32° Salvame del príncipe azul

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Jaydami °2
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Amar desde lejos no es cosa fácil, la distancia impide muchas cosas. En la mayoría de los casos, es la cercanía de las personas, tanta distancia les impide pasar tiempo juntos, lo que de apoco los separa, pero el caso de Jason era distinto. No era el típico amor desde lejos, porque de igual forma la cercanía era mucha, solo que a la vez nula.

Para Jason en este mundo ser un villano es difícil, ser un héroe lo es mucho más, pero ser un anti héroe, es otra historia, al ser rechazado por los héroes, villanos y la misma sociedad, lo hace el trabajo más difícil.

Él siempre fue precavido con su salud, al saber que sólo cuenta consigo mismo, pero una misión con poco riesgo, fue lo que hizo falta para que lo que alguna vez fue su vida. Sea arrebatado por una mala caída y por que no, mala planificación.

Por él mismo no podría recordar hace cuanto que no camina, hace cuanto no sentía lo que era poder subir escaleras o ir al baño sin tener que depender de una baranda a tu lado, hace cuento que estaba sentado en una silla de ruedas con una columna frágil y piernas en peor estado.

Pero ahí estaban, los que se lo recuerdan, Alfred, el calendario y Damian.

Hoy, ya cuatro meses después de ese accidente, se encuentra recostado en su antigua habitación, con un adolescente de quince años sobre su estómago, leyendo su libro favorito.

Damian en sierto modo al principio se aprovecho de su estado, para esconderse de su padre. Sabiendo que Bruce no entraría a donde el se encuentra. Nunca lo haría, pero ahora, después de tantas veces, ya le es costumbre estar sobre Jason cada que podía.

—Todd— Rompió el silencio el niño de ojos verdes.

Jason hizo un pequeño asentimiento de cabeza para que continuará.

—¿Cuando puedas caminar me podré mudar contigo?— pregunto cerrando el libro para mirar el mentón del mayor, que miraba al techo.

—Si es lo que quieres— le respondió Jason, pero esa no era la respuesta que Damian quería —Si, te raptare y te quedaras ahí para siempre— Dijo esperando que esa respuesta si fuera la correcta.

El menor escondió su pequeña sonrisa, ocultando su rostro en el abdomen bajo de su hermano. Quería tanto al bastardo que se encontraba sobre la cama, que le volvía loco que dijera cosas así.

El menor levanto su cabeza, con emoción plasmada en su cara—¡Tengamos una cita!— Ofreció en voz alta a Jason. Este por su parte se sorprendió por la palabra que uso.

—¿Cita?— Pregunto incrédulo todd, tratando de levantar su cabeza para observarlo, pero su intento fue en vano.

—Si, una lejos de la mansión— le respondió, levantándose de donde estaba, para que el mayor le pudiera mirar —La tendremos ahora, prepárate— Jason le miró confundido, hasta que sintió como Damian le tomó de las piernas para arrastrarlo a la orilla de la cama, para así ponerlo de vuelta a la maldita silla.

—Bien ¿y como pretendes que sea esta cita?— Jason sintió la dura caída a la maquina que lo trasladaba constantemente.

—Nada especial, con solo irnos de aquí me conformo— Damian se sentó sobre las piernas del mayor, comenzando a andar. Sinceramente le importaba poco lo que opinaba el contrario de eso, aunque este ya se había acostumbrado y le agradaba, tener al mocoso sobre él, le hacía creer como si en cierto modo, él lo tuviera en brazos.

No entendia bien pero esto le hacía sentir que no era un inútil, que de alguna forma lo estaba cargando, como un príncipe a su princesa. Esa relación anhelada y falsa que tenía en su cabeza, se volvía realidad en estos momentos, amaba tan pocas cosas en este mundo, y dos de ella le pertenecían al mocoso. Una, su amor eterno, su cuerpo, su alma completa, la atención de su mirada, su quisquilloso gusto por todos, cada cosa que de alguna forma eran suyas, ahora tenían propietario nuevo y ultimo, todo, absolutamente todo lo que podia denominar suyo, era de su pequeño guerrero, que estaba encerrado en la peligrosa oscuridad de la torre del murcielago, él niño que amaba con lo que era conocido como, "amar en cuerpo y alma" tenía todo de él, cada particula de su cuerpo y ni siquiera era suyo, nada de ese principe encarcelado en la oscuridad le pertenecia, solo su cuidado, que era su mas preciado tesoro, aveces soñaba en ser un pirata y como tal, poder esconderlo tan lejos y seguro de todos, solo para saber que nadie se lo robará ni en el día de su muerte. Triste que no era posible, pero aun así, con el corazón en manos que no lo sostendrian bien, su amor era por completo su propiedad.

Damián Wayne Sumiso (Editando) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora