Tercer Ataque

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¿Por qué siento que el angst es demasiado?

Oh, bueno, a leer cuanto más drama se puede crear.

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El resto de los días escolares son incomodos, por decir lo menos. Todavía hay tensión en el aire, las palabras de cierta niña dando vueltas en las cabezas del alumnado, algunos más que otros.

El prejuicio siempre estuvo, juzgar es natural, nadie negara que el chisme y las malas lenguas son un mal necesario, pero a Inosuke le parece absurdo de cojones.

— ¿Cómo se les ocurre comportarse así con él? — Inosuke aspira por la boca, rabioso— Todos lo conocen desde hace años, ¿Lo que dice una mocosa cambio todo?

Inosuke vivió en las montañas, sus primeros contactos con la sociedad fueron durante la secundaria, así que no entendía el impacto que unas palabras mezquinas podían provocar.

Quien conozca un poco a Zenitsu Agatsuma, fuera de su imagen de delegado o admirador persistente de señoritas, sabe que no es una mala persona. No es especialmente ofensivo, no tiene los ojos en lugares vulgares todo el tiempo -al menos no tanto- y siempre que habla, apenas resiste gritarle a una chica hasta que le supera la emoción. En todo caso, es un inepto en la materia femenina.

Pero aquí están, en un nuevo día de escuela escuchando los chismes nuevos que nadie sabe quién invento o como se exageró.

El boom del cambio sucedió cuando Zenitsu Agatsuma, luego de todo un día de ir a sus clases normalmente y no presentarse en la cafetería, prefiriendo comer a escondidas en el baño y llorar en algún rincón, fue llamado a la oficina del Consejo Estudiantil y lo primero que le dijo Tomioka-sensei fue: "¿Por qué no te presentaste a la evaluación de uniformes?", y automáticamente Zenitsu recupero su trabajo y por primera vez en todo el día, sonrió enseñando todos sus dientes.

Se echó a llorar ahí mismo, pero eso no quitaba esta pequeña victoria.

Tanjiro e Inosuke lo felicitaron al enterarse, con ganas de celebrar, pero Zenitsu tenía trabajo que compensar y los despidió, con el humor mucho más animado.

Los ojos granates del mayor de los Kamado vieron la perseverancia y animo revitalizado de Zenitsu, sintiéndose atontado y perdido.

A veces, veía la espalda de Zenitsu con un haori dorado, con formas de triangulo, de rayos, olor a melocotón en potencia, destellos de color sinsentido que le provocaban migraña y mucho, mucho dolor.

Al día siguiente, Tanjiro dedico buena parte de su mañana a preparar un bento para Zenitsu. No podía dormir, de todos modos. Pesadillas oscuras sin forma lo atormentaban y solo podía hornear para quitarse el temblor asustadizo de sus sueños.

Antes de llegar a la escuela, debió hacer mandados para la panadería que le llevo buen tiempo y se perdió la sonrisa exasperada de Zenitsu al reiterarle que no debía traer aretes al colegio, pero esta bien, puede verlo luego.

Finalmente llego la hora de recreo y Tanjiro salió a buscarlo, por supuesto que con otro amigo igualmente ansioso.

Inosuke no iba a dejar que su manada se quebrara por la rabieta de una niña berrinchuda, así que propuso llevar a Zenitsu de vuelta a su mesa de almuerzos sin importar nada.

— ¿Dónde está Zenitsu?

— Ahora se esconde para llorar— contesto Aoi, del mismo modo que Inosuke hubiera respondido por la frustración que le subía a la garganta— Mira lo que un par de palabras hacen, desmoralizan a una persona y escupen sobre su reputación...

Puede ser (TanZen)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora