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Después de hablar con Gran Colombia, me sentí más tranquilo ya que el tono cálido y suave del hispano transmitía ese sentimiento. Suspire un poco más calmado y le mencione:

—Gracias por tus palabras, Gran Colombia— Agradece el brasileño mientras miraba el suelo.

No mire la cara del otro sudamericano, pero sentí la presencia de una cálida sonrisa en su rostro.

—¡Por nada Imperio, estoy para ayudarte! — Dice muy optimista el Gran Colombiano, sonriendo de forma más amplia y mostrando sus blancos dientes que parecían perlas.

Seguí platicando con él, hasta que tuvo que irse por temas de sus hijos; me despedí y me dedique a observar a los demás bailando, ya que se suponía que esto era "la hora de danza".

Los mariachis empezaron a tocar canciones bailables, mientras se llenaba un aura de felicidad en el gran salón. Noté que el anfitrión de esta "locura" se me acercó y me dijo:

—Órale brasileño, andas muy tieso. ¿Por qué no te unes? —

No quise contestar por un momento y suspiré.

—Dame una sola razón para que tenga que unirme— Cruce una pierna sobre la otra, mirando fijo al mexicano.

—No mames, pues para que se te valla la negatividad y tus pensamientos arduos de trabajo— Dijo el centroamericano, como si fuera lo más obvio.

Abrí un poco los ojos ya que sus palabras eran un poco similares a las de Luisa, me dediqué a reflexionar un poco y accedí. Noté la sonrisa del Imperio Mexicano y al segundo me arrepentí un poco, pero ya dije que sí y no hay vuelta atrás.

El centroamericano me jaló del brazo y me llevó a la pista de baile, empezó a sonar una música con letra de mi idioma. Lo cual entendí que Imperio Mexicano quería verme bailar sea como sea.

Se bailar un poco de Salsa y Capoeira, así que decidí irme por el segundo y empecé a bailar.

Sentí el ritmo recorriendo mis venas, era emocionante, pero a la vez aterrador, ¿me hago entender? La mirada de algunos hacia mí era extraña, ya experimento esto cuando tengo que hablar enfrente de todos en la capital u otras de las 21 provincias de mi imperio; pero esto es una sensación diferente.

Al segundo me arrepentí y me quedé quieto, bajando mi mirada. Escuche la risa de alguien atrás mío mientras yo estaba algo atónico. Me gire hacia esa persona y era nuevamente el centroamericano:

—Bailaste muy bien Imperio, a pesar de que fue por unos segundos— Felicitó el mexicano, con una sonrisa de suficiencia en su rostro.

Suspiré y solo me fui del lugar, no antes de despedirme del I Imperio Mexicano, además de agradecerle por la invitación. Mi carruaje llegó y me fui del lugar, yendo a mi palacio. Mientras tenía los ojos entrecerrados mirando el agua que emanaba el cielo color azul oscuro, reflexione sobre la experiencia en aquel lugar y apareció una pequeña sonrisa en mi rostro.

"—Talvez no fue tan malo después de todo... —"

𝘑𝘶𝘯𝘵𝘰𝘴 ?, Gran Colombia x Imperio BrasileñoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora