04. Verdades

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Julián llegó a su habitación con el corazón acelerado. Jamás pensó pasar por una situación así, o al menos no tan rápido. Ni siquiera había tenido la oportunidad de declararle sus sentimientos a su mejor amigo y éste ya le había roto el corazón con unas simples palabras, que peor aún, no iban dirigidas directamente hacia él. La única solución factible que pudo tomar fue salir lo más rápido que pudo del lugar para evitar romper en llanto en frente de todos los jugadores del equipo. Como si no fuera dramático ya, huir sin explicación alguna. Sabía que Leandro iba a preguntar después que estaba pasando entre Enzo y él. Había evitado a toda costa hablar del tema, luego de lo que pasó la otra noche. Leandro a pesar de no ser tan cercanos, se preocupaba por él, tal vez hoy a la noche se anime a decirle. Por ahora solo quería recostarse en su cama y llorar hasta quedarse dormido o hasta que lo llamen para la cena. Se quitó los botines que utilizó para el entrenamiento y arrojó su polo de la selección al suelo. Buscó entre su bolso una nueva casaca que ponerse encima y cuando la encontró sintió como su labio comenzaba a temblar aún más fuerte. Era de Enzo, recuerda cómo el menor, bromeando le dijo que podía quedarse con ella para no lo extrañara tanto. Lo que el menor no sabía era que Julian solía dormir con esa prenda puesta casi todos los días para sentirlo cerca. Incluso sentía que algo le quitaban cuando tenía que mandarla a lavar. Tenía la intención de devolvérsela en esos días que pasarían juntos dentro del plantel, pero dada las circunstancias, es evidente que la dejará en su habitación cuando él no esté ahí, sería demasiado difícil hacerlo y probablemente termine huyendo como siempre. Con los ánimos por el suelo, se colocó la campera y aspiró con fuerza su olor. Ya no quedaba más la esencia de su amigo, pero saber que le pertenecía al morocho lo reconfortaba un poco, así que , se metió sin más a la cama. No tenía ánimos de ducharse, nada le quitaría la sensación de suciedad que sentía en esos momentos. Se arropó bien con las sábanas cubriendo gran parte de su cabeza y cómo por arte de magia las lágrimas comenzaron a caer con fuerza sobre sus mejillas. Su respiración se volvió inestable y pequeños lamentos se escapaban de sus labios. Julian no tenía problema en mostrar sus emociones y sentirse vulnerable, pero ahora en la oscuridad de su habitación, odiaba con todo su ser lo sensible que podía llegar a ser. Sabía que Enzo no lo decía con mala onda, es entendible que quiera pasar más tiempo con otros jugadores. Su carrera estaba empezando y quería relacionarse con los mejores del mundo, pero eso no evitaba que su corazón doliera de la pena al recordar sus palabras. Tal vez su enamoramiento influya también en cómo afecta su estado de ánimo ante cada cosa que haga el morocho. Trató de calmarse imitando la respiración que su terapeuta le había enseñado, pero fue en vano. Cerró los ojos y se dejó llevar, sacó todo lo que tenía dentro hasta que alguien tocó la puerta. Abrió los ojos de golpe y el pánico se apoderó de él, no planeaba dar explicaciones a nadie en ese preciso momento. Con la manga de la casaca se limpió las lágrimas rápidamente, sin importar que ésta lastimase sus ojos y moduló su voz ocultando cualquier rastro de llanto en él.

-Lean, volvé luego por favor, quiero estar solo- medio gritó desde dentro. Entendía que Leandro quisiera acompañarlo, pero ahora solo necesitaba callar el ruido de su mente y desahogarse en silencio.

Tocaron un poco más fuerte, logrando que Julián soltara un suspiro agotado. Se levantó de la cama listo para mandar a la mierda a su compañero de cuarto. Se cubrió con la manta que antes lo protegía del exterior y se dirigió hacia la puerta. La abrió abruptamente y gritó:

-LEANDRO DÉJAME EN PAZ LA PUT.....- se calló de golpe al notar que no era Leandro quien se encontraba ahí, sino Leo, su capitán. Bajo la mirada apenado por casi insultar a una de las personas más importantes que tenía dentro del plantel. Se sintió chiquito ante él. Leo solo miraba desde afuera analizando cada acción que hacía el menor. No se atrevía a entrar al espacio que lo hacía sentir seguro, a menos que Julian le diera permiso. Conocía bien a ese chico, necesitaba contención en sus momentos más vulnerables y no dudaba en correr hacia él para darle esa atención que necesitaba. Pero que no lo haya hecho hasta ahora le parecía raro y de cierta forma lo hacía sentir extraño.

Compañeros de cuarto/ EnzulianDonde viven las historias. Descúbrelo ahora