𝑇𝑟𝑒𝑠 ⚘ 𝑃𝑎𝑠𝑖𝑜́𝑛

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𝐵𝑖𝑙𝑙

Observo mi imagen por una vez más en el hermoso y elegante espejo de piso que se encuentra en la habitación de Gabrielle, asegurándome de que todo esté correctamente en su lugar. Mis labios curvan una mueca ante la pertinaz voz en mi cabeza que repite una y otra vez, tal como una canción de Los Beattles en un día triste, que hay algo mal. Con mis manos intento estirar todas las arrugas que puede tener una sudadera -absolutamente ninguna, por supuesto- y me rindo ante la insistencia de mis pensares apartando con frustración la mirada de mi reflejo incluso antes que mi propio cuerpo.

Ya bañado y cambiado salgo hacia el corredor, por alguna razón indecifrable intentando emitir el menor ruido posible. Bajo las escaleras permitiéndome disfrutar del tacto de la fina, antigua y muy bien cuidada madera del barandal con tanta suavidad como si creyera que se romperá, quizá cuando sea el día que pueda volver a ver algo como esto. Bajo el último escalón dejando de sentir la alfombra bajo mis pies, y no sin antes permitirme admirar una vez más la belleza de este lugar, traspaso el arco que Gabby me indicó hace unos veinte minutos

Cierro los ojos ante la exquisita y dulce escencia de las hierbas mezcladas en el té que me recibe al entrar, combinado con el calor que nos brinda el hermoso horno estufa, iguales a los de los cuentos que mi abuela nos solía contar a mi hermano y a mí de pequeños, sobre él una pequeña tetera que, supongo, es de donde viene el embriegante elixir.

La observo desde mi posición, está de espaldas por lo que aún no nota mi precensia. Aprovecho este instante para detallar con mis ojos su movimientos; está tostando pan y calentando agua en la cocina, sonrío al notar como mueve sus piernas y manos de forma incesante con una gracia y delicadeza admirables ante una tonada que sólo existe en su cabeza, dejándola escapar en suaves murmuros de vez en cuando que, luego de unos segundos logro decifrar como How Deep Is Your Love de los Bee Gees.

—... We belong to you and me, nanananana... —Me uno a su tarareo continuando con la letra, pero me doy cuenta de que no fue muy buena idea en cuanto Gabrielle salta en su lugar, pega un pequeño grito y lleva su mano a su pecho respirando a mil por hora.

—¡Bill! —se queja intentando recuperar la respiración.

—¿Te asusté? —Formo una mueca apenada con mis labios.

—¿Tú qué crees? —reprocha apagando el pan y girándo en mi dirección con una expresión molesta que inmediatamente intercambia por una iluminada—. ¡Pero que chico tan guapo tengo de novio! —Mis mejillas inevitablemente se tiñen de rosa, incrédulo al escuchar por primera vez en la vida mi nombre y las palabras "guapo" y "novio" en la misma oración.

—Ya basta, no es cierto —murmuro.

—Es enserio Bill, eres muy guapo —sus ojos sinceros me intimidan provocando que desvíe los míos inmediatamente.

—¿Qué estás preparando? —pregunto cambiando la conversación del rumbo que estaba tomando. Apoyo mis antebrazos con total comodidad sobre la cerámica del mesón que nos separa en medio de la cocina, erizando mis vellos por unos segundos a causa del frío de la superficie.

—Tenemos té y café —Apunta con sus palmas abiertas ambas opciones, de inmediato señalo la pequeña y muy hermosa tetera—. Por supuesto —Sonríe complacida—. Tosté pan y tenemos muchas cosas para untarle, y... —alarga la oración dramáticamente girándose para tomar un gran plato con muchos —de verdad muchos— pancakes—, ¡Pancakes! —Me emociono de inmediato haciéndolo notar aplaudiendo en mi lugar.

𝑀𝑒𝑡𝑎𝑛𝑜𝑖𝑎 | 𝐵𝑖𝑙𝑙 𝐾𝑎𝑢𝑙𝑖𝑡𝑧 [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora