO II

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Jungkook aceptó vacilantemente la mano de Taehyung. Sentía la boca seca como un estropajo. Enlazó sus grandes dedos con los suyos y le condujo hacia el aeroplano privado de la empresa. Ni en sueños habría esperado que tuvieran una verdadera luna de miel. Se había sorprendido mucho, y sobre todo se había preocupado, cuando una hora después de casarse, su esposo le había comunicado que se dirigían hacia una de sus propiedades en una isla tropical que poseía en Francia y que permanecerían allí dos meses.

El plan resultaba excitante, pero también sobrecogedor. Nadie podría oír sus gritos si él tenía intención de hacerle daño. Si se dejaba guiar por la lógica, él no parecía el tipo de persona que disfrutase haciendo daño a los demás, pero, por otra parte, ¿y él qué sabía? Apenas lo conocía y sus únicos recuerdos vagaban a la época en la que solía observarle a lo lejos en la empresa o en eventos sociales donde el alfa era el asistente de su padre. Además, pensó malhumoradamente, Taehyung creía que había estado confabulado con su padre. No creía que las escasas palabras con las que había intentado defenderse en su oficina, palabras que habían llegado cinco años tarde, hubieran supuesto alguna diferencia. Suspiró, preguntándose otra vez qué tendría pensado hacer con él.

Y, maldita sea, de todos modos, no existía ninguna forma de luchar contra él. Verdaderamente, Taehyung había convertido su sumisión en una parte legal de su matrimonio. Le había obligado a firmar una declaración jurada, en la que, bajo pena de expulsar a su familia de la casa familiar, el omega se comprometía a obedecerlo ciegamente. Legalmente, recordó apretando los dientes, ni siquiera podría levantarle la voz sin que castigase a los suyos. Se le ensancharon las aletas de la nariz. Había creído que en una semana su familia se encontraría en la calle. Al contrario de lo que el alfa pensaba, él nunca había sido del tipo dulce y sumiso. Los omegas dulces y sumisos no podrían dirigir con eficacia compañías que manejan millones de dólares. Y Jungkook lo había hecho eficazmente antes de la absorción. El problema estaba en que su padre antes de su muerte había tomado un montón de decisiones económicas absurdas, y esto casi había agotado el capital. Aunque seguro que su esposo ya lo sabía. Se preguntaba si eso no sería parte del aliciente de casarse con él-la ocasión de someter por la fuerza a un omega fuerte e independiente que después de haber sangrado sus efectivos hasta agotarlos no podría luchar contra él durante mucho tiempo.

Treinta minutos más tarde, el avión había despegado y les habían servido unos cócteles. Jungkook se sentó en su asiento frente a su nuevo esposo, bebiendo una margarita. Miró por la ventana, observando distraídamente las nubes que pasaban a su lado, demasiado nervioso para establecer contacto visual con el alfa que ostentaba semejante poder sobre él.

— "Tienes un pecho esplendido" murmuró Taehyung, consiguiendo su total atención, ocasionado que el omega girase a verle con los ojos abiertos como platos.

No esperaba que fuera tan directo- aunque ahora ya tenía una pista. Ser directo formaba parte de su naturaleza. "Puedo ver cómo tus pezones se yerguen bajo el satén." Observó como el omega se despejaba la garganta nerviosamente y apartaba la mirada hacia aquella prenda blanca, inconvenientemente translucida.

— "¿Es por el frío, la excitación, o son las dos cosas?"

Excitación, pensó el omega, retorciéndose un poco en su asiento. "Frío," susurró. Jungkook cerró los ojos brevemente, cogiendo fuerzas. Aunque pareciese una idea perversa y estúpida, su cuerpo siempre había respondido naturalmente al alfa sombrío y prohibido que se sentaba enfrente. Era como si los dioses hubieran creado su cuerpo con el único propósito de deleitarse con Kim Taehyung. Ningún otro alfa conseguía que se pusiese caliente sólo con unas palabras o una simple mirada. Ninguno, sólo él. Odiaba admitirlo, pero parecía más peligroso y atractivo que nunca. Todavía llevaba el mismo traje negro italiano con el que se casaron. Estaba tan atractivo con el pelo castaño despeinado y con la corbata suelta colgando descuidadamente de su cuello... Su atlética musculatura se marcaba incluso bajo la ropa que cubría su cuerpo. Sus ojos eran de un ámbar profundo e intenso, las líneas cuadradas de la sonrisa en las comisuras contrastando brutalmente con la dura expresión de su rostro.

⌒ ✶ PECADOS PATERNOS 𖥨 TAEKOOK ADAPTACION.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora